La selección de los machos reproductores o machos alfa, prima a los más fuertes. Los jóvenes machos, se entrenan en sus juegos de lucha, para competir con eficacia en la selección del futuro jefe de la manada. Cuando éstos fecundan las hembras de su especie, solo el espermatozoide más cualificado, triunfa en su fusión con el óvulo femenino.
La especie humana, tiene conductas similares, aunque relativamente moderadas por su racionalidad. La sociedad regula los instintos básicos con educación, normas legales y fuerzas de orden y control. También permite canalizar los impulsos, con la competitividad deportiva, por ejemplo.
El macho alfa es dominante y no cede el control de la manada hasta que es desbancado por otro más fuerte en un duro enfrentamiento, que a veces termina con la muerte de uno de los contendientes.
En la sociedad moderna, los lideres se seleccionan democráticamente, lo que implica inteligencia, liderazgo, personalidad, empatía, preparación personal y capacidad de seducción.
Sin embargo, hay machos alfa humanos, que llegan al poder con el primitivo y auténtico instinto animal. Es decir, por la fuerza bruta. Una vez conquistado el poder, se mantienen en el mismo con violencia si es preciso y solo caen cuando mueren por declive biológico, un rival les supera en fuerza y brutalidad o en algunos casos, cuando el grueso de la manada, versus ciudadanos, se rebelan violentamente, acuciados por el hambre y las ansias de justicia y libertad.
La historia nos muestra abundantes ejemplos de dominancia política, por machos alfa dictadores que en la inmensa mayoría de los casos, han causado grandes desgracias a su manada nacional.
He aquí, fotografías de algunos de ellos. Lamentablemente, la lista es casi interminable. Un preservativo a tiempo, habría evitado mucho sufrimiento.
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