jueves, 28 de febrero de 2019

Amor entre sueños

El sol ha espantado la noche y la luna ha huido con su manto de estrellas.
Los pájaros intuyen la inminente primavera y sueñan sus nidos de amor y crianza.
Las garcetas tiñen de blanco las praderías de las verdes colinas.
Los aviones, "aran el cielo" con sus albas estelas de vapor y llevan en sus entrañas, soñadores de paisajes.
Tomo un desayuno de colores, con pequeños frutos de mi jardín y saco a pasear los pies, que agradecidos, me enseñan la alegría del camino.
Tras el yantar del mediodía, reposo una siesta de sofá; tal vez por cansancio o por abstraerme de insulsos programas de radio.
Distraigo el tedio con solitarios de dominó y naipes y bebo té, como siempre, desde hace medio siglo.
Dudo entre leer libros ajenos o bordar en el aire mis propias palabras y decido escribir mis sentimientos.
Los árboles, aún están desnudos, pero sus yemas henchidas, teñirán pronto el paisaje de colores. 
El sol, inquieto, busca el mar y viaja a tierras americanas.
La luna adivina otra noche y adorna su cara de negro manto, prendido de estrellas como diamantes.
La leña crepita en el fuego de los hogares y el olor de las hogueras  invita al recogimiento.
Reclino mi cuerpo en el dulce tálamo de mis sueños, fundiendo en mí, alegría y bienestar.
Un silencio "atronador" abraza mis sentimientos. Extiendo mi mano, pero no encuentro un cuerpo amigo. 
Estoy solo, en la quietud de la noche de un invierno que se acaba.
Recuerdo en mi otoño personal, las apasionadas noches de mi lejana juventud y sonrío por el amor vivido en la primavera de mi vida.
Cierro los ojos y sueño la ternura de un amor hermoso, noble, sincero y generoso.
Rostro blanco, mirada azul, belleza de felicidad sentida, de entrega sin reservas, de silencios que todo lo cuentan y de amor de complicidad y ternura.
Veo la luna desde mi sur y me muestra una mirada azul que me busca desde el frío norte. 
Nuestros sentimientos se funden en el éter, compartiendo un amor sin fronteras, que crece contínuamente.  

China en la mochila

Frío en escarcha; calor de chimenea; música suave; pájaros ateridos; árboles podados y rojas camelias previas a las mimosas.

Sueños tardíos en dulces sábanas; lentos despertares con amores de sedosa piel; sol que llama tenue a la vida; sabores naturales de la madre tierra; besos de agua en lluvia de ducha y políticos apacentando el rebaño en las ondas.

Olas besando la arena; veleros surcando espumas al viento; gaviotas en acrobacia de libertad; perros juguetones de pelota y arena; paseantes sin camino y soñadores de mares lejanos.

Aves voladas al sur; luna mentirosa creciendo y menguando; blanco invierno esperando los colores; tiempos pasados de asadas castañas; amores bajo lanas y franelas; nostalgias de luz y deslizares de nieve.

Paz, mucha paz, quizás demasiada; pies inquietos; alma viajera; corazón ávido de emociones y tiempos de sueños

Cataratas de Iguazú; la Pampa; Usuaya; tierras del perdido imperio regadas por nuestra sangre; llamas, pumas y guanacos, historias lejanas de madre patria y paisajes de proezas y nostalgias.

Selva del sur; Buda y Confucio; laderas tibetanas, etnias pegadas a la tierra y a las tradiciones; terrazas de arroz; amarillos campos de canola; magia exotismo y misterio.

Aires de primavera; ilusiones al viento; brújula caprichosa; Occidente u Oriente; aventuras de soñadores; mochilas de soles y lluvias; amores del camino; amistades solidarias y risas compartidas.

La vida llama a la vida, a botas de senderos; a humos de otras leñas; a rostros lejanos y a corazones ávidos de nuevos horizontes.

Tras semanas de dudas, de búsquedas de caminos de aventura, la brújula de la vida ha señalado el este.

Sudaré emociones fuertes en la tropical selva junto a Laos; veré atónito entre excavadas montañas, cultivos de arroz en terrazas; me impresionará el fantasmagórico Bosque de Piedra; pasearé por pueblos milenarios de la China profunda; veré en la noche, la pesca  con cormoranes; me sobrecogerán las bravías aguas del río Yantzé, allá por el Salto del Tigre; montaré en yak, por las laderas del Himalaya y viviré la espiritualidad de Shangri-Lá, en las altas montañas de frío y mal de altura.

Me esperan numerosas etnias ancestrales, de orígenes perdidos en la noche de los tiempos; vestimentas peculiares; credos diferentes; y costumbres diversas forjadas por la geografía del paisaje y la historia de la vida.

Cuatro amigos, unidos por la curiosidad de lejanos horizontes y por la camaradería forjada en tierras extrañas, viajaremos para "leer la vida"

Ansío alas y viento; risas de amistad; mochilas de paisajes perdidos y rostros de mirada rasgada. Me queman las plantas de los pies, que piden nuevos caminos.