Carmen, no es mi "tía de sangre", es mi "tía política", pero sobretodo, es mi "tía de sentimientos".
Española de origen, creció durante los años más recios de la dictadura, en el seno de una familia, tradicional y con valores cristianos. En su casa, se respiraba, autenticidad, religiosidad, disciplina y orden.
Ello, no quería decir que faltara amor, alegría, compromiso y sueños de futuro.
Joven, hermosa y con fe en sí misma y en su camino, conoció un joven militar norteamericano de la Base de Torrejón. Pasado un tiempo, se casaron e iniciaron una vida en común en Nueva York.
De aquella unión, nacieron cuatro hijos, que luego les darían numerosos nietos e incluso biznietos norteamericanos.
Carmen, la joven española de nacimiento, es, 60 años después, una dama norteamericana cuyo corazón late por dos países.
Cada año, viene a España, para ver su familia española y sentir la emoción de su patria de origen.
Cada vez que podemos, visitamos su casa americana, siempre abierta a nuestra presencia y a nuestro corazón.
Carmen, la tía Carmen, es generosidad y alegría. Una lección permanente de amor, que trasciende. La depositaria de los antiguos valores de una familia, que se rejuvenece constantemente, a las dos orillas del Atlántico.
La tía de América, es simplemente, un amor en mayúscula, una lección de vida y un ejemplo de dulzura y convivencia.
En la España tradicional, se decía que tener un "Tío en América", era sinónimo de riqueza de herencia.
Nada de eso va en nuestra familia.
La gran riqueza de la "Tía de América", es en nuestro caso, el amor, la simpatía y una mirada cansada, pero hermosa. Para mí, su único defecto, es no ser además, mi "tía de sangre"
La tía Carmen, no podía faltar en "Mi mundo entre mujeres".
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