Una población pequeña, permite una vida pausada y pasear en un entorno familiar.
Santander, es una ciudad acostada sobre el mar, hermosa, intimista y entrañable. Recorrer sus calles más señeras, fuera de los meses de turismo estival, permite ver las caras de siempre, de los que aquí llamamos los STV. (De Santander de Toda la Vida).
Durante mis 40 años en este lugar, he visto la evolución demográfica de la ciudad.
De toda la población, me resultan entrañables, las jovencitas que emergen a la vida en cada primavera. Suelen deambular en pequeños grupos, muchas de ellas, aún con sus ortodoncias colocadas, siembran las calles de bullicio, alegría, ingenuidad y prisas por quemar las etapas de su realidad.
Cada año, al huir el frío de nuestras calles, las nuevas jovencitas, se muestran como flores maravillosas, reclamando su lugar, en la feria de los sentimientos.
Cada calendario gastado, surge una nueva cosecha de hermosura e ilusión. Con los años, las jóvenes maduran, se hacen espléndidas mujeres y se las ve pasear cogidas de la mano o ceñidas por la cintura, junto a jóvenes afortunados.
Los tiempos pasan, los noviazgos llaman a vicaría, los embarazos llegan y se las ve pasear las redondeces, con la belleza de la maternidad y la felicidad.
Les siguen los cochecitos y luego, las niñas con chupete o con muñecas. Las trenzas, los vestidos de nidos de abeja y los lacitos de terciopelo, se tornan más tarde en faldas escocesas y pantalones vaqueros, mientras desarrollan su pubertad.
Sus incipientes curvas, se esconden bajo los gruesos ropajes del invierno y se transforman, durante el frío, en las maravillosas mariposas de delicadas y hermosas alas, prestas a los vuelos de primavera.
He vivido así, la evolución de muchas niñas, hoy madres, o de sobrinas transformadas en preciosas mujercitas, que ya pisan las aulas universitarias.
Si la salud me lo permite, seguiré asistiendo cada año, al milagro de la belleza y alegría, en cada cosecha de esta encantadora ciudad.
Estas jovencitas, por su belleza e ilusión, me inspiran optimismo y alegría de vivir. Por ello, han merecido una referencia en "Mi mundo entre mujeres"
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