Allí conocí otro joven, de nacionalidad sueca, alto, fibroso, templado, inteligente, deportista y pleno de bondad.
Soportaba el sol, el calor y los rayos UV como podía. Estaba tan fuera de su ambiente, como un perro San Bernardo que había en aquél desierto.
Dos melenas, una rubia y una morena, protegían nuestras cabezas del altivo y caliente sol, que al contrario que nosotros, nunca envejece.
Nos hablábamos en francés y nos entendíamos muy bien, a pesar de ser de mentalidades y orígenes tan distintos.
Siempre me ganaba al ajedrez y no digamos al badminton. Era un fiera en ambas disciplinas y siempre ejercí de perdedor, pero el resultado era lo de menos. Yo gané en diversión, amistad y experiencia multicultural.
Unas vacaciones, fue con un grupo de compatriotas a Alaska. Pude irme con ellos a aquella gran aventura, pero no podía dejar mis padres ayunos de besos y abrazos.
Disfruté viendo las fotografías de aquella expedición, entre grandes coníferas, rápidos de ríos, salmones del Pacífico y osos que se forraban de grasa de pescado, para soportar los rigores del invierno.
Algún día tendré una experiencia similar, me dije. pero pasaron los años; pasaron las décadas; una, dos, tres y hasta cuatro, sin pisar Alaska.
Perdí contacto con mi amigo Hans, pero se obró el milagro.
Gracias al lado bueno de internet, regresé al futuro y localicé mi antiguo amigo, que vivía en la nieve de su paisaje natal.
Recientemente, he visto la película "Palmeras en la nieve". El film, me trajo nostalgias africanas y sobrecogió mi alma, con el contraste de la selva y los blancos Pirineos.
En cierto modo, arena y nieve, evoca un pasado y anuncia también un próximo reencuentro, esta vez, en el norte europeo, donde el frío es el protagonista sempiterno, salvo "floridas primaveras de verano"
Tras el abrazo del reencuentro y el beso a su mujer de entonces, evocaremos el pasado, se producirá el deshielo de la dormida amistad, pisaremos las nieves y las flores, recorreremos lagos, le acompañaré a pescar, perderé al badminton y al ajedrez y ganaré nuevamente mi amigo.
Y más tarde, pasearé el matrimonio por nuestra Santillana, subiremos Fuente Dé, oiremos el piano de la Conveniente, disfrutaremos Cabárceno, pasearemos el Sardinero y me sentiré feliz de hacerles felices y de presumir de Cantabria infinita.
Dos amigos; tres paisajes; cuatro décadas. De la arena a la nieve. De la nieve a nuestro paraíso.
MAURITANIA 1973
Partida de ajedrez en la arena del desierto
Con una española y una sueca
Con Hans en una fiesta bidane
Hans en el laboratorio oceanográfico de Nouadhibou
Hans y su esposa, en su casa mauritana
ALASKA 1973
SUECIA 2016
Su casa
Su paisajeVida en la nieve
Hans y su hija
Paisajes y recuerdos del verano del 15
La mujer y la hija de Hans
Hans pescando; como siempre
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