viernes, 19 de junio de 2015

UNBUFU

Era mi despedida profesional. Abandonaba mi vida funcionarial, consciente de que la Administración Pública, seguiría sin mí, pues sólo era un diente del engranaje que todo lo mueve. 

No era imprescindible, a pesar de que haya tenido una responsabilidad, relativamente importante.

Las generaciones se suceden y en cada una de ellas, están representados cada uno de los prototipos de seres humanos, que se repiten inexorablemente: 

Superdotados, inteligentes, listos, listillos, normalitos, limitados, cortitos con sifón y toda una gama de disminuidos intelectuales, por caprichos del ADN y por lamentables incidencias del camino.

Todos ellos a priori, merecedores de nuestra admiración, respeto o solidaridad. 

Evidentemente, los senderos y encrucijadas de la vida; las decisiones personales; las oportunidades del tiempo, espacio y circunstancias, determinan en cada generación, el puesto de cada cual. 

Cada hueco que deja la generación precedente, puede ser ocupado por un “savia nueva”, con sus propias características personales y ser desempeñado con igual o mejor fortuna que el anterior.

Al relevado, sólo le queda observar momentáneamente el sendero recorrido y finalmente, emprender el camino, con la vista en el horizonte, hacia su destino final.

Me llamó poderosamente, un mensaje de despedida que recibí: 

“Te deseo un “UNBUFU”.

Era un nombre sonoro, enigmático y como pude leer a continuación, cargado de buenas intenciones.

Te deseo “UN BUEN FUTURO”, era una forma de resumir una voluntad de todo aquello que pudiera influir positivamente en mi nueva etapa de vida.

La experiencia, me demuestra que el futuro hay que ganárselo día a día, con la sal y la pimienta de cada paso, de cada decisión, de cada acierto y de cada fracaso.

 Pero también creo que el futuro está medio escrito y que no somos más, que jugadores de las cartas de la vida. 

Cada uno tiene su baraja de naipes, que juega con mayor acierto, suerte o determinación y que no depende exclusivamente de sí mismo, sino también, de las circunstancias que entornan, al resto de los compañeros de la gran partida; de la gran aventura común.

UNBUFU, es un gran proyecto de lo que me queda de vida, que debo jugar con las cartas de salud, dedicación, suerte, auxilio de compañeros de viaje y con la determinación de perseguir y alcanzar un sueño. 

Cada encrucijada de la vida y cada decisión adoptada, en cada una de ellas, han determinado lo que soy, lo que es mi entorno y el grado de felicidad personal, íntimamente ligado con la autoestima.

La Humanidad ha progresado en un continuo y encadenado ensayo, error, corrección. 

Cada ser en particular, ha debido progresar siguiendo empíricamente el mismo sistema, con mayor o menor éxito. Y yo, lógicamente, he obrado de forma similar y así deberé continuar.

Me encuentro en una de las grandes decisiones de vida, ante una encrucijada de amplia dispersión de rumbo; de las que difícilmente tienen retorno y significa un cambio brutal de escenario. 

Me hallo en un momento, ya liberado de obligaciones laborales; en un nido vacío de hijos; en una cárcel dorada llena de recuerdos, vivencias de muy diverso signo y con la duda de mi “UNBUFU”.

Me noto como el ave migratoria, que oye la llamada de una nueva estación de destino, presta a superar vientos desfavorables, halcones del éter y largas distancias de cansancio seguro. 

Siento que debo desprenderme de ataduras del pasado y volar alto y lejos, al desconocido destino. 

Es tiempo de metamorfosis; de transformarme en un ser alado, que ligero de equipaje, pueda buscar su final, en un mundo de colores, exento de malos recuerdos, con memoria selectiva de felicidad, aunque como todos, con el alma deshilachada, por los jirones de la vida.

Al aire, al viento, al riesgo de vida en libertad; a la búsqueda del momento de felicidad y gloria.

Mi alma es una gran maleta de recuerdos que  llevaré conmigo, como única atadura de pasado. 

En ella, están plisados nobles sentimientos hacia todos los que me dieron el privilegio de su amor en mayúsculas y me servirán de alas para volar la ruta
















   



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