domingo, 19 de noviembre de 2017

Senderos del viento

19 de noviembre, tarde de sobremesa y televisión

 "Amor y muerte en Java".

Evoco mi reciente viaje a Indonesia, la navegación por el  río Sekonyer, mi camino por la selva y mis encuentros con los orangutanes. Historia colonial, plantación de tabaco, campos de arroz, cascadas, edificios coloniales, historia de una ambición, disputas de herencia, holandeses desplazados por los japoneses en la Segunda Gran Guerra y el triunfo de un amor.

Llamada desde mis raíces

Voz de mi juventud. Amigo desde el biberón, compañero de carrera e historia compartida. Sentimientos surgidos entre caballos e inocencias perdidas. Murió Juan, sufre  Pepe y compruebo con tristeza que la muerte es una amenaza real e inevitabale.

Acordamos un viaje a caballo, de Sanlúcar de Barrameda al Rocío. 50 km de silla vaquera. Pero lo nuestro, no es un viaje de geografía, sino al pasado, para reverdecer la amistad del alma, forjada a fuego en la juventud.

Y soñamos juntos, nuevos caminos de caballos, tal vez en África o en Centroamérica, por verdes sabanas de vida y muerte, por blancas playas de arena coralífera o por senderos de selva, de pura vida, por la bella Costa Rica.

"África mi amor"

 Primera Gran Guerra, colonialismo alemán en África, historia de una corrupción, guerra de alemanes contra ingleses con el Kilimanjaro como testigo, sangre entre Tanzania y Kenia.. Blancos y negros con roja sangre. Ambiciones, exotismo, pasiones humanas que derrotan en sufrimiento y una historia de amor, de inglés y alemana, en el continente que me subyuga.

Madrugada, párpados de plomo, desenlace final y sábanas de sueño.

Ramas desnudas, como lanzas al cielo, rayos de luz en mi rostro; 10 de la mañana, de cara al sol que  me despierta a la vida, para los afanes del domingo.

Manzana y miel; leche y dátiles; mandarinas de mi huerto, ducha reparadora, ropa de trabajo, poda de frutales, cansancio y luego, manos temblorosas del esfuerzo, para escribir mis ideas.

Mi pasión se desboca por la geografía del mundo.

El sur de África, me llama a ver los "cinco grandes". Elefante, búfalo, leopardo, rinoceronte y león, se erigen hermosos y altivos, en la sabana africana, acompañados por hipos, cocos, jirafas, cebras, gacelas, antílopes, licaones, hienas y tantas maravillas de la naturaleza.

Su costa me atrae, con sus ballenas, tiburones blancos y leones marinos.

Ansío verme entre himbas y bosquimanos o navegando en mokoro por el delta del Okavango.

Deseo sentir el vapor de agua de las cataratas Victoria, cabalgar a caballo y montar en elefante entre los grandes animales de la salvaje sabana.

El norte de la India, me envuelve con su blanco Taj Mahal, el sagrado Ganges, la subyugante Varanasi, los  paisajes exóticos, la aromáticas esencias y los colores de azafrán.

La inmensa China, con sus guerreros de terracota, la Gran Muralla, el río Yangtzé, los campos de té y de flores de canola, inundan de colores mis retinas.

Y por soñar, sueño con perros husky y renos, tirando de sus trineos por la gélidas nieves del Ártico, de auroras boreales, tiendas de inuits y cristales en el cielo

Sueños de senderos por el viento, bajo el rielar de las estrellas y el calor del sol, que me mantienen vivo hasta quién sabe cuándo. 
 SUDÁFRICA
Tiburón blanco


ZIMBABWE
Safari a caballo





Paseo en elefante africano
Cataratas Victoria
                                                                           NAMIBIA
   Tribu himba
Leones marinos
INDIA
Taj Mahal
Varanasi



Baño de purificación en el Ganges
CHINA
Río Yangtze
La Gran Muralla
Campo de té
Campos de flor de canola
CÍRCULO POLAR ÁRTICO












sábado, 18 de noviembre de 2017

Cristales rotos

Si alguien rompe un cristal de una pedrada, es posible que otros se animen a repetir la hazaña. Si los responsables no son castigados y los cristales repuestos, nuevas piedras deterioraran el lugar .

Si la autoridad es pusilánime y hace dejacion de sus funciones, grupos de inadaptados sociales, crecerán a la sombra del deterioro físico del entorno. Paulatinamente, el ambiente se deslizará  hacia un ambiente sin ley.

Algo parecido ha ocurrido con el estado de las autonomías.

Se concedieron competencias que nunca debieron transferirse, desapareció la alta inspección del Estado y algunas autonomías rompieron a pedradas los cristales del ordenamiento jurídico.

Los nacionalismos socavaron lenta pero inexorablemente, la autoridad del Estado central, incumplieron las normas, desobedecieron las sentencias del Tribunal Constitucional, educaron sus jóvenes en el odio y el desprecio a España y esperaron el debilitamiento de nuestra nación.

Tras la grave crisis económica sufrida por nuestro país, los catalanes creyeron que su momento había llegado.

Habían propiciado la llegada al poder, de un incompetente presidente de Gobierno, al que arrancaron un Estatuto envenenado; creado una red de acción exterior; engrasado una maquinaria propagandista interior; establecido un entramado social como apoyo civil de sus actuaciones de gobierno; preparado leyes de desconexión del Estado; organizado un embrión de espionaje y desarrollado una policía autonómica, que pudiera transformarse en un ejército propio en un futuro.

Habían invadido la sociedad civil  y era el momento de lanzar la gente contra el Estado opresor que les robaba y oprimía.

El. Govern es culpable de saltarse la legalidad y los sucesivos gobiernos de España, son culpables por su tibieza en el ejercicio de su autoridad.

El niño malcriado que tiraba piedras a los cristales, es un adulto que transgrede el orden constitucional; destroza la convivencia; pone en jaque las instituciones; hunde la economía de Cataluña; divide la sociedad; extiende sus raíces a las comunidades de Valencia y Baleares, con visos a un futuro Estado de países catalanes y pone en riesgo la unidad y la supervivencia de España como nación.

Es preciso reponer los cristales rotos, barrer la basura, establecer la ley y el orden, potenciar la alta inspección del Estado, recuperar las competencias que han servido para el adoctrinamiento de la juventud, asegurar la pluralidad informativa, eliminar los órganos  ilegales de representación exterior y actuar con celeridad y rigor, cada vez que alguien lance una pedrada a los cristales de nuestra nación.

Para ello, los españoles debemos tomar conciencia de que el interés de todos, está por encima de las regiones y por supuesto, de los partidos políticos, que deben ser exclusivamente un medio de progreso y bienestar y nunca un fin en sí mismos.

El asesino silencioso

Estoy en el mundo y me entero de los peligros que me acechan. Ahora no se trata de dragones de Komodo, de mosquitos tropicales, o de serpientes en la selva, sino de los riesgos que me rondan en casa.

He comido mucha pata de guarro y mucho bocadillo de chorizo picante. Le he hincado el diente a mucho bacalao a la vizcaína y me he relamido con mucha anchoa en aceite. He "nevado" abundantemente mis comidas con sal, gorda o fina, de mar o de mina y finalmente, he constatado que  sabor y salud, no suelen caminar juntos.

Ando mucho por agrestes paisajes de lejanas fronteras y sudo la espalda con el sol del camino, pero no por ejercicio físico vocacional, sino por curiosidad satisfecha.

Cuando vuelvo a casa, embabucho mis pies, me arrecojo en la manta del sofá y me empapo de televisión para recuperar el tiempo perdido.

Me trinco un sobao pasiego con leche de verdad, de esa que te tiñe de blanco colesterol el bigote y aporreo las teclas de mi ordenador, para dejar negro sobre blanco, las desordenadas ideas que bullen en mi cerebro.

Miro el jardín por la ventana, mientras los jóvenes trabajan para pagarme la pensión. Da igual que ría el sol, llueva zumito de nube o el viento desnude mis árboles en otoño. De todas formas, el paisaje es maravilloso y disfruto el privilegio de la vida.

Lo celebro con una cervecita con la justa medida de espuma, como unas regañás de mi tierra del sur y unas "sabrosuras".

Si el tedio me saluda, echo más calorías al estómago, veo el telediario y vuelvo a mi horizontal felicidad.

Me amodorro con una película del oeste; de las antiguas, de indios y vaqueros, donde siempre muere el malo y al final, el bueno se morrea con la buena.

Me tomo dos piscinas de té, uno con leche y otro con limón y me digo cuán dura es la vida de un jubilado "que no se rasca pa no cansarse".

Estaba feliz porque la avería de mi balanza, no le permite, a la muy cerda hundir mi autoestima cantando mi peso.

Pero mi contraparte me había dado un tensiómetro electrónico. Me lo apliqué casi por aburrimiento y una malévola voz cantó traidoras cifras de tensiones. Miré internet y me entró la neura.

Aún estoy bien, pero los fantasmas de todos los cerdos de bellota que dejé sin jamones, parecen conjurarse para amargarme la pensión que le saco al Montoro.

Leo que la hipertensión es un "asesino silencioso" y consulto su prevención y tratamiento.

Debo escoger entre hacer dieta, deporte y comer todo sin sal o... tomar una pastilla diaria, que entre sus efectos colaterales, puede causar problemas de erección.

Hay que ser muy valiente para hacer dieta y no digamos para sudar en un gimnasio y comer siempre con sabor a hospital; pero  tengo vocación de Papuchi y no pienso quedarme fofo de abajo.

                                                     "Antes morir que perder la vida"

Al día siguiente, me he levantado a las 10 de la madrugada, he desayunado tostada con dulces escupitajos de abejas, me he arreado un buen jugo de vaca y me he ido a trotar por las praderas del pueblo.

Al principio, corrí con brío, pero al ver cómo se cansaba mi sombra, empecé a cuestionarme lo de ser un Papuchi.

Si con el calor del verano, las moscas vuelan para abanicarse,  con el frío del otoño los perros no me ladraban para  no coger anginas.

Pensé de nuevo en  el riesgo de fofez de bajos fondos y aceleré el paso.

Llegué a casa, le metí cuchillo al queso y me bebí un gaitero con burbujas de manzana

Terminé de escribir este artículo y seguí disfrutando de mi sexto sábado de la semana. 

sábado, 11 de noviembre de 2017

La resaca

Jubilado con júbilo. Sexto sábado de la semana. 11 de noviembre. Cantabria. Cielo gris panza de burro. Liquidánbar en grana; tulípero de Virginia en oro. Suelo con hojarasca de otoño aposentado.

Frío, hojas quietas; como retratadas. Sin pájaros en las ramas, sólo paz, melancolía y quietud.

Desayuno global: pan con pasas y nueces, sueño de ardillas; leche directa del establo, de dos herbores y toda su nata, con dátiles machacados, como en la bienvenida del desierto y manzana tan ácida como crujiente, cortada en rodajas, a modo de tostadas, con miel, a lo hindú.

Estómago satisfecho; bienestar corporal; espíritu sereno; mi rincón de la verdad y mi artículo creativo.

Aún bullen en mi interior los colores y los calores de Indonesia, pero el viento del tiempo, barre mis exóticos momentos al rincón de mi historia.

La fauna, los volcanes, la selva, los templos,.., son maravillosos e intangibles recuerdos. La memoria selectiva, ha borrado las dificultades y las incomodidades y sólo relucen en mi memoria, todo lo que contribuye a mi felicidad.

Me debato entre la nostalgia por el reciente pasado, la melancolía del presente y los sueños de nuevas experiencias de vida. Simplemente, tengo resaca emocional y vivo en un nirvana de hermosa sonrisa.

Mallorca, Sevilla, Alicante.., son mis destinos cercanos. Metas de amistad y familia; de sentimientos, en suma, que han de anestesiar puntualmente, miradas lejanas, nuevos sueños de exotismo y aventura.

Sano, lleno de curiosidad por la vida, insaciable en la mirada de horizontes lejanos, así soy; así me encuentro. Como si pisara arena ardiente, con los pies descalzos, incapaz de templar los movimientos en la calma de la querencia.

Pronto veré belenes, oiré villancicos, comeré turrón y me invitará a espuma el Gaitero. Se palpan la magia del sorteo de lotería; los resúmenes del año; la lista de los que se fueron; las campanadas y sus uvas; las buenas intenciones y la realidad de siempre.

Pies fríos, bufanda al cuello, castañas asadas a precio de caviar, luces de Navidad, sueños de Cabalgata y vida que se repite, cada vez, con menos seres queridos del pasado XX.

Y mientras ilusión y consumismo, sepultan el sentido cristiano de las Navidades, mi alma sueña otras latitudes, mira mapas y consulta su agenda para aunar las ansias de viaje de compañeros de aventuras.

Sudáfrica, Egipto, Bolivia, China, Nueva Zelanda, Japón, India, Rusia..., un mundo por recorrer; gentes de otros lugares por abrazar; nueva fauna por descubrir y nuevas experiencias para el zurrón de la vida.

Mi corazón late y mis piernas aún responden. Todavía siento curiosidad y ganas de embriagar mis sentidos con la diversidad del Planeta.

Maletas, zapatos y ropa destrozadas de tanta geografía vivida, pero intacta el alma..., más bien henchida por vivir intensamente, mientras algunos de mis coetáneos, no han podido envejecer con éxito ni conquistar la colina de la senectud.

Ayer leí una sentencia importante:

"El día que comprendí que lo único que me voy a llevar es lo que viva, empecé a vivir lo que me quiero llevar"

Y en esas estoy, apurando lo mejor que me ofrece la vida, sin hacer acopio de bienes materiales, cultivando sentimientos, evitando amarguras de quienes no aprenden el verdadero camino,  repartiendo alegría y en definitiva, compartiendo la felicidad con quienes saben apreciarla 
  

jueves, 9 de noviembre de 2017

Indonesia. Capítulo 17. Bali: Uluwatu

Acudimos al sur de la isla, Uluwatu, para visitar sus impresionantes acantilados al atardecer y asistir al espectáculo de Kecak, una danza del fuego con un maravilloso coro "a capela", que habría de emocionarme.

Fuimos advertidos de la presencia de macacos que robaban gafas, gorras, teléfonos y todo lo que portáramos los incautos visitantes.

Calé mi gorra hasta las cejas y apreté su cinta para que no fuera fácil robarla; sujeté fuertemente mi cámara de fotos y protegí mis gafas con una mano.

Un mono arrancó las gafas a un visitante cercano y otro sufrió las consecuencias poco después. Varios monos estaban apostados al rececho sobre una valla. Estaban por decenas. A veces entregaban sus botines a cambio de comida. A mi paso, un vigilante enseñó un tirachinos y los macacos salieron corriendo hacia otro apostadero.

Superado el paso peligroso, disfrutamos de un paisaje estupendo. Un templo coronaba un alto acantilado, dando al lugar un halo de encanto, misticismo y belleza.

Nos dirigimos a pleno sol, hacia el anfiteatro ubicado frente al mar, donde veríamos un espectáculo inolvidable.

El calor derretía nuestro cerebro, mientras el lugar se llenaba de colorido, belleza y gente de variados países.

Empezado el espectáculo, el sol inició su viaje al oeste y llegó paulatinamente la noche. Antes de brillar las estrellas, sonó un magnífico coro de voces valientes y auténticas, que parecían nacer del vientre de la tradición.

Pronto saldrían hermosas bailarinas y otros personajes, para contarnos una historia de amores y celos, del bien y del mal, que colmaron nuestras expectativas de sensibilidad, arte y belleza.

El fuego confería un aspecto mágico al ambiente y la pagoda, dormía la incipiente noche sobre el acantilado, ya difuminados los colores de sus flores.

Terminado el espectáculo, en noche cerrada, nos sacamos fotografías con los bailarines, salvamos el riesgo de la probable rapiña de los monos y volvimos al hotel.

A la mañana siguiente, nadamos en las aguas del cielo, viendo el paisaje de Bali. Horas mas tarde, ya en el avión, regresábamos llenos de colores y calores; siluetas y emociones; navegaciones, ascensos y aventuras.

Llegamos a España, con las mochilas cargadas de vida, sudor y cansancio, sonrientes, satisfechos de nuestra incursión al paraíso y con sueños de nuevos viajes a tierras extrañas.

Feliz de haber sido protagonista de la vida, me despedí de mis compañeros de viaje, Álvaro, Ana, Vibeke y Ángeles. Habíamos formado un grupo perfecto, sin fisuras ni problemas. Una experiencia feliz que bien podría repetirse en un futuro próximo 



















  Un mundo de colores en un ambiente multicultural


















Observar que los cuernos de la luna están hacia arriba





Fotos con los actores




Nadamos en la terraza del hotel, besando el cielo de Bali