martes, 21 de febrero de 2023

El vals de Misha

Algunos de los "Niños de la guerra civil española",volvieron de la Unión Sovietica en 1956, con supervivientes, de la División Azul, hechos prisioneros en los frentes de Novgorod y Leningrado.

Misha, uno de los niños, dejó su amada Rusia, para reencontrarse con su familia española. Pero la ilusión pintaba de negro.

Su padre había muerto luchando contra los nazis en la Resistencia francesa y su madre, falleció poco después, con  tuberculosis, en una aldea de Cabuérniga.

Triste y sin familia, deseaba volver a su patria de acogida. Su padre adoptivo, miembro del KGB, quiso ingresarle en el Centro, pero él quería ser músico e inundar el aire de poesía con sus partituras.

A menudo, soñaba con Alina una preciosa siberiana, que le habia robado el corazón.

Aquella mañana, rezaba compungido y desorientado en la Iglesia del Cristo, en Santander. 

Jana, una guapa lugareña, se sorprendió al verle persignarse como los ortodoxos y se sintió atraída por él.

Nieta del ama de cría del Rey Alfonso XIII, lucía los generosos pechos, que a modo de mascarón de proa, caracterizaban a las hembras de su familia. 

Jana, voluptuosa y de sangre caliente, engatusó al desvalido Misha, quien no veía la forma de regresar a Siberia.

Jana habia rechazado a un falangista con bigote, que con el tiempo, se haría famoso regalando anchoas, quien despechado, se fue a Bilbao a estrenarse con una pilingui.

Aquella tarde, Jana llevó a Misha a la hondonada de un acantilado. Era casi imposible divisarles por tierra, pero estaban expuestos a la suave brisa del bravío Cantabrico.

La pícara montañesa, le contó que el Rey de España había libado los reales senos de su abuela y que él tenía el privilegio de besar los de su nieta.

La sangre latina insufló de pasión a Misha. Éste, bailaba sobre ella, al ritmo de un vals que había compuesto. Mientras, Jana, parecía nacida para aquella danza.

Los pesqueros de bajura, regresaban a puerto, para subastar sus capturas. Uno de sus patrones, pescador y músico aficionado, sorprendió a la pareja en su danza amorosa y tocó la sirena de su barca al ritmo de un vals.

Avisados por radio otros patrones de barco, se sumaron al concierto de sirenas. 

Llegado el extasis final, Misha saludó a la improvisada orquesta, que vitoreaba al afortunado varón, mientras Jana, tapaba sus encantos femeninos.

Días más tarde, Misha viajó a Suecia y desde allí, embarcó hacia San Petersburgo. El Transiberiano le llevaría a su fría y blanca Siberia, determinado a conquistar su soñada eslava.

A veces, Misha cocina el Sorropotun, un plato típico de Cantabria y sonríe pícaramente. Alina, le conoce muy bien y  sabe que esa mueca, esconde un secreto jamás desvelado.

                        Sorropotun

Ingredientes: patata, bonito, cebolla, pimiento verde, pan de hogaza, caldo de pescado, perejil y salsa de tomate.

Picar la cebolla y pocharla a fuego lento para tostarla. Retirarla luego del fuego, quitando el exceso de aceite. 

Picar el pimiento y las patatas.Freír los trozos de pimiento, mezclarlos con la cebolla y añadir las patatas.

Rehogar el conjunto y cubrir todo con el caldo de pescado. Cocer a fuego lento.

Mientras, cortar el bonito en tacos limpios y añadirlo al guiso con unas rebanadas de pan, cuando las patatas ya estén cocidas.

Hervir entonces dos minutos más, apagar el fuego, espolvorear perejil y servir en la mesa.