martes, 27 de marzo de 2018

Egipto 4: Aswan, la presa y el poblado nubio

La crecida anual del Nilo, por las aguas provenientes de Uganda y Sudán, convirtieron las tierras cercanas, en una fértil y vega, que alimenta a los egipcios desde muchos siglos atrás.

Pero el curso del río, era impredecible, sucediéndose inundaciones o largos periodos de sequía, que destruían las cosechas.
La construcción de una presa, regularía el nivel de las aguas y aseguraría la planificación de los cultivos.

La presa se inició en 1899 y se acabó en 1902. Lamentablemente, se comprobó que su altura no era suficiente, por los que tuvo que ser reformada.

Gamal Abdel Nasser, decidió construir una nueva presa en 1956 en Aswán, pero ello supuso una grave amenaza para el patrimonio histórico nubio.

La Unesco desmontó y trasladó a lugares más seguros,veinticuatro monumentos, siendo el más importante, el complejo de Abu Simbel. Algunos de ellos, fueron donados a países que colaboraron técnica y económicamente con Egipto.

Los templos donados, fueron los siguientes:

El templo de Debod a Madrid
El Templo de Dendur al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York
El Templo de Taffa al Museo de antigüedades de Leiden
El Templo de Ellesiya al Museo Egipcio de Turín

Al Museo nacional de Sudán de Jartum fueron entregados:
El templo de Ramsés II de Aksha
El templo de Hatshepsut de Buhen
El templo de Jnum de Kumma
La tumba del príncipe nubio Djehuti-hotep de Dibeira
Los templos de Dedun y Sesostris III de Semna
Las columnas de la catedral de Faras

El agua contenida en la presa, retrocedió 500 km y formó el conocido como lago Nasser, El agua del embalse, inundó 45 pueblos nubios situados a orillas del río Nilo y tuvieron que ser reubicados en lugares más elevados y seguros.

Es el lago artificial más grande del mundo y es visitable por el turismo, si bien, las medidas de seguridad son extremas, por ser un punto muy sensible para el país.

Alberga un monumento erigido como homenaje a la Cooperación ruso-egipcia.

Hay un crucero que sale desde Aswán hasta el templo de Abu Simbel, pero las agencias de turismo, no suelen ofertarla en sus programas turísticos.

Hay motonaves y falucas, que parten desde la presa y trasladan a los turistas, hasta un poblado nubio. La navegación es hermosa, pero el poblado nubio, carece de interés alguno. Se visita una vivienda, muestran unos cocodrilos que tienen en pequeños estanques cerrados, te ofrecen un té a la menta y luego, comerciantes del lugar, no siempre nubios, intentan venderte artículos de algodón, cerámica, cuero y especias.

En definitiva, una excursión agradable e interesante, pero prescindible.


                                       Representación de la presa de Aswán                                               
Falucas navegando por el Nilo
                                                         Mercedes, Vibeke y Esther                 
                                                                 

                                         Monumento en recuerdo de la cooperación rusa




















                                                         Cría de cocodrilo del Nilo


                                                                    Con una nubia




Egipto 9: el paisanaje

Cuando viajo a un país, me gusta deambular por sus calles, mezclarme con la "fauna humana", oler sus perfumes, oír sus voces, sentir el palpito de la vida y traducir a mi intelecto, los sueños y ambiciones de vida de un pueblo.

Es difícil abstraerse del monumental Egipto, con sus templos, sus pirámides y la inmensidad de su cultura. 

Sé apreciar el arte y la historia de un gran pueblo, pero a mí me subyugan sobretodo, la fauna, los paisajes y el paisanaje.

Durante mi corto, pero intenso viaje por Egipto, tuve mi "sobredosis de piedras". Fue obligado y maravilloso.

Pero lo que realmente me llenó, fue observar las orillas del Nilo desde el barco, transportándome a tiempos pretéritos, como si fuera un nacimiento viviente.

Egipto es un viaje imprescindible en el circuito turístico mundial. En él confluimos viajeros de todos los continentes, con culturas realmente dispares, gracias a la globalización.

No sólo se observan gentes del sur y del norte del país, sino toda clase de musulmanes de países limítrofes; cistianos de diferentes credos, católicos, ortodoxos, budistas, hinduistas, etc., hasta conformar un auténtico escaparate de la vida humana.

Los orientales forman ya parte del paisaje internacional. No importa el lugar, allí están, en grandes bandadas invasoras, ocupando todo el espacio, muchas veces de forma imprudente y con ansias de fotografiarse con cualquiera que les llame la atención.

Aportan exotismo, especialmente, las mujeres, que se recrean en posados interminables bloqueando los monumentos al resto de los turistas.

A pesar de mi dilatada experiencia en países musulmanes, aún me llaman la atención las mujeres con burka, como me ocurre, pero generando otros sentimientos, al ver las negras con sus coloridas telas, sus turbantes y sus bebés en la espalda. 

He aquí, algunos testimonios gráficos de mi primer viaje del presente año.