Es difícil valorar una comunidad en 11 días, aunque el hecho de convivir con ellos en familia, me ha permitido meterme en el corazón de su pueblo.
Físicamente, el sueco de origen, es alto, rubio y con rasgos faciales muy atractivos. Hay mucha variedad de altura, pero he visto verdaderos especímenes que he fotografiado y expuesto en algunos de los artículos.
Mi amigo Hans, tiene 195 cm y a veces, he visto vikingos que le sacaban media cabeza. No me extraña que su tamaño, fortaleza y bravura, aterrorizara a los pobres europeos del sur que eran atacados por ellos.
Es un pueblo que le gusta ser independiente, muy adaptado a la naturaleza y con un gran sentido del civismo. Les gusta la vida tranquila, son muy respetuosos entre ellos y agradables de trato.
Sin embargo, una población pequeña como la sueca, empieza a tener problemas de inadaptación de diferentes colectivos de inmigrantes porcentualmente ya significativos.
Se sienten muy identificados con noruegos, daneses, islandeses y finlandeses, pues tienen el mismo origen vikingo. Tuve ocasión de comprobar la gran vecindad entre noruegos y suecos, que prácticamente, hablan el mismo idioma. Un tanto más alejados, linguísticamente, son los daneses.
No he tenido ocasión de visitar el pueblo lapón, pero ya tendré ocasión de hacerlo el próximo año, pues hemos programado un circuito por los fiordos noruegos y posteriormente, el gran norte noruego
Mi agradecimiento a mis amigos Hans y Kerstin que me han dispensado su cariño y me han colmado de atenciones. Nuestro reencuentro, tras 43 años sin contactarnos, ha sido maravilloso y constituye un preludio de nuevas experiencias. Será un choque cultural importante, cuando se vean inmersos en la sociedad española que tendrán ocasión de conocer cuando vengan a mi casa.
Terminado el viaje y las crónicas del mismo, me esperan nuevas aventuras, pero esta vez, al sur del sur, en territorios del salvaje África, pero ya llegará el otoño.
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