martes, 27 de febrero de 2018

Leche y miel

Los camellos navegaban por las olas del desierto, dunas de cálida arena que reflejaban en la cara, las llamaradas de un sol implacable.

El cansino vaivén de la montura, castigaba mis riñones. Mientras, mi rostro escondido tras la tela de mi turbante, evitaba los lacerantes granos de arena que el viento arrastraba.

Mis labios, resecos y algo hinchados, pedían el agua reparadora, imprescindible para la vida, especialmente en aquél infierno.

El horizonte era infinito. El pedregoso camino discurría entre las móviles dunas, que parecían vivas y amenazaban con sepultarrnos.

Solo era un punto animado, en la caravana de camellos, que el atardecer desdibujaba a medida que el cansado sol daba paso a la penumbra. Paulatinamente, el firmamento se llenaba de estrellas.

El calor dejaba paso al frío de la noche, y mi cuerpo se resentía de los 50 grados de diferencia. Doliente y extenuado, pedía el fin del exótico suplicio y añoraba una jaima de lana de camello, con gruesas alfombras, donde reposar mis huesos.

Súbitamente, aparecieron en el horizonte las siluetas de unas palmeras; estaban  medio escondidas tras unas dunas. Un lejano sonido, anunció la presencia de vida y un fuego anunció algo parecido a un hogar.  Los camellos aceleraron el paso  y fueron hacia el abrevadero junto al pozo de aquél oasis.

Bajamos de las monturas, desentumecimos los huesos, saludamos a los beduinos y nos sentamos junto a ellos bajo una de sus jaimas.

Un rebaño de ovejas balaban en la noche, mientras un beduino rezó una oración antes de degollar un cordero para celebrar nuestro encuentro.

Nos ofrecieron la bienvenida del desierto: leche de camella y dátiles del oasis. Mis labios parecieron rejuvenecer y mi estómago agradeció el dulce sabor del desierto.

Una pala de cavar, contenía el sangrante hígado del cordero sacrificado. Desprendía el vapor que contenía el interior del pobre animal y su sangre teñía de rojo la dorada arena del desierto.

Cerré los ojos, abrí la boca y tragué aquel bocado repugnante.. Limpié las comisuras de mis labios y no quise repetir más.

Unos deliciosos pastelillos de frutos secos y miel, me devolvieron al placer. Finalmente, bebí sin medida varios vasos de té verde hierbabuena y azúcar.

Los hombres del desierto, cantaron y bailaron en la arena, alrededor de las llamas de la hoguera. Su repetitiva música, parecía ponerlos en trance. Mientras, millones de estrellas, de un negro y nítido firmamento, parecieron decirme que aquél paraíso compensaba mi infierno bajo el sol.

Me refugié bajo una jaima, me acosté sobre una desgastada alfombra y me arropé con una manta de lana. Olía a grasa rancia de camello, pero mis párpados de plomo, cerraron mis ojos hasta el amanecer.

Por la mañana, bebí leche y miel, el sabor que sueñan los beduinos en una tierra prometida, en un paraíso donde les esperan bellas huríes entre transparentes velos de pasión, bailando la sensual danza del vientre.

Me levanté y al salir de la jaima, el tímido sol de la mañana, amenazó mi nuevo presente

Menta y limon

La menta es una planta herbácea cuyo sabor ha formado siempre parte de mi vida. No me refiero al sabor inglés, de cordero a la menta, ni al tabulé libanés, el mojito cubano, el pho vietnamita o la olla gitana, de gran tradición en Murcia y Almería, sino al sabor que da la hierbabuena, una de sus variantes, al cocido madrileño.

Mi niñez está ligada al sabor de una caliente sopa de cocido con arroz, decorada por algún garbanzo negro y perfumada de hierbabuena. Es una obra de arte, de amor de madre y sabor a hogar, que nunca huirá de mi memoria y mis sentimientos.

Cuando salí de casa y viajé a Mauritania, en busca de mi propio destino, la menta siguió alegrando mi vida, pero esta vez, con té verde, exótico, excitante y auténtico, en un desierto que me conquistaría para siempre.

Sopa y té, han calentado siempre mi estómago y cada vez que doy un ardiente sorbo con sabor a hierbabuena,

Más tarde, he probado el sabroso mojito cubano, que me suena a viajes de novios al Caribe; a playas blancas con pieles negras y corazón caliente; a agua de coco, a mango y tamarindos.

Y cómo no cantar al limón, ese fruto originario de la India, China y Birmania, que nuestras madres usaban para hacer postres de arroz con leche, los peruanos utilizan para hacer ceviche y otros preparan piscos, salsas y aliños....o usan para blanquear las manos o desodorizar sus axilas.

Yo identifico este fruto, para tomar una agüita de limón, un buen helado y sobretodo, para añadir a la paella, al pescaíto y a los calamares fritos desde mi infancia sevillana.

Menta y limón, son dos sabores de mi vida; una sonora expresión, que incita a pasiones dormidas; a besos de amor, con el verdor de la juventud y el punto ácido de la picardía.

Menta y limón, siempre en mis recuerdos y en mi corazón.



   

miércoles, 14 de febrero de 2018

Renacer

Lloro la soledad, tirito el frío y sudo los caminos de la vida.

Siento el vacío mujer, de tu mirada ausente y mi piel no encuentra  los sones de tu pulso.

El paisaje de jardín ajado y sin flores, llena de melancolía mi vaga mirada.

Turbado, no adivino los puntos cardinales y mi espíritu errático, vaga sin saber su destino.

Los musgos de los árboles me señalan el norte y el sol en su ocaso, me marca el poniente. 

Mi corazón duda ante la rosa de los vientos

Cierro los ojos, giro sobre mi y al abrirlos de nuevo, un claro del bosque me llama a su sendero

Camino por su angostura, entre piedras y zarzas, para llegar con jirones de alma y ropa, al paisaje de un valle.


La lluvia, arranca arcos de colores al sol que trabaja y me inunda de vida. 

Los miruellos cabecean sobre el suelo buscando gusanada; los petirrojos bailan su cola con rítmica cadencia y los jilgueros me saludan con sus alas tricolores y su rojo madroño.

Huelo humos de otros hogares; oigo sonrisas y otros pulsos, invitan a melodías de amor y compañía

Siento aire limpio, suspiros de ozono y miradas de ternura.

El sol, duerme; la luna se despereza y sueño bajo su mirada de plata, con mi pasión de vivir.

El agua del cielo ha limpiado las penas de negro y mis ojos se tiñen de colores.  

Y renace mi alma, que henchida de esperanza, sabe que el amor aún es posible.








lunes, 12 de febrero de 2018

Ángela

En la actualidad, es cada vez más frecuente, pedir una cita previa u obtener un número de atención al público, ya sea en establecimientos de venta minorista o en oficinas de servicio público.

De esta forma, si debes hacer una mañana una consulta en la Hacienda Pública, en la Seguridad Social y comprar un billete de tren, por ejemplo, tienes asegurada, entre 4 o 5 horas de paciente espera.

Durante ese tiempo, debes levantar reiteradamente la cabeza, para mirar en una pantalla, cada sonido de aviso de una nueva llamada.

La cuestión se agrava, cuando debes repetir la visita, porque el hijo que te había pedido que le realizaras la gestión, no había efectuado previamente lo necesario para que el proceso culminara con éxito.

Esta vez, "pacientaba" la espera junto a una joven de aspecto sudamericano, que resultó ser colombiana. Su tez tenía la tersura de la juventud, su piel era del color de la bendita tierra, sus ojos, grandes, hermosos y expresivos y sus carnosos labios, reflejaban la pasión de América.

Sin embargo, lo que más gustó de ella, fue su naturalidad, espontaneidad y frescura. Una joven de 38 años, madre de dos hijas, la mayor de 15 años, que resultó ser veterinario como yo, pero acá en España, era la responsable de un centro de restauración colectiva.

Había formado una familia en España y traído posteriormente a su familia colombiana. No echaba especialmente de menos su tierra hermosa, exótica y caliente, pues tras casi tres lustros de pisar España, era ya más de acá que de allá.

Tenía simpatía, incitaba a la ternura y era una mujer con cara de inocencia, a la que la vida había zarandeado.

Viéndola, recordé a la dominicana que triunfó en España con dos estrellas Michelín tras empezar de fregona, hasta llegar a la cúspide.

La tuteé porque le dije que tenía hijos mayores que ella. Me respondió con una sonrisa y me mostró su condición de mujer de bien, sacando adelante una familia, con su único esfuerzo y tesón.

Nuestra historia está plagada de emigrantes que hicieron las Américas, triunfaron y volvieron como ricos indianos. Otros muchos, la mayoría, quedaron para siempre en nuestros países hermanos, añorando y llorando España.

Esta vez, son muchos los hispanoamericanos que emigran a nuestro país, en busca de mayor seguridad persona y un mejor nivel de vida.

Ángela, es una de ellos y ha sabido ganarse un futuro entre nosotros. Esta vez, la espera del numerito en la pantalla de Hacienda, no sirvió para efectuar positivamente mi gestión, pero la dulce colombiana, contagió mi mañana de optimismo y alegría, antes de volver a realizar otra cola en la caja del supermercado.   

jueves, 1 de febrero de 2018

Egipto 8: Crucero por el Nilo

Forma un gran delta en su desembocadura y sobre ella, se encuentran las ciudades del Cairo y Alejandría

Tiene dos ramales principales:

El Nilo Blanco, que atraviesa los Grandes Lagos de África, teniendo su fuente más distante en Rwanda y fluye hacia el norte por Tanzania, el Lago Victoria, Uganda, Sudán del Sur y Sudán

El Nilo Azul, que comienza en el lago Tana, en Etiopía y fluye a lo largo del sudeste de Sudán.

Ambos Nilos, el Blanco y el Azul, se encuentran cerca de la capital sudanesa: Jartum

El Nilo ya reunificado, fluye casi completamente por el desierto, entre Sudán y Egipto. Sus aguas, arrastran los limos de una gran parte de África y cuando inunda las tierras bajas, fertiliza grandes superficies agrícolas en las que se establecieron grandes núcleos de población, hasta fundar la avanzada civilización egipcia.

Tuve el privilegio de conocer Tanzania en noviembre de 2016, por donde fluye el Nilo Blanco. También visité Etiopía en mayo de 2017, donde visité cataratas del Nilo Azul, escasas de agua y navegué entre cocodrilos e hipopótamos por el lago Tana. Así pues, he conocido los dos ramales del Nilo.

Visitar Egipto, es navegar por el Nilo. La mayoría de las ofertas turísticas, ofrecen un crucero por sus aguas. Naturalmente, no podía perderme este precioso viaje.

Navegué 4 días en barco, desde Luxor a Aswán, desembarcando puntualmente para ver los monumentos más representativos de 5000 años de historia: El Valle de los Reyes, el Templo de Medinet Habú, el Templo de Luxor, el complejo monumental de Karnak y el Templo de dios Horus, con posibilidad de acceder a Abu Simbel, la presa de Aswán y el poblado Nubio.

Cubrí prácticamente todos mis objetivos artísticos, y disfruté de hermosas navegaciones por el mítico Nilo.

La estrechas márgenes verdes del río, contrastaban con el fondo des desierto del Sahara en su vertiente oriental.

El trayecto me transportó a la edad antigua, con hermosos amaneceres y atardeceres, entre siluetas de dunas y palmeras, con mujeres en sus afanes cotidianos, hombres montados en sus pequeños asnos y niños jugando en sus ansias de felicidad.

A veces, bordeamos islas con vegetación, donde pastaban cabras, ovejas, vacas y caballos.

Junto al barco, acostaban pequeñas embarcaciones vendiendo artesanía que lanzaban a nuestra cubierta con gran precisión.

Mi memoria retiene el color del exotismo, el fragor de la historia y el romanticismo de un paisaje que invade placenteramente la mente.

                                Lago Tana, Nilo Azul, Etiopía  


                                                                        
                                 Fuente del Nilo Azul, en Etiopía

                                              

El Nilo es el mayor río africano, con 6853 km de longitud y fluye hacia el Mediterráneo en dirección norte, a través de 10 países: Burundi, Rwanda, Tanzania, Uganda, Kenia, R.D. del Congo, Sudán del Sur, Sudán, Egipto y Etiopía..
                                
 

 




 




 




                               
 


                                Desembarco para ver monumentos y transporte en calesa



                                 Biodiversidad humana
                                Tai Chi en tierra de faraones
                                Gentes del Extremo Oriente en el Medio Oriente

                                China y egipcias


Egipto 7: El Cairo. El Museo egipcio

El Museo Egipcio, está ubicado junto al Nilo, en la plaza de Midan et Tahrir o Plaza de la Liberación, en pleno centro de la ciudad.

Fue construido por Marcel Dourgnon y consta de dos plantas.

En la planta baja, se muestran piezas de gran valor, dispuestas según el orden cronológico de cada periodo histórico. En ella se encuentran sarcófagos, estelas, estatuas y grandes fragmentos arquitectónicos.

La primera planta, está organizada temáticamente y contiene piezas que por su menor tamaño, no comprometen la estructura del edificio.

El museo contiene auténticas joyas arqueológicas del pasado glorioso y faraónico. Lamentablemente,  faltan verdaderos tesoros que se encuentran en otros museos internacionales, como el British Museum de Londres, el Metropolitan Museum de Nueva York o el Museo del Louvre de París.

Un claro ejemplo, es la famosa Roseta, que descubierta en el delta del Nilo, fue llevada a Inglaterra. La que se muestra en el Museo Epcio, es tan solo una fiel reproducción del original. Debe su importancia, al hecho de estar escrita en tres idiomas, por lo que los investigadores, tras años de trabajo, pudieron descifrar los jeroglíficos y llegaron a conocer la civilización y la historia del Egipto de los faraones.

El museo cumple custodia y cuida un maravilloso legado arquitectónico; difunde la cultura egipcia y favorece el desarrollo económico del país atrayendo el turismo. Sin embargo, ha quedado anticuado. Por ese motivo, Egipto ha construido un nuevo museo de gran porte,  junto a la Necrópolis de Giza.

De hecho, durante nuestra visita, pudimos comprobar que faltan algunas piezas que ya han sido colocadas en su nueva ubicación. En nuevo museo, será inaugurado en el presente año 2018.

Entre las piezas del actual museo, destacan las siguientes:

PERIODO PREHISTÓRICO:
Una cabeza de deidad, un vaso de arcilla pintado y la Paleta de Námer.

IMPERIO ANTIGUO:
La estatua del rey Zóser. la imagen del faraón Kefrén, la estatua de Ka-Aper, las estatuas de los príncipes Rahotep y Nofret, la estatua del sacerdote Kaembed, la estátua acéfala de una reina de la IV dinastía, el cuadro de las Ocas de Meidum, el Mobiliario de la reina Hetep, la Triada de Micerinos y la cabeza del faraón Userkaf 

IMPERIO MEDIO:

Estatua de Mentuhotep II, estatuas de Sesostris I, Sesostris III y la esfinge del faraón Amenemhat III; la cabeza de Nefertiti y la estatua del faraón Tutmosis III. También se encuentran la estela de Akhenaton y su familia, la estela del rey Merempah, la estatua de la reina Meritanum, la estatua de Ramsés III y la de Tutmosis III

GALERIAS DE TUTANKHAMON

Contienen el tesoro intacto que se encontró en su tumba, hallada en el Valle de los Reyes. Consta de casi 2000 piezas de gran valor, destacando la máscara funeraria que cubrió la momia del faraón, los sarcófagos de oro, el cofre de alabastro, el trono, la diadema real, los juegos de tablero, los utensilios de caza, los sillones, el trono del león y el disco solar de Atón.

SALA DE LAS MOMIAS REALES

Contiene las momias de Tutmosis II, Seti I y Ramsés II

Deambular por el museo, fue pasear por la historia, imaginar el galopar de los caballos en los carros de combate, oír los martillos de los escultores y las oraciones a los dioses.

También, fue recorrer la etnografía del mundo moderno. No en vano, se veían por doquier guiris de pata blanca, musulmanes de ropajes variopintos, y bandadas de orientales, algunos de ellos, notoriamente folclóricos.

Aquél paisaje humano, reafirmó mis sueños de viajes, para conocer in situ, la historia y la cultura de otras civilizaciones lejanas y milenarias.


                                Fachada del Museo
                                Planta baja


                                     Príncipes Rahotep y Nofret

    Barca

                                    Ramsés II
                                    Tríada de Micerinos

                                    Escriba sentado

    Esquema de la cámara mortuoria de Tutankhamon, con todo el tesoro
    Fotografía de los enseres del faraón, tal como estaban en el momento de su descubrimiento
    La momia del faraón Tutankhamon, estaba protegida por 4 recintos, uno dentro de otro, como las matriuscas rusas. Dentro de la última de ellas, había 4 sarcófagos uno dentro de otro. El último era de oro macizo y contenía en su interior, una máscara de 18 kg de oro de extraordinaria belleza, que cubría el rostro de la momia del faraón.
 



                                Sarcófago de oro
                                                Máscara de oro

                                Los cuatro vasos canópeos, de alabastro que contenían las visceras
                                del faraón, exceptuando el corazón 




    Los visitantes del museo son muy variopintos






                                Típica oriental con mascarilla
                                Guiris europeas