lunes, 1 de agosto de 2016

Cartas de amor 4. Wanda

Querida Wanda,

Hace tiempo que buscaba la felicidad, sin saber dónde encontrarla, pero desde que te obervé por primera vez, te tengo en el paisaje de mis sueños y no ceso de verte en mis sentimientos.

Tu alegría es el norte de mi vida y la razón de mi existir. Nada sé, nada puedo y nada me motiva, si no disfruto de tu dulzura de amar.

Sueño con tus caricias, enredado en tus cabellos, saboreando las saladas lágrimas de tu felicidad. 

Tú aún no lo sabes, pero voy a perseguir contigo los colores del arco iris, allá donde nace la quimera y veremos muchos ocasos de sol para dormir luego juntos, todas las lunas de plata de nuestra vida.

He de beberme tus besos, conocer tu piel y compartir contigo el futuro para hacerlo pasado, día a día, noche a noche, sonrisa a sonrisa, lágrima a lágrima, como la vida misma.

No cesaré hasta que no sepas respirar sin mi presencia y hasta que sueñes la sinfonía de suspiros preludio de nuestros hijos.

Habré de sentir los movimientos en tu vientre de los hijos que me darás y compartiré contigo el bendito dolor de la maternidad en las quejosas horas de alumbramiento.

Estaré a tu lado en las noches sin sueño por los llantos de la sangre de nuestra sangre; veremos crecer nuestros hijos y juntos les apoyaremos desde los primeros pasos hasta que inicien las sendas de sus mundos de vida.

Tendremos algunas lágrimas pero muchas más sonrisas blancas en nuestra vida común. Juntos libaremos el dulce vino de la felicidad y Dios quiera llevarnos juntos cuando ya viejos no tengamos fuerzas para vivir. 

Nuestras cenizas mezcladas, bailarán juntas por las olas de nuestro mar, el mismo que nos ha de ofrecer tantas puestas de sol y oír tantas promesas de amor.

Lanzo besos al viento, para encender tus mejillas, arrobar tu corazón y prepararte para la inmensa ternura que te daré. Tú aún no lo sabes, pero pronto lo sabrás.

Con todo mi amor, Harry









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