jueves, 1 de julio de 2021

Ya es verano

El sol calienta. La piel de toro se reseca, el sudor del estío, pide mar y montaña, olas y bosques. El
pueblo necesita fiesta y alegría, para restañar las secuelas de la pandemia.

He huido del bullicio y del calor. Estoy en Suecia, donde el verano es una primavera mediterránea, de manga larga, vida dulce y placentera.

Paisajes verdes, de bosques, islas y lagos, donde pasean con mochila cabelleras rubias, de ojos turquesas. 

Parajes de cisnes, ciervos, alces, zorros, castores, renos y glotones; vida floreada, silvestre y hermosa, que colma el alma de belleza, paz y equilibrio en una Naturaleza querida, cuidada y respetada. 

Parques mimados, impecables, maduros y placenteros, donde los jardineros pintan poesía con flores. 

Los lagos congelados en invierno, ya derretidos, han encharcado sus márgenes y han proliferado millones de "mosquitos de inundación". Están ávidos de sangre y ocasionan molestas ronchas que evito o soporto con resignación.

Jalonan el paisaje, casas de madera, pintadas en rojo, con preciosas vallas invadidas de flores silvestres o con peonías, azaleas y rododendros. Un paisaje multicolor, tan hermoso como el blanco dominante del nevado invierno.