Amada Nurvia,
No puedo ver tu rostro, pues soy ciego de nacimiento. Ni siquiera conozco mi cara, pero no me importa, pues conozco la belleza de mis sentimientos y la nobleza de mi corazón.
Imagino las personas al pasar las yemas de mis dedos por las facciones de su rostro, al sentir la respiración de su pecho, al oír el tono y el ritmo de su voz, al juzgar los sentidos de sus palabras y al conocer el olor de su perfume.
Hace tiempo que oigo embelesado el timbre de tu voz. Me gusta cómo cantas los sueños de tu corazón y percibo la ansiedad que te produce mi presencia.
Nosotros, los ciegos, no percibimos las luces, ni las formas, ni los colores, pero hemos desarrollado tanto el resto de nuestros sentidos, que somos capaces de sentir lo que los videntes no sois capaces de captar.
En tu voz hay amor a la vida, ansias de ternura, de llantos de hijos y de amor ciego, dicho sea si ironías del destino.
Soy ciego, pero veo a mi modo, siento y tengo mucho amor que compartir. Yo quisiera, Nurvia, seguirte con fe en los caminos de la luz que me ha sido vedada, ver por tus ojos y comprender el mundo a través de tu corazón.
Yo a cambio, quiero ser tu guía en el mundo de la obscuridad, donde me muevo con soltura. Tú la luz, yo la sombra. Tú la mirada, yo el tacto. Tú el paisaje y yo los matices que percibo en otras dimensiones.
Ambos, hombre y mujer, unidos en simbiosis de vida, en amor y ternura, en sueños de futuro y ternura del presente.
Si unimos nuestros solitarios corazones, yo te enseñaré amada Nurvia, a sentir los rincones perdidos del vivir, a oír la sinfonía de los sonidos del mundo, a oler los aromas de los sentimientos y emociones, a degustar los sabores de la naturaleza y a percibir en la sensibilidad de tus dedos, la textura de nuestro medio.
Juntos podremos vivir un amor profundo, disfrutando de los matices de nuestro ser y sintiendo la belleza interior que nos hará felices.
Sabré detectar tu felicidad para compartirla, tu tristeza para combatirla, tus miedos para ahuyentarlos y tu amor, para disfrutarlo en cada centímetro de tu piel, pero sobre todo, en los latidos de tu corazón.
Juntos podemos tener niños que disfruten de un hogar distinto, pero anegado de amor, con los cinco sentidos de la vida, pues yo, amor mío, aunque sólo tenga cuatro, puedo transmitir también la capacidad de percibir los colores de un mundo maravilloso.
Te amo Nurvia; te amo ciegamente.
Gerson
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