martes, 27 de febrero de 2018

Menta y limon

La menta es una planta herbácea cuyo sabor ha formado siempre parte de mi vida. No me refiero al sabor inglés, de cordero a la menta, ni al tabulé libanés, el mojito cubano, el pho vietnamita o la olla gitana, de gran tradición en Murcia y Almería, sino al sabor que da la hierbabuena, una de sus variantes, al cocido madrileño.

Mi niñez está ligada al sabor de una caliente sopa de cocido con arroz, decorada por algún garbanzo negro y perfumada de hierbabuena. Es una obra de arte, de amor de madre y sabor a hogar, que nunca huirá de mi memoria y mis sentimientos.

Cuando salí de casa y viajé a Mauritania, en busca de mi propio destino, la menta siguió alegrando mi vida, pero esta vez, con té verde, exótico, excitante y auténtico, en un desierto que me conquistaría para siempre.

Sopa y té, han calentado siempre mi estómago y cada vez que doy un ardiente sorbo con sabor a hierbabuena,

Más tarde, he probado el sabroso mojito cubano, que me suena a viajes de novios al Caribe; a playas blancas con pieles negras y corazón caliente; a agua de coco, a mango y tamarindos.

Y cómo no cantar al limón, ese fruto originario de la India, China y Birmania, que nuestras madres usaban para hacer postres de arroz con leche, los peruanos utilizan para hacer ceviche y otros preparan piscos, salsas y aliños....o usan para blanquear las manos o desodorizar sus axilas.

Yo identifico este fruto, para tomar una agüita de limón, un buen helado y sobretodo, para añadir a la paella, al pescaíto y a los calamares fritos desde mi infancia sevillana.

Menta y limón, son dos sabores de mi vida; una sonora expresión, que incita a pasiones dormidas; a besos de amor, con el verdor de la juventud y el punto ácido de la picardía.

Menta y limón, siempre en mis recuerdos y en mi corazón.



   

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