jueves, 21 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 21. Mis hermanas de vida

Tengo cuatro cuñadas, a las que simplemente, llamo hermanas. Mantienen entre ellas, una gran unión, característica muy frecuente en las familias numerosas.

Son diferentes entre sí, pero quien conoce una de ellas, reconoce rasgos similares cuando ve a otra.

Las cuatro forman un entramado de primum inter pares y constituyen una sólida base de pirámide familiar.

Son un árbol fuertemente enraizado, del que colgamos los que nos “encontraron en la calle” y los gloriosos frutos nacidos por acción del amor, los años y la vida.

Auxiliadas por el WatsApp, se mantienen informadas ante cualquier emergencia y están siempre ojo avizor, para en una suerte de "a mí la legión", salir en auxilio del miembro familiar que lo precisa.

Son como una manada de elefantas, que hacen círculo alrededor de las crías, al avistar los leones

Son tres hornos - donde se ha cocido la maternidad de numerosos hijos y han amamantado una nueva generación familiar - y un corazón libre. Son mujeres que han entregado, su dedicación y su mejor fortuna, es la de ser madres, lo más grande que puede alcanzar un ser humano.

Han dado y dan amor, seguridad, calor humano, serenidad y pasión; han reñido, cocinado, planchado y educado; han transmitido la impronta de familia y por supuesto, forman la estructura del edificio tribal del que pende la conciencia y el orgullo de familia.

Se enfrentan a una ardua tarea: mantener la unión, asegurar el día a día y atender al que lo precisa. Son el matriarcado sin el cual, la familia, sufriría dificultades y sin su cemento, podría dispersarse.

Siento amor y admiración por las cuatro hermanas, que en la plenitud de sus vidas, dan tanto sin esperar recompensa, por el sentido del deber y por amor. 

Siento un gran orgullo y una gran alegría, por estar en su "manada" y merecen estar, con letras de oro en  "Mi mundo entre mujeres", 






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