A veces se cierran iglesias y se
adaptan para otra utilidad. En Saint Agathe, un pueblecito francés de la región
del Gers, una iglesia católica ha sido transformada en vivienda y en Auch, la
capital del Departamento, otro lugar de culto sirvió como entidad bancaria
primero y como restaurante después.
También ha ocurrido en Holanda, Austria, Alemania, etc., con iglesias católicas, protestantes, etc.
También ha ocurrido en Holanda, Austria, Alemania, etc., con iglesias católicas, protestantes, etc.
En estos casos, se desecha el
mobiliario, que puede utilizarse igualmente para otros fines. A veces, salen a
la venta antiguos confesionarios de gran valor artístico, cuyo uso suele ser
exclusivamente decorativo. Este es el caso, en un importante centro hostelero a
la salida de Burgos, donde el confesionario muestra en el jardín, la carta del restaurante.
En alguna ocasión, he valorado la
posibilidad de adquirir un confesionario artístico y adaptarlo interiormente
como lugar de lectura y audición de música, a la par que conservar una obra de
arte.
La iniciativa tendría su encanto,
pero también excesivo morbo. Todo ha quedado en una peregrina idea, rápidamente
desechada, porque sería una falta de respeto al pasado, una irreverencia y una
ofensa a los creyentes.
Los africanos, después de "bailar" las máscaras rituales, suelen abandonarlas en el bosque, para respetar los espíritus invocados. La humedad, el calor y los parásitos, las destruyen con eficacia. Tal vez, ese fuera el destino honroso de un confesionario, pero conservar una obra de arte con respeto, podría ser una opción, aunque no me atreva personalmente a ello.
La expresión “Si las paredes
hablaran”, viene a cuento en este artículo. Cada madera de confesionario, habrá
absorbido las secretas palabras antaño pronunciadas, tal vez, con algún crujido
estremecedor, ante la gravedad de las confesiones realizadas.
Asesinatos, robos, violaciones, abortos,
infidelidades, traiciones, iras, lujurias, difamaciones, soberbias,
avaricias,…, y toda una panoplia de miserias, que solo el ser humano es capaz
de hacer, cuando vuela raso sobre el cieno y la basura.
Un confesionario, es el testigo
mudo de las debilidades humanas; de los pecados de los creyentes; de los
arrepentidos del mal cometido; de las gravedades y venialidades ante la vida.
Un lugar de confesión, es también un espacio de descarga, donde el pecador o el
demandante de ayuda, recibe consuelo y estímulo de vida.
Un confesionario, es el recogido
ámbito de confidencias, en el que un ser humano arroja sus miedos de infierno,
lava su conciencia, libera sus penas, recibe su penitencia y emprende un nuevo
tiempo de mejora personal.
Un confesionario, es también a
veces, un consultorio, donde el enfermo de alma, acude en busca de ayuda para
los males que le atormentan.
Un confesionario, es una raya que
separa el infierno del paraíso; donde se cambia el temido destino de negrura y
llamas, por una esperanza de albura celestial; se reconforta el alma y se
recupera la alegría y el propósito de enmienda.
Un confesionario, convertido en
sana lectura y un auditorio de buena música de recogimiento y paz, podría ser
después de todo, una excelente idea y mejor opción que otras aplicaciones, pero
no quiero jugar con los sentimientos de pasadas generaciones y quiero respetar la paz de los muertos y de
los vivos.
Iglesia de Sainte Agathe, en el Gers. Actualmente vivienda
Iglesia transformada en local social
Iglesia transformada en bar
Iglesia transformada en restaurante
Iglesia transformada en local social
Iglesia de Sainte Agathe, en el Gers. Actualmente vivienda
Iglesia transformada en local social
Iglesia transformada en bar
Iglesia transformada en restaurante
Iglesia transformada en local social
Confesionarios en uso religioso
Confesionario transformado en bodega
Pero bueno,a donde vamos a parar....un fuerte
ResponderEliminarabrazo