lunes, 28 de noviembre de 2016

Nota del autor

He realizado un safari fotográfico en Tanzania, recorriendo el lago Manyara, el cráter del Ngorongoro y el Serengeti. Aprovechando la ocasión, he visitado también un poblado  y un mercado masai.
En la actualidad me encuentro en Zanzíbar, uno de los puntos importantes del tráfico de esclavos en el pasado.
He recopilado numerosas fotografías de gran interés que serán convenientemente clasificadas en breve y documentaran diversos artículos de viaje sobre esta apasionante y hermosa experiencia

domingo, 20 de noviembre de 2016

Dinámica de poblaciones


"La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma"

La energía mueve el mundo y está presente en todo.  Si observamos un mapa del tiempo, podemos comprobar que las nubes bailan al son de los vientos, gobernados por el régimen de las altas y bajas presiones.

Algo parecido, ocurre con los seres vivos, fundamentalmente, en el Reino Animal, regulándose así las poblaciones mundiales.

Cuando apenas hay depredadores, los herbívoros proliferan de tal manera, que los carnívoros tienen entonces abundancia de caza. Proliferan éstos entonces, se produce una sobrecaza  y pronto disminuyen las poblaciones de herbívoros. Ante la falta de caza, los carnívoros mueren de hambre y se reinicia el ciclo.

En la Edad Media, la rata negra, estuvo ampliamente extendida en Europa y fue vehículo funesto de la peste. Ello causó millones de muertes humanas, retrasando largamente, el renacimiento europeo.

Durante las guerras napoleónicas, los pertrechos militares trajeron las ratas grises o Rattus norvegica. Era de mayor tamaño y mucho más agresiva que la negra, por lo que prácticamente desapareció de Europa y con ella, as epidemias de peste.

Durante la guerra de Vietnam, los americanos desratizaban los puertos, para evitar que la rata negra pudiera subir a los barcos y terminar en Estados Unidos. Pronto se dieron cuenta, que nuevas ratas ocupaban el sitio de las exterminadas, repitiéndose el problema.

Decidieron entonces no matar las ratas, sino desinsectarlas, impidiendo así que tuvieran pulgas, el verdadero transmisor de la peste.

Los canales permiten el trasiego de especies entre lugares diferentes. Por ejemplo, el de Panamá, permite el traslado de especies, a veces invasoras, desde el Atlántico al Pacífico y el de Suez, desde el Mediterráneo al Índico o viceversa. Es así como han aparecido mejillones tigre en el Mediterráneo, causando graves inconvenientes al obturar los conductos submarinos.

Por una u otra razón, transporte de mercancías, grandes desplazamientos humanos etc., muchas plantas y animales invasores, causan daños irreparables.  Las avispas asiáticas, están diezmando nuestras colmenas de abejas, poniendo en riesgo incluso la polinización de nuestros árboles frutales. Las abejas africanas, enormemente agresivas, atacan y matan a numerosos seres humanos.

La adaptación al medio, hace que los seres vivos evolucionen lenta pero inexorablemente. Por ejemplo, los negros de la sabana africana, están más expuestos al sol y por lo tanto sobreviven los que tienen más melanina y son más negros, que los negros de la selva, más adaptados a las sombras de los árboles. Al contrario, los negros de la selva, son más pequeños, porque de esta forma, se desplazan mejor entre los ramajes de los árboles.

Las mariposas negras, son más fácilmente distinguibles en el paisaje nevado, por lo que en las zonas septentrionales, proliferan las de tonos claros, que se confunden el paisaje y son menos cazadas por los depredadores.

Los grandes movimientos migratorios, permiten la difusión de enfermedades. Ya ocurrió cuando el descubrimiento de América. Entonces, las grandes poblaciones que desconocían la sífilis y la tuberculosis, carecían de defensas inmunológicas y fueron diezmadas por estas enfermedades.

Ocurre lo mismo con los microorganismos. Cuando eliminamos un germen patógeno con antibióticos, nuestro cuerpo es un excelente campo de cultivo para el desarrollo de otros seres, por ejemplo, los hongos. El uso de antibióticos, para curar una enfermedad, destruye la flora intestinal, imprescindible para la digestión y es posteriormente necesario reconstituirla. Deberíamos pues investigar en la ecología microbiana, pues este mundo microscópico, parece regirse por los mismos principios que los grandes seres vivos.

Hace varias décadas, observé miles de alevines de trucha obtenidos en piscifactoría. No todos eran perfectos. Muchos eran raquíticos, más sensibles a los hongos o nacían con deformaciones, como ejemplo, la lordosis.

En la piscifactoría, como en el medio ambiente, la selección natural termina por eliminar los seres más débiles. Exactamente lo mismo que ocurre en el desierto, la sabana, la selvas, la tundra, la montaña o en el fondo del mar.

Cada especie, tiene sus depredador, que la selecciona y la hace evolucionar permanentemente.

La especie humana ha interferido en el proceso de selección natural.Como seres inteligentes, hemos modificado nuestro entorno y realizado enormes progresos en la medicina y en la producción de alimentos.

Las vacunaciones preventivas, las producciones masivas de alimentos, la protección contra los depredadores, etc., ha determinado un considerable aumento de la población humana del planeta.

Hemos creado grandes núcleos urbanos, donde el hacinamiento permite la promiscuidad y el anonimato. Por otro lado, se producen enfermedades mentales y se favorece la drogadicción, el alcoholismo y la peligrosidad social.

La escasez de alimentos o de agua, la disputa por las materias primas y la agresividad que ocasiona una excesiva densidad poblacional, ocasionan guerras, asesinatos y perversiones, que hacen nuestro mundo cada vez más complicados.

Los masivos desplazamientos humanos, huyendo de guerras, del hambre y de persecuciones políticas o religiosas entra dentro del fenómeno de la dinámica de las poblaciones.

La historia nos muestra muchos ejemplos de desplazamientos humanos masivos. Las invasiones por potencias coloniales europeas, transformó el mundo, creó fronteras artificiales, dividió pueblos, destruyó culturas y desarraigó grandes núcleos de población.

La práctica desaparición de los indios americanos y de los aborígenes australianos son ejemplos no muy lejanos. En la actualidad, los flujos migratorios, han cambiado de sentido. Ahora, los pueblos antiguamente colonizados, invaden la vieja Europa, cansada, envejecida y progresivamente despoblada.

Todo se explica por la dinámica de poblaciones. Es cuestión de la presión que ejerce la energía.

Las nubes seguirán bailando con la música de los vientos y nosotros haremos lo mismo mientras aún existamos en el planeta.









sábado, 19 de noviembre de 2016

Mierda

A ver cómo lo digo: el mundo no es ajeno a la mierda. Allí donde hay vida animal, hay mierda. Así de sencillo y claro.
La palabra mierda es una expresión generalmente malsonante y polisémica, que se usa principalmente en el lenguaje coloquial.
En sentido estricto es el resultado del proceso digestivo y se refiere a los desechos fecales de un organismo vivo, normalmente expulsados del cuerpo por el ano.
En términos más vulgares o connotativos, "mierda" es un insulto hacia alguien o algo y en algunas ocasiones, una expresión para demostrar descontento o decepción.
Comentarios como eres un ...., vete a la ....., vaya ..... de tiempo, huele a ...., son frecuentes en la vida diaria.
En mi época, en la escuela se pedía permiso para hacer pis o pos, o bien, se señalaba con el dedo el uno o el dos, como si el profesor de turno, tuviera la obligación de saber el tipo de desahogo fisiológico que nos acuciaba.
Cuando vamos al médico, algunas veces nos preguntan cómo hacemos de vientre, si obramos bien o no, cómo son las deposiciones y esas guarrerías que a nadie nos gusta describir.
Muchas personas, que parecen orinar colonia u obrar puro cacao de primera calidad, intentan elevarse en su distinción, olvidando que todos los seres humanos, por muy encopetados e instruidos que seamos, nos vemos en la obligación y el privilegio, diría yo, de pasar por un trance diario de escasa exquisitez.
Estos puritanos, se escandalizan si oyen la palabra mierda y dicen que decirla es soez y escatológico. Pero ironías de la vida, cuando pronuncian este palabrejo, no hacen sino decir mierda en su origen griego. Pues sepa el lector, que escatología significa estudio del excremento (de skatós: excremento)
¡Quién no ha debido alguna vez superar un estreñimiento o una diarrea, ha pisado una mierda de perro, se ha manchado limpiando a un bebé y otras circunstancias más!
¿Acaso no se sabe que el abono orgánico de nuestras huertas, no son más que detritus fecales? ¿Es que no se conoce que una de los inóculos para hacer yogur, procede de las heces de un bebé? ¿Es que no sabemos que la presencia de coliformes fecales en algunos alimentos, generaba antaño un sabor grato en algunos alimentos y que la generalización de la pasteurización o la depuracion de moluscos, implicaba la pérdida de un sabor multitudinariamente aceptado y valorado?
No me gusta expresar la palabra, aunque en ciertos momentos, haya podido decirla como mera forma de descompresión emocional. Pero convengan conmigo los lectores, que a veces un sonoro mierda, sienta bien decirlo.
Que levante la mano quien alguna vez no haya dicho esa palabra. La sociedad es hipócrita y oculta en público lo que dice en privado.
Que me aspen, si alguien en tono coloquial, usa expresiones como:
"Cambia los pañales al niño, que ha hecho una deposición y está manchado de excrementos"
"Me cae fatal Borja Mari; es un auténtico excremento"
"Iba por la calle y pisé un residuo fecal de un perro que había obrado en la acera"
"Mariano Jesús me dijo que yo era un cursi y me vi impelido a decirle que se fuera a la deposición"
Lo dicho, una mierda bien dicha, en su puntual y oportuna medida, no es una falta de educación, sino un placer al alcance de todos. ¡Faltaba más!


Arenas vivas

Tengo un alma joven en un cuerpo viejo. Mi corazón se cansa, las fuerzas me abandonan y mi frescura intelectual se agota. Sin embargo me río, siento alegría y mantengo la curiosidad por los caminos de la vida.

Tengo intactos mis sueños y aún ansío pisar tierras lejanas. Pero el mundo es muy grande y mi tiempo  mengua inexorablemente.

Ya he roto mucha maletas por hermosas rutas y veredas; he pisado barro, alfombras de seda y me he sumergido en multitudes extrañas, pero no es suficiente.

Conservo con cariño y nostalgia, arenas de muchas partes del mundo pisado y vivido. Cada muestra, es un recuerdo y tiene una historia y cada grano de arena, es un suspiro lejano o un latido hermoso.

Ahora también viajo siguiendo los paseos de mis hijos por el mapamundi. Poco a poco, acumulo arenas arrancadas a los paisajes de muchos horizontes y esto me produce una gran satisfacción personal.

Me he convertido en un coleccionista de arenas y aunque resulte extraño, somos muchos los ciudadanos del mundo que compartimos esta afición.

Cada uno de nosotros tenemos diferentes motivos. Unos ansian poseer arenas de todos los paises; otros, buscan puntos geográficos singulares, colores o composiciones geológicas curiosas.

Disponemos de redes de aficionados para intercambiar nuestros pequeños tesoros personales.

Soy muy selectivo con mi colección. No busco acaparar muestras, sino interés concretos, como islas hermosas o con leyenda; estrechos que abren las aguas a los barcos de grandes travesías; playas famosas del mundo; composiciones geológicas especiales; restos de foraminiferos, lugares de trascendencia histórica, lava de volcanes, arenas de desiertos o de grandes rutas.

Tengo arenas negras, blancas, verdes, azules o rojas; arenas coraliferas, o de lugares inaccesibles, de las rutas del tráfico de esclavos, de la seda, de islas lejanas de piratas del Caribe o de los mares del sur; de las playas del desembarco de Normandía o de los viajes de intrépidos navegantes, como Colon, Vasco de Gama, Juan Sebastián Elcano o el Capitán Cook.

También tengo lava de volcanes emblemáticos del mundo, algunos de ellos en frecuente erupción, como el Pitón de la Fournaise, que yo mismo visité entre dos erupciones, allá en la isla de la Reunión.

Paulatinamente, me hago de rarezas del mundo y al tenerlas en mi mano, me transporto a lugares lejanos y sueño viajes, leo costumbres, aprendo geografía, historia, economía y por supuesto algo de geología.

Recogí una magnífica arena de olivina en una playa de la Reunión. Esta arena se forma por la explosión de la lava incandescente al tocar las frías aguas del mar.  Aquél aciago día, un tiburón buldog, arrancó la pierna de una joven adolescente, que tenía toda una vida por delante y murió desangrada. Cuando mis dedos juegan con aquella arena, se agolpan en mi cabeza la curiosidad geológica y la tragedia que truncó la felicidad de una familia.

En cierto modo, viajo a mi manera, por un mundo convulso y hermoso. No es una inversión de futuro, sino tiempo de amor, curiosidad y entretenimiento. Son largas tardes lluviosas refugiado tras los cristales del hogar, disfrutando del placer de aprender y de la tranquila vida de jubilado.

Es en el calor de hogar, cuando agrando la colección de arenas, obtengo información sobre su composición, los hechos trascendentes que se vivieron en ella, la singularidad de su ubicación, la flora, la fauna y la idiosincrasia de sus habitantes.

Las playas de Normandía, evocan la sangre derramada por la libertad de Europa. La isla de Santa Elena, el ocaso y muerte de Napoleón Bonaparte. Las arenas de las pirámides, la misteriosa cultura de los faraones; la ruta de la seda, los viajes de Marco Polo. Las playas de la isla Pitcairn, el famoso motín del Bounty. La lava del Vesubio, la tragedia de Pompeya y así un largo caminar por las sendas de la historia y la imaginación.

Viajo en persona, en el corazón de mis hijos y en la virtualidad que me proporcionan los libros e internet.

Cada dia, ensancho mis conocimientos, mis sueños y mi corazón. Sé que al final del camino, dejaré todo en mi último viaje sin retorno. Pero habré disfrutado, comparando por ejemplo, en una conjunta visión arena de todos los desiertos del mundo: El Sahara, el Gobi, Atacama, ..., todos los desiertos, todos los colores y todas las peculiaridades de un mundo imposible de abarcar.

No, coleccionar no es para mi un impulso de acaparamiento sin sentido, sino una forma, dada mi afición, de conocer, sentir y amar, un mundo diverso, hermoso, cruel y maravilloso, que no me pertenece y del que tan solo soy un grano de arena de su inmensidad.


Cornada de burro

Un viejo conocido me dijo que moriría de cornada de burro. Este especímen de Cintruénigo, allá por la noble Navarra, se mofaba así de mi mentalidad preventiva. Qué le voy a hacer, le decía yo, si me he formado y cocido en el horno de la salud pública. Cómo quieres que viva, si mi profesión ha sido siempre evaluar riesgos, preverlos y actuar en el caso que ocurran.

Ya jubiloso y jubilado, continúo con mi "mas vale prevenir que curar" o dicho de otro modo, " por prudente y por gallina, se muere menos"

Hay muchos programas de seguridad en la vida: seguridad social, seguridad ciudadana, seguridad alimentaria, seguridad e higiene en el trabajo, seguridad vial,.... en definitiva, lo habitual de un país desarrollado, que vea por el bienestar de sus ciudadanos y esto, ha calado siempre en mí interior.

Y en estas estamos, cuando decido, una vez más, colgarme una mochila en la espalda, ponerme un calzado para suelos de países subdesarrollados y mirar el horizonte a lo lejos, presto a la aventura, las emociones fuertes y a lo desconocido.

Voy a visitar un país tan maravilloso como imprevisible, donde el riesgo puede sobrevenir en cualquier momento desde muchos ángulos diferentes.

Tanzania, es un gran espectáculo de vida y muerte, donde la NATURALEZA debe escribirse forzosamente con mayúsculas. Cientos de especies salvajes, se afanan en comer y no ser comidos, donde la selección natural, la agilidad, la velocidad, la fuerza, la astucia y el camuflaje, marcan la diferencia entre ver o no el siguiente amanecer.

Grandes y pequeños, con manchas o con rayas, con garras y colmillos, herbívoros y carnívoros, alados o no, todos son parte de un paisaje que estremece, sobrecoge y apasiona. Leones, leopardos, guepardos, licaones, hienas, facoceros, cebras, jirafas, ñús, antílopes, gacelas, rinocerontes, hipopótamos, elefantes, búfalos, águilas, flamencos, buitres, cocodrilos,...la inmensidad de la biodiversidad en su estado puro, ejemplo palpable de la teoría de la evolución de Charles Darwin y una maravilla de colores y formas rompiendo la línea del horizonte.

Ese es el ambiente en el que me moveré en las próximas fechas, para impresionar mis retinas, mi alma y mi corazón, de grandes e inolvidables emociones.

Como veterinario, mi vocación fallida, fue la de trabajar en una reserva de animales salvajes en África. Lo intenté en su día, incluso, entrevistándome con el irrepetible y desaparecido Félix Rodríguez de la Fuente. Como sucedáneo de mi sueño, a punto estuve de trabajar en un zoológico e incluso en el Parque Natural de Cabárceno, hace ya muchos años.

Por eso, pisar la sabana y ver los "cinco grandes" de frente y en su medio, significará para mi cumplir un sueño de vida.

Si en el museo del Louvre, recorrí varios kilómetros de pasillos, buscando las 10 joyas del museo: La victoria de la Samotracia, la Gioconda, el Código de Hamurabi,... aquí, recorreré la sabana, a saltos de baches, en busca, de elefantes, rinocerontes, búfalos,.. hasta ver las grandes emociones del lugar.

He vivido varios años en África y conocido el desierto y la selva, viendo especies salvajes de forma aislada, pero hasta el presente, no he hollado el gran teatro de la vida y muerte en su máxima expresión.

A mis años y con mi experiencia, siento una gran emoción, preludio de la inmensa felicidad de verme en el corazón de la fauna africana.

Hay sin embargo una fauna menor, pero muy peligrosa, que deberé eludir en lo posible. Se trata de serpientes, arañas, escorpiones, o de especies muy numerosas, diminutas, molestas o transmisoras de enfermedades.

Descendiendo al detalle, se trata de los mosquitos, capaces de transmitir el paludismo o el dengue; de las garrapatas, susceptibles de causarte una fiebre hemorrágica o de la mosca tsé, que puede aportarte la enfermedad del sueño.

Voy vacunado contra el tétanos, la fiebre amarilla, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y el cólera. Llevo un mini botiquín con repelentes de insectos, antihistamínicos, malarone y toda una panoplia de la ciencia moderna para afrontar cualquier eventualidad. Llevo un seguro de asistencia sanitaria, otro de evacuación de emergencia en helicóptero, una chaqueta anti-mosquitos y un cuerpo viejo, cansado y con ganas de vida.

Por primera vez, en mucho tiempo, no viajo solo, vulnerable a cualquier eventualidad, a pecho descubierto, de frágil defensa. Ahora, viajaré con amigos de muchos años de probada convivencia. Ello me dará, sobretodo, la posibilidad de compartir las seguras emociones del viaje, que otrora, solo podía llevarlas en el silencio de mi soledad

Tras el salvaje Serengueti, el Ngorongoro y el río Bruneti, donde los cocodrilos cazan sus víctimas en la impresionante migración anual de herbívoros hacia las llanuras de Kenia, volaré a Zanzíbar. Aguas cristalinas, blancas playas de coralífera arena, mosquitos en tierra y tiburones en el mar, marcarán esta nueva etapa.

No digo que esta etapa sea la de mayor emoción, pero la confluencia de razas humanas de países del océano Indico, aportarán vistosidad, tradición, cultura y exotismo.

Tal vez, una cena con mantel y velas en las dulces olas del mar, puedan añadir paz y templanza donde a buen seguro, sabré llorar la miseria y la crueldad de nuestros antepasados. No en vano, la isla de Goréa en Senegal, Benín y Zanzíbar, tienen en común el tenebroso sitio en la historia de la Humanidad: haber sido los puertos de salida del tráfico de esclavos negros, hacia el este y sobre todo, hacía las plantaciones de algodón de los estados sureños de Norteamérica y de azúcar en el Caribe

Mis ojos derramarán lágrimas de emoción y mi corazón latirá con fuerza.  Una vez más, África me acogerá en su seno materno y me dará riesgo, exotismo, autenticidad, emoción y felicidad.

Llevo un cuaderno de viaje, donde apuntar las impresiones y los acontecimientos de mi recorrido; dos cámaras fotográficas para capturar imágenes de la gran aventura de la sabana y un ipad, con el cual y en la medida que las circunstancias lo permitan, enviar pequeñas reseñas del viaje.

A mi vuelta, ya en el hogar, sentado en mi rincón de la verdad, frente al hermoso tulípero de Virginia, ya desprovisto de sus doradas hojas de otoño, escribiré, con calma, seguridad y nostalgia, las crónicas de un hermoso y salvaje viaje. Incluiré entonces, las fotos de mis cámaras y mientras, mi memoria evocará la gran fauna, al tiempo que disfrutaré con el vuelo de un humilde gorrión, el carmesí del pecho de un petirrojo o el azabache de un mirlo de anaranjado pico.

Prometo a los seguidores de mi ámbito afectivo y a mis desconocidos lectores, allende las fronteras, gracias a internet, lo mejor de mis emociones, escritas y descritas, con la autenticidad de quien escribe con el corazón.  










miércoles, 16 de noviembre de 2016

Lágrimas de pasión

Sé llorar y lo he hecho muchas veces, aunque no siempre por pena. Como hombre, casi siempre derramo las lágrimas en la oscuridad y el silencio, aunque no debiera avergonzarme por tener buenos sentimientos.

En la vida, he llorado de desesperación, rabia, pena, felicidad, amargura, amor y ternura. En definitiva, por una amplia panoplia de emociones humanas, de las que estoy muy orgulloso de sentir.

Algunos dirán que soy un sentimental, un blandengue y algún que otro calificativo nada sugerente, pero solo soy un ser humano con sentimientos, capaz de emocionarse con la belleza, el amor, la tragedia, el temor, la esperanza y los sueños de la vida.

Lloro perlas saladas que resbalan por mi cara y seco a veces con las encallecidas manos del vivir.

Lloro y disfruto a veces haciéndolo, pues elimino angustias húmedas de mi ser o expreso espontánea e inevitablemente, el sentimiento por un ser amado o tal vez, por el sufrimiento ajeno, la inocencia de un niño o la mirada de un viejo, que recorrida su vida, muestra las arrugas de sus vivencias.

Lloro y me congratulo de ser un "carne y hueso", ajeno a la frialdad de una máquina o a la semblanza del témpano, ajeno a las emociones de la gente corriente.

Lloro al ver un hambriento, un parias de la tierra, un espalda mojada o quemada, un saltador de muros de vergüenza, dejando su rastro de sangre y sufrimiento.

Lloro ante víctimas del terrorismo, las vidas truncadas por el destino, el hambre y la sed de los desheredados y a veces, lloro también por no tener valor para responder a las llamadas de mi consciencia, desoyendo el dolor ajeno y las consecuencias de la palabra solidaridad.

Lloro cuando sufre un niño o me desarma con su mirada. Lloro cuando siento la caricia de un ser amado. Lloro, pero no siempre hacia fuera, sino hacia adentro, sin lágrimas, pero con sentimientos escondidos, aunque no ausentes.

Solo soy un hombre viejo que intenta compensar a la vida, todo lo que ella me dio. Solo soy un cansado soñador, que quiere demostrar, en el último tramo de su vida, que sin amor, ternura y pasión, el camino no habría merecido la pena.

Joven, lee en los sentimientos de los viejos. Aprende de nosotros la experiencia de la vida. Repite nuestras historias, con otros tiempos.

Surca tus propias aguas; pisa tus propios caminos; tropieza y aprende por ti mismo y cuando finalmente, quiera Dios que llegues a viejo, ojalá tengas la capacidad de reír y llorar; de emocionarte por la vida y sentirte simplemente, un ser en el fugaz paso por la gran aventura humana

sábado, 12 de noviembre de 2016

El silencio

1965;Roy Etzel; Il silencio.
La emotiva melodía, ponía los pelos de punta hasta de los calvos.  Aquel éxito musical internacional, movió la sensibilidad de una España en blanco y negro.
Aún quedaban años para que un mundo de colores, tiñera nuestro país de alegría, se cayera el águila de nuestra bandera y el grupo Jarcha, invadiera nuestra piel de toro y nuestros corazones con su "Libertad, libertad, sin ira libertad y si no la hay,  sin duda la habrá."
Antes, los portugueses respirarían un mundo sin cadenas, gracias a su revolución de los claveles, con su melódica "Grandola la morena"
"Habla pueblo, habla" puso música a nuestras urnas en nuestra estrenada democracia. Poco después, llegaron los himnos autonómicos, marcando territorios, afianzando la identidad de los localismos, parcelando nuestros sentimientos y poniendo en duda nuestra identidad nacional en algunos exaltados.
La libertad soportó muchos años de plomo y el trágico sonido del tiro en la nuca. Sonidos fúnebres acompañaban  las lágrimas hacia la paz  de los cementerios  y esporádica e insistentemente, el dolor se apoderaba de nuestra incipiente democracia.
Un ruido de sables, enmudeció nuestras gargantas, con un "Quietos todo el mundo". Aquél sonido, bien pudo robarnos nuevamente los colores  con la vuelta del águila a nuestra enseña nacional.
Fredy Mercury y Montserrat Caballé, asombraron al mundo con "Barcelona" y aquellos Juegos Olímpicos, se clausuraron con "Amigos para siempre"
Llegaron los éxitos deportivos internacionales y nuestro himno resonaba en el mundo mientras nuestros hijos lloraban emocionados durante el izado de nuestra bandera en tierras extrañas.
Nuestro grito deportivo de guerra era "A por ellos". Con él se enardecían nuestros corazones y el sentimiento de país, a pesar de los dientes cerrados de los que quieren romper la nación más antigua de Europa.
La televisión nos metió en casa las canciones de la Operación Triunfo. Aquella. OT,  nos trajo de nuevo la emoción. Adolescentes con hierros de ortodoncia, viejos con bastones, adultos con patas de gallo,...., a todos se nos ponía la carne de gallina, con el lanzamiento a la fama de "hijos de nuestro pueblo"
Paquito el chocolatero, marcaba el ritmo en las pueblerinas fiestas del estío;  "achilipú" , "aserejé" y  "dale a tu cuerpo alegría, Macarena" , nos ponían nervios en los pies y alegría en el alma.
Después vino el "Chiquilicuatre" a darnos un baño de cutrez y atontamiento colectivo.
El mundo siguió girando, nuevas generaciones se adueñaron de las calles y el murmullo de la vida, atronó los sufridos tímpanos en uno de los países más ruidosos del mundo.
Esta madrugada sin embargo, me ha despertado el silencio. Las hojas que aún quedan en los árboles de este otoño, bailan al viento y la luz de la luna, refleja en mi dormitorio su última danza de clorofila
Siento paz y bienestar. El silencio es un gran ruido ausente y mi corazón agradecido, late feliz y adormecido.
Una famosa tonadillera, celebra su salida de la cárcel con su nueva canción " Cuando el sol se acabe" Ese sol que ahora viene del este, para iluminar el día, mientras la gente se despereza, para el bullicio, los ruidos y los afanes de un domingo de nostalgia.
Pronto cantarán los niños de San Idelfonso, marcando el comienzo de las Navidades. Seguirán silbando las balas de muerte en alguna revolución  y los comentaristas continuarán gritando goles por la radio.
La vida seguirá mientras que poco a poco, los que hemos vivido muchos calendarios, iremos dejando el sitio a nuevas generaciones y a inmigrantes de pateras y saltos de vallas, que vienen en busca de un mundo mejor, amenazando nuestra identidad y nuestras raíces, para hacer un mundo nuevo.
Pero hoy es hoy y yo, me he sentido feliz escribiendo para ti, este artículo, desde la cama de mi reposo, de silencio sonoro y sombras movíentes.
Que seas hoy feliz y que siembres de bondad y esperanza el camino de tu vida

miércoles, 9 de noviembre de 2016

La chupancia

                                       "La energía no se destruye; se transforma"

Esta es una de las verdades que rige la naturaleza y en cierto modo, que mueve el planeta. Esta tiene su versión en el mundo de la biología.

Los árboles de una selva, nacen, crecen usando el sustrato del suelo, formado por millones de seres vivos que han muerto previamente y finalmente, mueren ellos también, alimentando fitófagos, insectos, arácnidos, herbívoros, pequeños depredadores, que son a su vez comida de otros depredadores mayores o de carroñeros y así durante miles de años, repitiendo sistemáticamente el ciclo de la vida y la muerte.

Pero no siempre es obligada la muerte de un ser vivo para proveer de energía otras formas de vida.

Hay plantas, animales e incluso, seres humanos, que son verdaderos especialistas en el arte de robar energía ajena. Este fenómeno, se conoce simplemente como parasitismo.

En el reino vegetal, hay por ejemplo un ficus estrangulador, que crece en el soporte de un árbol, formando una retícula exterior, que lo comprime, al tiempo que le roba su energía durante mucho tiempo, hasta que al final, acaba por destruirle. 

Hay al menos 4100 especies, pertenecientes a 19 familias de angiospermas, que ejercen el parasitismo , por su incapacidad para hacer la fotosíntesis   

En el reino animal, hay miles de ejemplos de parasitismo, en el que el arte de la chupancia alcanza su máximo esplendor.

Tenemos animales que parasitan vegetales, como es el pulgón, la chinche de campo o el mosquito macho.

Hay también, animales que parasitan animales, como la pulga, las chinches de las camas, las garrapatas, los mosquitos hembras, las sanguijuelas o los miles de parásitos internos, de los que la tenia solitaria es un claro ejemplo.

Hay animales más complejos, que ejercen el parasitismo, como los vampiros, que succionan la sangre de los mamíferos y las lampreas de mar, que succionan igualmente los peces y los mamíferos marinos.

Finalmente y parangonando la expresión "El hombre es lobo para el hombre", hay seres humanos que pastorean sus semejantes y se aprovechan de su energía mediante la explotación directa, succionando la energía de su trabajo, como:

Algunos empresarios, que se aprovechan de la necesidad ajena, dando salarios de hambre;

Profesionales que no pagan sus impuestos o los aminoran ilegalmente, aprovechándose del torrente de energía que aportan los demás a la sociedad, sin contribuir adecuadamente ellos mismos;

Trabajadores que viven del cuento, sin aportar la energía laboral para corresponder así a su salario; 

Políticos, que se aprovechan de su posición de privilegio y extraen la energía de la sociedad vía prebendas, corruptelas y todo tipo de mangancias o mamandurrias y finalmente, 

Los que generan impuestos injustos desde la Administración pública y

Los banqueros que hacen ingeniería financiera o se inventan comisiones de muy dudosa legalidad, para extraer de la sociedad, la energía acumulada por su trabajo o heredada de sus mayores.

Todos los ejemplos expuestos, tienen en común el arte de la chupancia. El ser humano, ha nacido mamífero, es un lactante de bebé y no pierde ocasión de serlo de adulto.

No es extraño que nos insultemos, llamándonos mamones, chupones, chupópteros, sanguijuelas, vampiros, parásitos, mamandurros y otras expresiones similares.  



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sábado, 5 de noviembre de 2016

En la bruma

Las doradas hojas del tulipero de Virginia abandonan las ramas para colorear la tierra. Algo más allá, otro árbol se desnuda en el frío cubriendo el césped de hojas color tabaco.
Poco a poco, hemos pasado del verano al veroño hasta llegar al otoño hermoso en su color, su desazón y su nostalgia.
Todavía cabecean en el estanque grandes renacuajos que no conoceran el privilegio de saltar impulsados por ancas que nunca tendrán. Cometieron el pecado de nacer tarde, se salvaron de las letales larvas de libélulas y pronto entregarán su vida al frío que ha viajado desde el Artico.
Algunos insectos intentan refugiarse dentro de casa,  pero son escasos los que lo consiguen. Es tiempo de lecciones de chicharras y hormigas, de vagas cantarinas que mueren en el frío como cuenta la fábula.
La espesa niebla esconde las femeninas lomas que dibujan el horizonte de mi casa, donde mido con la vista el punto de amanecer de los días crecientes o menguantes.
Las semidesnudas ramas parecen hincar su madera en el cielo y el cuerpo, pide protección de hogar, recogimiento y olor a leña.
Las telas de araña se empapan de rocío, pareciendo complicados collares de perlas de agua. Las aves se bañan en el estanque y me agradecen el grano que las alimenta
Ya jubilado y funcionario cesante, pienso que fui canario enjaulado, con puerta abierta, negándome a volar por miedo a la libertad. Me tomé su tiempo, por miedo al tedio, el abandono y a incertidumbre.
Poco a poco, desentumecí mis alas y las abrí al viento de la vida. Y volé alto y lejos, por los cinco continentes, pero sobretodo, sentí el ozono en los pulmones, el frío en la cara y el riesgo de seguir mi destino.
Y hete aquí, que dejo mis ojos en la luminosidad de un ordenador, trabajando para un pueblo que dibuja la media luna en el firmamento  y llama a la oración desde sus minaretes.
Mi horizonte cercano está en las inmensas llanuras salvajes del Serengueti. El de invierno, tal vez huela a té a la menta con los pies en el desierto o a te con jazmines del delicado Oriente.
Reposo, bostezo, me estiro y me recojo. Mi cuerpo me pide la noche para dormirla en el amor de las sábanas. Mi alma serena, vive la madrugada, en la obscura intimidad y decido dormirme abandonándome a la felicidad