jueves, 2 de noviembre de 2017

Indonesia. Capítulo 9. Flores: Aldeas tradicionales

"Viajar es leer la vida"y cuando me echo la mochila al hombro, escudriño cada detalle del camino.

No consiste en leer guías de turismo, que también, sino en estudiar el lenguaje corporal y las huellas de la vida en los rostros y las manos de las gentes; ver cómo escriben en el paisaje los surcos de los cultivos; oír los ruidos de los diarios afanes; intuir los sueños de los lugareños; pulsar los sentimientos religiosos; sentir las relaciones humanas; ver los colores de los mercados; degustar los sabores de un país o comprender los enigmas y las costumbres de una sociedad.

Y en esas estoy, cuando recorro las sendas de vida de un país, con sus baches, sus curvas, sus riesgos y su encanto. Porque lo mío, no es un turismo de panza al sol en una playa, sino bucear en los sentimientos y costumbres de los pueblos que encuentro.

El área de Bajawa, lugar a visitar, pertenece a la cultura Ngada, famosa por sus casas tradicionales y piedras megalíticas, con zonas de culto para sus ancestros y casas Adat.

Las aldeas están situadas en zonas montañosas de origen volcánico, lo que ha contribuido a conservar las costumbres heredadas de las noches de los tiempos.

Durante el viaje, nos encontramos un pequeño mercado local y aprovechamos para comprar fruta y robar colores al paisaje.









Si los indios del altiplano americano mascan hojas de coca como estimulante, los indonesios mastican unas bayas que les tiñe la boca de un rojo intenso que les hace una sonrisa desagradable.

Llegamos a la aldea Luba y lo primero que nos impactó, fue un soberbio y extraño árbol, con enormes raíces bajo las que se podía pasar a pie. 



Nos sorprendió ver tumbas por doquier en el interior del pueblo. Algunas, dispuestas en los muros de la aldea y otras, en la mitad de las calles.

Convivían respetuosamente con sus muertos, pero utilizaban sus lápidas para secar los granos de café. Tal vez pensaran que la cafeína no les alterara su sueño eterno.

Existían dos explanadas donde había dos tipos de chozas diferentes. Bajo ellas se enterraban las mujeres y los hombres separadamente.

Las casas estaban aisladas del suelo y eran de madera con tejado de hoja de palmera.

Tanto en África como en Asia, los nativos substituyen los techos de materiales vegetales, por feas planchas metálicas, excesivamente brillantes al principio y lastimosamente oxidadas después.

    Tumbas encastradas en los muros que sujetan los terraplenes 

   Puede observarse una tumba en una de las calles de la aldea  
  Abajo a la derecha, aparece otra tumba
   Tumbas usadas como secadero de café



                                 Mesas de cocina al aire libre  
    Fachadas con las quijadas de animales sacrificados en las fiestas 
    Lo mismo con las testuces

    Pequeñas cabañas que cubren cadáveres de mujeres importantes
                 Tipo de cabaña para cadáveres de hombres singulares
                         Gentes del pueblo

                   Telas en venta

    Pobres, pero informados
                       Bambúes, que se usan en la construcción 
  

 Al atravesar un gran bosque de bambúes, nos topamos con una maravillosa aldea llamada Bena, con más de 6 siglos de antigüedad. Autenticidad, belleza, encanto, magia,.., faltaban adjetivos para describir lo que inundaba nuestras retinas.
Pueden verse las casas perfectamente alineadas a la izquierda y las pequeñas cabañas a la derecha, con las tumbas  diferenciadas de los hombres y las mujeres. 




    La bruma daba un aspecto misterioso a la aldea


   Era obligado ponerse una estola morada para entrar en el poblado
   Hacen y venden sus artesanías sin intermediarios









                 Tumba de hombre            Tumba de mujer
     Piedras megalíticas para el culto a sus antepasados
    Gallina atada para que no se pierdan los polluelos

                  Turista que encontré en distintos días y lugares 
                 que siempre me ofreció una magnífica sonrisa
                            Nuevo testimonio de festines celebrados
    Un gran paisaje y una bonita sonrisa

                            La mirada del futuro
    Bayas estimulantes que mastican los nativos. El aspecto de las        dentaduras, es deplorable

Un río de vida: las gentes del lugar lavaba y tendía la ropa
Mis ojos retornaron a mi niñez, cuando hace medio siglo, aún era posible ver estampas similares en los pueblos de España.
Un rudimentario puente en estado ruinoso, cruzaba aquellas aguas.







Llegamos a la playa Nanga Panda, más conocida como la "Playa de las piedras azules", por su color turquesa. Nos detuvimos a comer en un chiringuito y pudimos escoger nuestro pescado. No era maravilloso, pero al menos, salimos por una vez, del "pollo con arroz o del arroz con pollo"

Las mesas eran de uso polivalente. Es costumbre extendida por la zona, usarlas para comer, sentarse o dormir sobre ellas.
 

    La cocina estaba al aire libre



 
                    Las famosas piedras azules 
    Nuestro hotel estaba en las faldas de un volcán. Las vistas eran espectaculares. Había insectos y arácnidos en las habitaciones






    Cicada

                            Los habitantes de Flores, usan una tela en tubo
                        y se lo ponen de muy diversas formas.
                          Vibeke nos hace una demostración
                        
                            Peculiar decoración































































































































































































































































































































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