viernes, 19 de agosto de 2016

Tenerife 1. Teide gigante

Las fuertes turbulencias nos dieron el primer susto. Sufrimos luego el viento racheado durante el fallido aterrizaje y el piloto decidió in extremis remontar el vuelo.

He usado varios cientos de aviones en mi vida y he sentido miedo solo en tres o cuatro ocasiones. Una de ellas, en un cuatrimotor que volaba de Las Palmas a Nouadhibou con cabras en el pasillo, otra de las Palmas a Tenerife y la tercera, en un vuelo de Madrid a Santander, en el que tras dos aterrizajes fallidos fuimos desviados a Bilbao. Recuerdo que venían en el avión todos los parlamentarios socialistas de Cantabria y más de un "no católico de la rosa y el puño", se santiguó de miedo. En este aterrizaje, he sentido también algo de inquietud por mi seguridad personal.

En el segundo y definitivo intento de aterrizaje, el piloto culminó la maniobra con éxito. Aún con el susto en el cuerpo, inicié mi tercera experiencia tinerfeña. La última había sido hacía 41 años, tenía olvidado su paisaje y por supuesto, desconocía la evolución de la isla afortunada en estas 4 décadas.

No soy un neófito del turismo insular. Además de las Islas Canarias, he visitado la hermosa isla de Sao Tomé, antigua colonia portuguesa, en pleno ecuador africano y la isla de la Reunión, que forma parte de la República de Francia.

En Sao Tomé disfruté de una isla ecuatorial, de origen volcánico, unas playas vírgenes y un impresionante volcán no explosivo, que conformó el Cau Grande, una columna de casi 700 metros de altura, con forma de un gigantesco pepino clavado en el suelo. Obvio decir, que me sentí emocionado ante semejante monumento natural, rodeado por una densa e impenetrable selva. Sao Tomé, es una isla con un gran potencial, pero que carece de la menor infraestructura para mostrar al mundo las maravillas de un paraíso ignoto.

En la Reunión, quedé subyugado por el Pitón de la Fournaise, un volcán activo al que me acerqué hasta el límite de la seguridad, por ver la misma boca del infierno. El acceso al cráter, fue realmente difícil y sobrecogedor, en un paisaje absolutamente lunar. También pude ver la parte más verde y selvática, donde se podían ver numerosas e impresionantes cascadas en altos y estrechos hilos de agua o en saltos de cola de caballo. Un auténtico paraíso, perfectamente preparado para el turismo, aunque con dos protagonistas no queridos: el penoso mosquito tigre en tierra y el asesino tiburón buldog en el mar.

No era pues fácil, que me impresionara por los atractivos de nuestra afortunada isla tinerfeña.

El hotel tenía unas instalaciones extraordinarias, el sueño de la noche, borró de mi mente el aterrizaje sufrido y el amanecer fue muy hermoso.

Acudí al autobús aún con los parpados de plomo y casi sin capacidad de disfrutar el paisaje de la mañana. Cuando quise darme cuenta, me encontré ante las primeras cuestas del Teide, el techo de España. Un volcán dormido desde finales del XVIII, pero conserva su capacidad de enamorar y asustar.

He comentado en varias ocasiones, que el turismo masivo, es una industria altamente contaminante y temía que este fuera el caso de Tenerife.

La isla tiene 2 millones de habitantes y recibe al año 10 millones de turistas, lo que supone una media de casi 200,000 turistas por semana, es decir, un 10% de la población.

No es de extrañar, que solo una empresa de alquiler de coches, disponga de una flota de 5000 vehículos de baja gama, que se mueven por doquier, lo que incluye los accesos del Teide, los profundos barrancos de la isla y cualquier población olvidada en una orografía que impresiona.

Subí hasta la cumbre del Teide en un teleférico tras una larga cola de casi dos horas, para permanecer tan sólo 20 minutos. Visto el paisaje, bajé cuando me fue posible, pues la rápida subida me provocó mal de altura, con dolor de cabeza y taquicardia. Era natural, pues no en vano, han caído muchas hojas de calendario, desde que el mismo día que los americanos llegaran a la luna, subiera no sin esfuerzo, el Monte Perdido en los Pirineos.

Ya en la base, me desplacé entre un lamentable caos de coche de alquiler, hasta las Cañadas del Teide, donde vi formaciones caprichosas de la naturaleza, como el Árbol o el Dedo de Dios.

Monté en el autobús, ya quemado por un sol abrasador. Recorrí grandes extensiones de inmensa lava negra y pensé que hace algo más de dos siglos, aquello debió ser el preludio del fin del mundo.

Ya de vuelta al hotel, quise darme un baño reparador en una de las magníficas piscinas de agua salada del hotel. Estaba reseco y el color turquesa del agua, constituía una tentación irresistible.

Lamentablemente, habían cerrado las instalaciones a las 7 de la tarde, pues en el hotel se regían por las costumbres y los horarios de la inmensa mayoría de su clientes, es decir, los alemanes.

El día había sido hermoso y rico en emociones y me sentí feliz de disfrutar de un paraíso español.
                                                                 
                                                                   Isla de Sao Tomé
                                  
                                                               El Cau Grande, en Sao Tomé
                                  
                                                                    Cascada en Sao Tomé
                                                        
                                                                     Isla de la Reunión
                                  

                                  Resultado de imagen de isla de la reunion
                                                           Volcán el Pitón de la Fournaise
                                 Resultado de imagen de piton de la fournaise
                                                               Cascada de Languevin
                                 
                                                                   Isla de Tenerife
                                



                                                     Volcán el Teide en diversas estaciones







                                                            Cráter del Teide (Agosto 2016)



Masivo acceso al Teide


Advertencia de riesgo del mal de altura






                                                                     Mi sombra

Al fondo, el pico del Teide



















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