Soy un ganador nato, como todos
los seres humanos; no en vano, fui medalla de oro en la olimpiada de la vida,
camino de mi otra mitad. Ya refundidos mi espermatozoide y mi óvulo, crecí
hasta convertirme en un bebé, que como miles de millones más, recorrería la senda que
antes, muchos seres más, habían hollado.
Mismas ilusiones, idénticas
ocurrencias, similares instintos, todo repetido en cada hornada de
generaciones. Sólo cambia el momento, la decoración y la tecnología. Lo
esencial, permanece estable al paso de las generaciones.
Los mayores empeños de los seres
humanos, son la supervivencia, la perpetuación de la especie, la diferenciación
individualizada de la masa, el placer, el poder, la pasión, el amor, el
dominio, la creatividad, la espiritualidad y otros conceptos que nos hunden o
nos ensalzan ante nuestro intimo yo.
“Por prudente y por gallina, se
muere menos”; “antes morir que perder la vida”,…, el saber popular, conoce y
pronuncia muchas sentencias, que reflejan nuestro fin último: no adelantar el
final.
En ese afán personal, he estado
durante todos los años de mi vida. He tenido siempre la meta de llegar a la
colina de la ancianidad.
Ocurre, que en mi deambular, hacia la deseada cumbre, aún no alcanzada, he visto muchas bajas de compañeros de viaje. Un suicidio de ventana; otro de drogadición; un desaparecido en la India; una ahogada en una piscina; una presunta asesinada por despeñamiento de acantilado; un muerto de accidente de tráfico; un borracho abandonado en una fría noche; un corazón fallido; varios cánceres traidores;…, La lista nunca se termina, desgraciadamente.
Ocurre, que en mi deambular, hacia la deseada cumbre, aún no alcanzada, he visto muchas bajas de compañeros de viaje. Un suicidio de ventana; otro de drogadición; un desaparecido en la India; una ahogada en una piscina; una presunta asesinada por despeñamiento de acantilado; un muerto de accidente de tráfico; un borracho abandonado en una fría noche; un corazón fallido; varios cánceres traidores;…, La lista nunca se termina, desgraciadamente.
He llegado lejos y
afortunadamente, solo he sufrido cicatrices en cuerpo y alma.
Me queda camino y me sobran ganas de recorrerlo. Tengo motivos para ello: el instinto de la supervivencia; la compañía de los seres queridos y el ansia de apurar cada paso de alegría, amor y aventura, disfrutando de los olores, colores y sabores de la vida.
Aún tengo capacidad de disfrute; todavía gusto de las cosas sencillas y ansío ternura y amistad.
Me queda camino y me sobran ganas de recorrerlo. Tengo motivos para ello: el instinto de la supervivencia; la compañía de los seres queridos y el ansia de apurar cada paso de alegría, amor y aventura, disfrutando de los olores, colores y sabores de la vida.
Aún tengo capacidad de disfrute; todavía gusto de las cosas sencillas y ansío ternura y amistad.
Conquistada la colina de la
ancianidad, me encantaría retozar en las verdes praderas del triunfo de la
conquista, con la satisfacción del deber cumplido, con los hijos felices y los
nietos en fase creciente.
Llegado el momento, quisiera tener fuerzas suficientes, ganas de tener ganas y arrugas de risa.
Llegado el momento, quisiera tener fuerzas suficientes, ganas de tener ganas y arrugas de risa.
Y cuando me llame el horizonte
del final del final, quisiera tiempo para pedir perdón a los enemigos y decir
te quiero a mis seres queridos.
Tras retozar en las praderas de la ancianidad, estaré presto a partir, liberado del cuerpo gastado, inmaterial, nebuloso, transparente y con la sonrisa que siempre he llevado por bandera.
Tras retozar en las praderas de la ancianidad, estaré presto a partir, liberado del cuerpo gastado, inmaterial, nebuloso, transparente y con la sonrisa que siempre he llevado por bandera.
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