El pasado sábado, lo pasé en Bilbao. Asistí a una reunión familiar, de abrazos y gastronomía.
Las calles estaban tomadas por la alegría y la esperanza de un campeonato. Las fachadas y las cafeterías, estaba engalanadas de banderas rojiblancas.
Una marea humana, subía y bajaba por la vida de la ciudad. Familias completas, grupos de jóvenes, personas aisladas, inclusos numerosos perros, iban con camisetas, pañuelos e incluso monumentales boinas, como señal de identidad y orgullo de un pueblo.
Incluso vi numerosos bebés, con la camiseta del "Atleti" sobre su abultado pañal, en cochecitos también engalanados de rojo y blanco.
Las medianas de las avenidas, tenían igualmente sus macetas con flores en bandas blancas y rojas.
Faltaban sin embargo, miles de "bilbaínos", que ya se habían desplazado a la Ciudad Condal, para asistir a la final de la Copa del Rey de fútbol.
No estuve en Barcelona, pero puedo asegurar, sin equivocarme, que también allá, reinaba la alegría, la fiesta y la expectación, ante el partido donde dos equipos, se disputarían el preciado título.
Hasta aquí, todo normal, a resultas de la posible "pitada", a los primeros compases del Himno Nacional, como una bofetada a todos los españoles, en la cara de nuestro Rey Felipe VI
Recuerdo que décadas antes, tras un acto vejatorio que sufrió nuestro Rey Juan Carlos I en el País Vasco, se desencadenó un intento de golpe de Estado, siendo una de sus excusas, la afrenta recibida aquél día, en aquél lugar.
Lo cierto, es que se tiñe la lamentable afrenta, como un derecho a la libertad de expresión, cuando se trata de un hecho alentado desde el poder o de sus aledaños, con el claro fin de humillar la Nación española, mofándose de sus símbolos.
Alguien en su cinismo institucional, compartió junto al Rey el palco de honor del estadio, mientras como mínimo, entiende y disculpa, que se mancille el honor de España.
Recuerdo una antigua expresión:
"Organiza la manifestación y luego sube al balcón a recibirla"
La nación española, no puede tolerar más humillaciones. Nuestras instituciones, deben aplicar la legislación vigente y si es necesario, modificar la ley.
La inmensa mayoría de los españoles, queremos que se castigue, cuando menos, a los que han convocado e incitado al ultraje de nuestros símbolos.
Los bien nacidos, queremos borrar la cínica sonrisa, de quien se empeña en destruir nuestra convivencia.
Un gobierno democrático, está legitimado, para aplicar la legalidad, con mesura, sí, pero si complejos.
No valen medias tintas, la decencia y nuestro honor, así lo exigen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario