sábado, 30 de julio de 2016
Cartas de amor 2. Jana
Mi dulce Jana,
Te he soñado antes de quererte. Desde muy joven, he ansiado amar una hermosa mujer de espigado cuerpo, turquesa mirada y blanca piel. En mis noches de soledad, me entretenía contando las pecas de tu piel, que para mí, eran las florecillas que ofrecías al sol de la vida.
Cuando te vi llegar a la reserva, comprendí que eras la mujer que el destino me había preparado. Eras exactamente la mujer que tantas veces había abrazado en las sombras de mis sueños y decidí que no podía perderte.
Te mostré las manchas del leopardo, la majestuosidad del león y la gracilidad de las gacelas. Contemplé tu asombro ante las altas jirafas y los grandes elefantes.
Rodeé tu cintura mientras te emocionabas ante los agresivos hipopótamos y te robé el primer beso al atardecer, en la inmensidad del Serengueti.
No fue el último que te di, sino el preludio de una felicidad africana que durará hasta el fin de nuestras vidas.
Te ofrezco muchas noches de pasión, robando el sueño a la obscuridad, muchos amaneceres juntos de tórrido calor y la emoción de una vida libre y auténtica en este territorio salvaje.
Quiero completar tu ser, compartir contigo los sueños y afanes de madre, ver crecer nuestra familia bajo el aire puro de África y que cada día del resto de nuestro tiempo en este mundo, sea una aventura de felicidad.
Te quiero a ti Jana y jamás mis ojos tendrán otro destino de amor que no sea el tuyo.
El destino nos ha sonreído trayéndote desde las brumas y las nieves de Suecia. Te ofrezco mi vida entre los cinco grandes de la fauna africana, un sol grande y una luna, que serán testigos de nuestra pasión.
Y cuando añores el blanco manto de las nieves del norte, te daré mi mano, subiremos las empinadas laderas de la gran montaña y divisaremos juntos la inmensidad del paisaje, pisando la nevada cumbre del Kilimanjaro.
Contigo y para siempre,
Tom
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