sábado, 30 de septiembre de 2017

Frases para pensar

Las frases que han cuajado a lo largo de la historia, son la sabiduría que el tiempo ha consolidado.

He seleccionado para el lector, algunas de ellas que realmente, merecen la pena:

"No se puede esperar el alba, sin pasar la noche" Khalil Gibran

"La tristeza es un muro edificado entre dos jardines" Khalil Gibran

"Hay flores en todas partes, para quien quiere verlas" Henri Matise

"Lo único que no cambia jamás, es que todo está cambiando" Le Yi King

"Solo el árbol que ha soportado el viento, es realmente viigoroso" Séneca

"Las palabras que no son dichas, son las flores del silencio" Proverbio japonés

"Quien mira permaanentemente el horizonte, no ve el prado que tiene delante" Proverbio chino

"Hay que lavarse los ojos antes de cada mirada" Proverbio chino

"El camello no ve su ppropia joroba; ve la de su hermano" Proverbio árabe

"Un amigo es un camino; un enemigo es un muro" Proverbio chino

"Cuando un árbol cae se le escucha; cuando crece el bosque, no hace ruido" Proverbio africano

"La amistad es siempre una responsabilidad; nunca una oportunidad" Khalil Gibran

Quisiera, pobre de mi, añadir dos frases personales y ojalá sean igualmente útiles en el futuro:

"La formación tiene una época dorada: del biberón a la ortodoncia" Miguel del Valle

"Viajar, es leer la vida" Miguel del Valle

Buen día

domingo, 24 de septiembre de 2017

Peras verdes

El sol sale mas tarde y se acuesta antes. Las hojas de los arboles anuncian el oro y la sangre del otoño reciente

Veo en televisión "La casa de los espíritus",  un gran guión, un magnifico reparto y una excelente interpretación.

Es la historia de un sueño, una lucha, un ansía de poder, unos sentimientos rotos y el inicial triunfo de una revolución, apagado por las botas y los fusiles.

Un té calienta mi mano, como la rutina de cada día y me embargan los sentimientos, mientras me acomodo en el rincón de la verdad.

A veces, cada uno de mis hijos se encuentra lejos, pisando tierras de trabajo o de horizontes hermosos. Ellos luchan también por sus sueños y por su pan de familia.

Se afanan en un mundo cada vez más pequeño y vivo con ellos sus cimas coronadas; ya sean laborales, académicas o deportivas.

Mientras, yo, viejo y consciente de las limitaciones de calendarios pasados, aún tengo fuerzas  para hilvanar mis propios sueños.

En los albores de mi vida profesional, viví la revolución y el golpe de estado en Chile, tema de fondo de La casa de los espíritus.

Los sueños rotos de Chile, trajeron sangre, dolor y muerte. Y ahora, en España, suenan gritos de independencia y se huele el odio y la sangre derramada.

Algún día, marcharé a tierras lejanas, de selvas y volcanes, para ver el vuelo arbóreo de los orangutanes y bañarme con los elefantes.

Pero antes, pasearé por mi jardín y recogeré sus frutos en la senda del goloso. Aunque las peras esten aún verdes, para que en mi ausencia no sean pasto de pájaros y hormigas.

Las cosas están en orden, siento curiosidad por los horizontes; mis sueños vuelan y aún ansío disfrutar la maravillosa aventura de la vida.

Las peras están verdes, pero mis sentimientos están plenos, maduros y felices, como ocurre con los personajes de la película.

Mi vida, como la de ellos, ha bailado la sinfonía del destino, a trece respiraciones por minuto, con lágrimas de llantos y risas; con miradas intensas o perdidas en el horizonte, con paz interior y aún con capacidad de amar, a pesar de las cicatrices del alma.

La vida es hermosa, aunque las peras estén verdes

domingo, 17 de septiembre de 2017

Españoles en Francia

He hecho un viaje a los sentimientos. Una vez más, he acudido al hospital del alma, del que ya escribí un artículo en el 2015. Está en una pequeña población del Midí francés, donde residen unos amigos que son como hermanos.

Esta vez, había un motivo añadido: festejar los 50 años a la que conozco desde su infancia.

Pan,  vino y  queso ,  para volver a empezar en una espiral de colesterol, interrumpida por jamón, pâtés, tortas de aceite, algunos platos bielorrusos, caviar ruso y otros manjares aportados por el que subscribe, o por rusos, bielorrusos, marselleses, gascones, normandos y gentes de otras regiones francesas.

En la fiesta final, tuve el placer de dar un concierto de violín, de 8 kg de recebo, que centró y de qué manera, la atención de los presentes.

La mescolanza de gentes de orígenes diversos, implicó esfuerzos lingüísticos y también de vinos y licores, superando así, la moderación de consumo de alcohol de la que suelo hacer gala.

Éramos tantos, que a pesar de la gran capacidad de la casa, parte de nosotros debimos alojarnos en una casa cercana,  entre campos  de maíz y girasoles .

Sé muchas historias de españoles afincados en el sur de Francia. Sus orígenes y circunstancias son muy variados.

El dueño de la casa rural donde me alojé, era hijo de un almeriense exilado tras la guerra civil, que había combatido contra los nacionales primero y en la a Resistencia contra los nazis, después.

Uno de los asistentes a la reunión, malagueño de origen, era hijo del hambre, pues su padre emigró en los sesenta del XX, en busca de trabajo y una vida digna para su familia.

Al vendedor de quesos en el mercado, me explicaba las maravillas del queso Margouall, cuyo intenso sabor era parejo al hedor que desprendía. Al preguntarle si aguantaría bien un viaje hasta España, me sonrió con alegría. Me había creído italiano y me confesó que era cacereño. Dejamos entonces de "hablar en extranjero" y me comentó que llevaba allí más de veinte años y que su vida en Francia, era por amor.

Odio, hambre, amor,..., las razones de vivir fuera de España, eran tan diversas como justificadas, pero todos ellos, sentían nostalgia por la tierra de sus padres, aunque tuvieran un español afrancesado y sus descendientes difícilmente se identificaran ya con sus raíces.

Buena tierra y buena gente, que nos mira con cariño y lamenta la deriva política de quienes quieren romper España.

Tienen el corazón dividido entre su origen y su destino, pero sus latidos se aceleran cuando un español les habla en el idioma de sus padres y les cuenta cosas y cuitas de la vieja piel de toro.

Cada año, oigo nostalgias y tristezas, de quienes son de dos partes y de ninguna. Y yo les comprendo,  pues en cierto modo, cambié por mi trabajo, las calientes tierras de Andalucía, por las verdes montañas de Cantabria.


sábado, 9 de septiembre de 2017

El beso del viento

Verano del 17. Cielos azules. Aguas atlánticas. Hijos. Nietos. Sobrinos. Viento del norte.

Cantabria estaba hermosa, plena de turismo, de paisaje, cultura, belleza y fina manta de noche.

Orgulloso de esta tierra, la mostraba a familiares de súbita  e inesperada visita. Cabo Mayor, Sardinero, La Magdalena, un paseo por la bahía y un descenso a una cueva, de agreste acceso y gran belleza

El barco hendía su proa en la espuma, las gaviotas cabalgaban el viento y mi franca sonrisa, se tragaba el aire con sabor a mar.

Mi sobrina, abría los ojos al paisaje, grabando en su mente cada surco de agua y los virajes de los pequeños navíos a vela.

Fue una inolvidable mañana de belleza y sentimiento,  con momentos con sabor a historia.

Noches de grillos, croares de ranas y luces de escasas luciérnagas. Hijo venido, con su familia. Mi familia.

Liencres. Mar abierto. Olas. Surferos. Turistas de furgoneta. Cometas al aire. Sol. Libertad. Naturaleza. Alegría de vivir. Pasión de mar.

Un viejo. Una cámara. Una afición. Reportaje fotográfico, al viento, apurando así los días de mi final.

Colores. Siluetas. Vida. Belleza. Era lo que pretendía cazar para los recuerdos de mi otoño y los que siguen mi blog.

El verano se marcha, pero quedan mis fotos y mis palabras.

BAHÍA DE SANTANDER

Al fondo, Hotel Real y la casa de la familia Botín


Casa de la Familia Botín
El ferry hacia Inglaterra
Las antiguas caballerizas del Palacio de la Magdalena

Palacio de la Magdalena
Faro de la Cerda


Mis inesperados sobrinos
La abrupta costa del Faro de Cabo Mayor
Faro de Cabo Mayor



Con mi sobrina Rocío
Centro Botín


LIENCRES
Banderas al viento


























martes, 5 de septiembre de 2017

Aventureros

Tener una aventura, es una expresión muy abierta. Puede significar tener una experiencia fuera del matrimonio, meterse en un negocio complicado, ir más allá de los límites razonables de la seguridad personal o muchas otras situaciones de la vida actual, en la que cualquier eventualidad es posible.

Los antiguos aventureros de antaño, eran intrépidos viajeros que recorrieron el mundo por tierra, mar y aire, investigando la existencia de fauna, flora y etnias humanas desconocidas; cartografiando el Planeta; abriendo colonias y creando imperios; ensanchando los límites geográficos del ser humano, subiendo a las cimas más altas, descendiendo a las profundidades del mar y de la tierra más inaccesibles, atravesando las selvas más impenetrables o investigando las fuentes del Nilo.

Marco Polo, Colón, Magallanes, Livingston, Cook, Darwin..., la Humanidad honra la memoria de quienes ensancharon las fronteras de la civilización, el poder y el conocimiento.

Un aventurero, era aquél que sacrificaba su vida y la de su familia, en busca de unos ideales. Algo similar hacían los científicos, que se abstraían de todo, incluso de su familia, pero al residir en el hogar, no se les confería dicha denominación.

En cualquier caso, los aventureros eran gente especial, alejados del prototipo de persona estable, comprometida, seria y con obligaciones cotidianas. 

Eran soñadores que se alejaban de la rutina. Sus largas ausencias imprimían carácter y a su vez, eran propicias a buscar allende los mares, los placeres que la vida reserva al ser humano.

Un aventurero, era en la mayoría de los casos, un verso suelto sin ataduras o de lasos compromisos afectivos. Por ello, cuando se dice de alguien que es un aventurero, se suele enviar el subliminal mensaje de que es una persona poco fiable, capaz de dar muchos disgustos y pocas satisfacciones.

Con el tiempo, ser un aventurero, era en muchos casos, ser un buscador de amores prohibidos; un felón sentimental; un mal cónyuge y un mal progenitor. Alguien que provoca el infortunio de sus familiares y amigos.

Hoy los tiempos han cambiado mucho. Ir a "ultramar", pisar desiertos, navegar ríos caudalosos, surcar cielos lejanos y contactar con extrañas tribus, ya no es tan difícil. 

Las comunicaciones, los transportes masivos y las agencias de viaje, proporcionan "aventuras" pasajeras, que transportan al pasado, pero sin los riesgos y las penalidades de otras épocas.

A veces, me han llamado aventurero, porque he ido un poco más allá del horizonte de mi tierra. Algo de verdad hay en ello, pues nací con curiosidad e inquietud, para escudriñar la linea que se desdibuja en la lejanía, allá donde el cielo y la tierra se besan en la bruma.

Pero créeme, lector. Hoy es muy fácil ser aventurero. Un billete de avión, soportar turbulencias, aterrizar en pistas imposibles, navegar con frágiles barcazas por laberintos de selva, soportar mosquitos, arañas y otras alimanñas,... es cuestión de tiempo, dinero y a veces de algo de inconsciencia o simplemente, de que las satisfacciones superen las incomodidades de la aventura.

Superado el viaje, se olvidan los inconvenientes e incomodidades del camino y quedan como recompensa, los recuerdos de un koala en brazos, un león bajo la ventana del todoterreno, la cabalgadura de un búfalo de agua o la inmersión entre escualos en aguas tropicales.

Sacarse una foto con un orangután, bañarte en el río con elefantes, verte de frente con un gorila macho alfa o que se te corte la respiración ante la cercanía de un tiburón blanco en el interior de una jaula protectora, son momentos de aventura o tal vez,  de inconsciencia.

Sacarte una foto comiendo un langostino de matorral (saltamontes), bebiendo licor de serpiente o cualquier alimento raro, lo hace cualquiera que tenga estómago.

La verdadera aventura; la que te hace sentir la felicidad de respirar trece veces por minuto, es amar y ser amado; tener entre tus brazos el fruto de ese amor, aunque tenga los pañales cagados; sentir la caricia de unos padres o llorar en intimidad, de alegría y satisfacción, cuando tus obras te suben la autoestima.

La verdadera aventura, es pues, el amor, la responsabilidad, el compromiso y poder mirarte al espejo con el orgullo de volar alto y lejos en actitud, aunque no conozcas más, que el horizonte de tu terruño. Lo demás, no son sino bucles del camino, en la maravillosa aventura de la vida.