sábado, 31 de octubre de 2015

El eje del mundo

Este año que huele ya a turrón, ha sido el más viajero de mi vida y eso, que aún no he guardado las cansadas maletas.

He estado en los cinco continentes. Europa, África, Asia, América y Oceanía. 

En realidad, la Tierra debería tener más continentes, pues si Eurasia es un enorme territorio dividido en dos continentes, bien pudiera ser América del Norte uno y América del Sur otro. Centroamérica, podría ser el apéndice de cualquiera de los dos subcontinentes citados.

Y qué decir de la Antártida. ¿Acaso no tiene territorio suficiente para ser considerado un continente, aunque esté congelado?

Pero el motivo de este pequeño artículo es otro.

Publico numerosos artículos de mis viajes y los incluyo en el blog.

La verdad, es que se lo pongo fácil, a los miedosos de los aviones, a los comodones de sofá y a los comedores de palomitas de cine.

Pero el verdadero motivo de mis palabras de hoy, es apuntar mi próximo objetivo.
Hace unas semanas, equiparaba una lectura de blog, con un metro de escalada al Everest. 
Celebraba cotas de ascenso, equiparadas a las vías de subida al techo del mundo y lo celebraba con un virtual brindis  y con fuegos artificiales.

Aquéllo quedó para el recuerdo. Seguí escribiendo y los lectores continuaron leyendo.

A este momento, las estadísticas son las siguientes:

Páginas vistas en este mes: 1381
Páginas vistas. (Historial completo): 11,912

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Debo advertir, que algunos de ellos, han tenido bastante aceptación, por el interés de los personajes que trato, más que por el trabajo en sí.

Pero a lo que iba.

El diámetro de la Tierra es de 12,757 km
Si equiparamos una lectura del blog, con un km de recorrido, estamos a 845 km, es decir, lecturas, de completar el eje imaginario del Planeta.

Con la contribución de tu lectura, lo conseguiremos muy pronto.

Al ritmo actual de lecturas, lo conseguiremos mientras permanezco en las antípodas de España

Es decir, inicié el blog en enero de este año, perforando  el Planeta y me encuentro físicamente en las antípodas (Australia), esperando el fin de la travesía imaginaria, precisamente donde ésta ha de acabar.

Pronto descorcharemos otra botella con burbujas de felicidad compartida




Australia. Capítulo 11. El sonido del silencio

Noche cerrada, maletas cerradas y etapa cerrada.

El silencio es absoluto. Ningún ladrido, sin crujidos de vida, sin bullicio de aves, tan solo yo, en la negritud de la noche, con los ruidos de la memoria y de mis pensamientos.

Suena en mi alma la música del "Pájaro espino", que tanto me atrajo hasta este país y retumban en mi conciencia los años vividos,.

El frío atiere mi cuerpo tendido, aún cansado y con ganas de sueño.

Es momento de meditación y revisión de mi estancia con Jo y Darrel.

Buena gente. Trabajadores, nobles, sencillos, rústicos y endurecidos por un trabajo arduo en un ambiente agreste, solitario y hermoso.

Han sido acogedores, solícitos y afectuosos conmigo. Ninguna queja hacia ellos y agradecimiento por su hospitalidad. Tan solo, la soledad del día, mientras ellos trabajaban su ausencia.

Dejó atrás un medio lleno de bichejos y peligrosas alimañas.

Las amantis religiosas, los lagartos  en el interior de la casa y los escarabajos en la ropa, son pequeñas manifestaciones de vida animal, que no me han incomodado.

La araña de la palmera y la serpiente del parterre, han sido dos incidentes que han podido ser muy serios.

La finca ha sido la alegría de cada tarde. Recorrer el campo a través, superar vados de ríos, estar entre manadas de cebues asilvestrados y con cierta agresividad, observar grandes y numerosas aves de plumajes, movimientos y cantos novedosos, ha sido muy atractivo.

Ver los grandes canguros, persiguiéndoles a pie en la distancia, por un humedal, ha sido una aventurilla emocionante y una lucha entre la curiosidad y el temor de la vida que había por el suelo.

Ayer visité la serrería. Inmensas ruedas de acero dentado, transforman hermosos árboles en tarimas de rojo eucalipto para el amor de los hogares. Montañas de viruta y serrín, son testimonio de una inmensa actividad.

Fui a la finca por última vez. Más tarde, recorrimos el Bulburin National Park, paraíso de eucaliptos, entre profundos barrancos llenos de impenetrable maleza. El aire era húmedo y fresco. El olor era delicioso.

De vuelta a casa, Darrel y yo, compartimos nuestra última cerveza.

Más tarde, Jo, Darrel y yo, fuimos a un pequeño hotel, el único centro social de este paraje.

Se celebraba Hallowen. Los catorce niños existentes en la zona, cenaban del juntos disfrazados. Eran tan ruidosos como los niños españoles.

De nuevo en casa, sonreí desde la cama. La lagarta (un gecko), estaba en el cristal, por fuera de la ventana. Los insectos venían a la luz de la habitación y se entretenía "comiendo palomitas"

El largo viaje en tren llegó a su término. Kate Dale, me recibió cariñosamente, tras largos años sin vernos.

Fuimos con Wilson a mi alojamiento y tras dejar el equipaje, paseamos por el río en barco.
El ambiente era enorme,

Vino a mis retinas un mundo de colores.

Las luces del puente y de los rascacielos, se reflejaban en las oscuras aguas del Brisbane River. Un bullicio extraordinario, alegraba un sábado noche por doquier.

Los jóvenes, muchos de origen oriental plenamente australianos, seguían el juego de la vida, brillando como una estrella..

Minifaldas, muchiescotes, cuerpos cimbreantes como juncos de humedal, tacones desafiantes, caderas bailonas, rubios y pelirrojos mechones,... todo un paraíso para jóvenes solteros al acecho.

Fue una noche inolvidable:

Viejos amigos ansiosos de noticias, abrazos, sonrisas y complicidad. Recuerdos de pasado; proyectos de futuro y comentarios de mi reciente experiencia en el norte, en una mezcolanza de tres idiomas.

Por primera vez, desde mi llegada a Australia, podía hablar con la soltura de mi idioma, la eficacia del francés y un inglés, menos "estropiciado"

Reía para mis adentros, pequeñas ocurrencias de lenguajes.
Pensé que le dices a un anglófono "No hay tomillo", con acento asturiano y te sonríen con un "Nice to meet you"

Lo dicho: ¡alegría para el alma!

Estoy como una "rosa de Jericó", reverdeciendo de su sequedad, al recibir "agua de vida"

Canguro solitario junto al árbol
Visita a Timba (Serrería de Darrel y Jo)







Darrel en su Timba con su sombrero Akubra













Arañas siempre presentes; incluso en Hallowen
La lagarta (Gecko) cazando palomillas
nocturnas a la luz de la ventana del dormitorio
Rincón donde fotografié la serpiente
Nunca lo olvidaré

Vías del tren hacia la alegría


Hermoso árbol en la estación de Miriam Vale
Brisbane


Kate y Wilson Dale, mis viejos amigos
Bajo un puente sobre el Brisbane River


Alegría en un mundo de colores


Cascada artificial en la base de un rascacielos

¡Vaya par de pellejos!
Con mi rubia australiana preferida
La noche es bella

El agua es vida
.

Esto promete.