domingo, 31 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 26. La tía de sangre

Una pléyade de ancianos estaba alineada en la gran sala en sus sillas de ruedas.Tenían la mirada perdida, en su limbo de memoria. Han vivido mucho y tienen mucha historia, pero no la recuerdan.

Hombres y mujeres que no se conocen; que no saben quiénes son, ni quiénes son sus seres queridos. Han vivido mucho, pero ya no viven; solo son seres que vegetan la espera de su trance final.

Entre esos ancianos, se encontraba mi tía Casi; mi única tía de sangre, que me vio nacer, me vio crecer y vivió los hechos más trascendentes de mi vida.

Única hermana de mi fallecida madre, es la última representante de mi anterior generación. Lleva 98 años respirando, muchos de ellos, con una vida intensa y emocionante.

Su primer trabajo, fue en el Gobierno Provisional de Burgos, durante la Guerra Civil española. Se ocupaba de enviar los mensajes cifrados tras las líneas enemigas.

Me contó que una vez pasó miedo. Comprobó que el mensaje que ella había enviado encriptado, no se correspondía con el que luego constaba en el archivo y pensó que podían acusarla de traición. Pero lo que realmente pasó, fue un rápido cambio de planes militares, que ella no conocía.

Otra de sus vivencias, tuvo relación con el accidente aéreo del General Mola, que tantos ríos de tinta y rumores generaría.

Una compañera suya, debía viajar en el mismo avión que el general, pero se le rasgó una media y el militar no quiso esperar a que se cambiara, ordenándola que se fuera en el siguiente avión militar. Fue la última orden que dio, pues el General falleció al estrellarse su avión poco después.

Más tarde, se encargó de enviar información a los miembros de la División Azul, que combatían contra los soviéticos junto a los alemanes.

Años más tarde, se casó con un viudo, alto cargo de RENFE.  Era un vasco imponente, residente en Madrid. Él o su padre había sido uno de los fundadores del Atlético de Madrid.

Disponía de un vagón de tren convertido en vivienda e incluso tenía un mayordomo. Viajaba por toda España y a veces, venía a Sevilla, para alegría de mi familia.

Durante la dictadura, no solamente era difícil obtener pasaporte, sino que teníamos expresamente prohibido viajar a cualquiera de los países comunistas.

Sin embargo, mi tío político y mi tía Casi, viajaron a algunos países tras el telón de acero, entre ellos, la República Democrática de Alemania. en representación del Gobierno Español

Mi tía contaba,no sin mi asombro, lo que luego ya sería evidente y que aún perdura en Corea del Norte: los guías obligados, espías del partido comunista. Si no me falla la memoria, fue en 1957.

Enviudó en 1959 y pasó a una vida más sosegada y entregada al amor y compañía de mis abuelos.

Aún es propietaria de la vivienda donde nací, murieron mis abuelos maternos y falleció mi madre.
Es, sin lugar a dudas, la casa de las raíces familiares, que por cierto,mantuvo en su fachada, por muchos años,los efectos de la metralla de la Guerra Civil.

Aquél lugar, fue escenario de combates, en la toma de la ciudad, cuando las tropas de Franco, atacaron desde lo que luego sería, la Ciudad Universitaria de Madrid.

Era la madrastra de una vasca que fue pretendida por de la Quadra Salcedo, quien luego de dejar el deporte, organizó durante muchos años, la Ruta Quetzal, tan conocida por los jóvenes españoles y sudamericanos.

Pero no tenía hijos propios. En realidad, sólo tuvo una sobrina y un sobrino, siendo yo uno de ellos.

La vida transcurrió feliz durante muchos años, pero la prematura muerte de mi madre, tiñó de negro mi vida. Mi tía, fue a partir de aquel momento, como una madre y como tal, la quise siempr

Mi tía, era una mujer muy hermosa. Tenia una gran elegancia personal y una mirada limpia de ojos turquesa. El reloj le ha robado mucho de aquel encanto y distinción. Incluso se ha llevado su identidad.

Ya no sabe quién es, ni qué hizo en la vida, ni quiénes somos sus seres queridos, pero nosotros sí sabemos quién fue y quién es todavía, a pesar de su limbo.

Mantiene parte de su belleza, a sus 98 años de corazón activo. Aún late, dentro de su cuerpecillo de huesos y fina y traslúcida piel. Por ella transcurre una red de venas y arterias muy visibles.

Espera sin saberlo, el último suspiro que lleve su alma junto a nuestros ancestros.  Mientras tanto, seguirá respirando entre los ancianos de pérdida mirada, en una residencia de muchas arrugas, muchas historias y poca memoria.

Los ojos se humedecen de pena, pero ella, en su infantil ancianidad, es feliz a su manera.

La tía Casi, es una de las mujeres más importantes de mi serie: Mi mundo entre mujeres.

sábado, 30 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 25. "Los pechos de la heladera"

Al pasar por la Heladería Ochoa, en la sevillana calle Sierpes, solía tirar de la chaqueta a mi madre, para que me comprara un cucurucho de helado.

Era todo un rito, que se repitió muchos días de cada verano, durante muchos años. Siempre la misma dependienta, siempre con la misma sonrisa y con un amplio escote, que aliviaba los calores de la canícula sevillana.

Nada más verme frente a la heladería, segregaba jugos gástricos, esperando el frío sabor en mis labios. 

Veía cómo la vendedora, de pié sobre una alta tarima, se inclinaba sobre el expositor, para cargar con varios movimientos, el redondo dispensador de helados.

Siempre dirigía mis ojos, hacia su diestra mano, preparando mi inminente placer congelado, sin dar importancia alguna, al escote de la buena mujer, que tan generosamente mostraba..

El tiempo pasó deprisa. El niño pequeño, de pantalones cortos, bolsa de canicas y peonza en mano, evolucionó a adolescente y sufrió importantes cambios en su organismo.

Al inicio de un nuevo verano, mi madre me compró otra vez helados. Pero un día, no seguí con mis ojos la diestra mano de la heladera, sino su voluminosos pechos en su amplio escote.

Aquél día, sentí que el niño se había ido de mi y que empezaba una nueva etapa de mi vida.

Ya abuelo, los helados siguen siendo mi tentación y mi perdición de control de peso. A veces, cuando tengo un cucurucho en mi mano, recuerdo aquél despertar a la vida y a aquella mujer que tanta felicidad infantil me proporcionó.

Incluir la heladera en "Mi mundo entre mujeres", era un acto de ternura y justicia de un tiempo lejano.

El soldado Rodriguez

Tobías Rodríguez, paseaba por Fontiveros, un bonito pueblo de Ávila donde había nacido S Juan de la Cruz.

A finales del siglo XIX, corrían  vientos de guerra. El tambaleante Imperio español, estaba en sus estertores de muerte.

Los norteamericanos, a los que España había ayudado en su guerra de independencia contra la Gran Bretaña, mantenían  contra nosotros, la guerra de Cuba, pues tenían sueños de imperio y querían arrebatarnos nuestras ya escasas posesiones, entre ellas, también Puerto Rico y Filipinas.

Tobías fue enviado a la Guerra de Filipinas, donde los nativos del país, luchaban contra nosotros.

Le destinaron a tierra de paludismo, sangre y muerte, a un país que no era realmente español, a entregar su vida sin preguntarle, para defender unos intereses ajenos a él.

La larga travesía,  transcurrió sin comodidades, con demasiadas olas, que revolvían su estómago, con un rancho sin grandes aromas y sobretodo, con tiempo; con muchas hojas de calendario para pensar.

Cada golpe de proa en el surco del mar, le alejaba de sus padres y de su amada, una preciosa joven de ojos azules llamada Sara Martín. A medida que la estela marina  le alejaba de España, se desdibujaba su querencia y crecía el miedo a lo desconocido

Tobías lloraba el silencio. Amaba su bandera, como el resto de los españoles, pero los que su nación había distinguido con la aristocracia o el dinero, no iban con él en el barco. Solo los que no tenían suficiente dinero para pagar su exención del servicio militar, tendrían el honor de morir por su patria.

Manila le recibió con una bofetada de húmedo calor. Bajó con dificultad la pasarela del barco. Tuvo que acostumbrarse de nuevo, a la certeza de tierra firme. Formó con el resto de los soldados y marcharon a pie hacia su destino.

Las penalidades no tardaron en aflorar. Sudores de calor y miedo; fiebres de paludismo; hostigamientos en los pantanosos paisajes; muertes a bala y cuchillo...sus compañeros gritaban su sangriento dolor o enmudecían para siempre, en aquel infierno lejano.

Fue de los pocos supervivientes de aquella carnicería. España perdió su colonia, regada inútilmente por la sangre de sus hijos.

Antes de ser repatriado, Tobías compró a su novia, un mantón de Manila, aunque en realidad, los bordaban en China.

Los abrazos y besos de España, reconfortaron tanto sufrimiento. Con el tiempo, Tobías y Sara, se casaron y tuvieron 11 hijos.

La más pequeña, se llamaría Antonia y sería mi abuela materna, que acabó heredando el mantón de Manila.

Siempre oí hablar del mantón, pero nunca me lo enseñaron. Al parecer, era una joya bordada en seda.

Me habría gustado tocarlo, olerlo, abrazarlo contra mi pecho y evocar la historia de mi antepasado, pero ese momento me fue vedado por sucesivos “otra vez será”

Esta mañana, he visitado la residencia de ancianos donde vive mi tía. La nieta de Tobías, tiene 98 años, la mirada y la mente pérdidas. No sabe quién es, ni quién soy, pero yo sí sé quién es ella.

El mantón de Manila y mi propia tía, son parte de un mundo que toca a su fín.

Queda la melancolía.

Nota del autor. Los nombres de mis bisabuelos son ficticios, pues no los recuerdo y ya nadie puede decírmelos. Los comentarios sobre los acontecimientos en Filipinas, son novelados. El mantón de Manila existe y sé que nunca lo veré.

miércoles, 27 de enero de 2016

Arena y nieve

Juventud divino tesoro. Fuerza, agilidad, resistencia, vitalidad, alegría y fe en el futuro. Ese era mi estado en 1973, cuando paseaba por la arena del desierto del Sahara, en Mauritania.

Allí conocí otro joven, de nacionalidad sueca, alto, fibroso, templado, inteligente, deportista y pleno de bondad.

Soportaba el sol, el calor y los rayos UV como podía. Estaba tan fuera de su ambiente, como un perro San Bernardo que había en aquél desierto.

Dos melenas, una rubia y una morena, protegían nuestras cabezas del altivo y caliente sol, que al contrario que nosotros, nunca envejece.

Nos hablábamos en francés y nos entendíamos muy bien, a pesar de ser de mentalidades y orígenes tan distintos.

Siempre me ganaba al ajedrez y no digamos al badminton. Era un fiera en ambas disciplinas y siempre ejercí de perdedor, pero el resultado era lo de menos. Yo gané en diversión, amistad y experiencia multicultural.

Unas vacaciones, fue con un grupo de compatriotas a Alaska. Pude irme con ellos a aquella gran aventura, pero no podía dejar mis padres ayunos de besos y abrazos.

Disfruté viendo las fotografías de aquella expedición, entre grandes coníferas, rápidos de ríos, salmones del Pacífico y osos que se forraban de grasa de pescado, para soportar los rigores del invierno.

Algún día tendré una experiencia similar, me dije. pero pasaron los años; pasaron las décadas; una, dos, tres y hasta cuatro, sin pisar Alaska.

Perdí contacto con mi amigo Hans, pero se obró el milagro.

Gracias al lado bueno de internet, regresé al futuro y localicé mi antiguo amigo, que vivía en la nieve de su paisaje natal.

Recientemente, he visto la película "Palmeras en la nieve". El film, me trajo nostalgias africanas y sobrecogió mi alma, con el contraste de la selva y los blancos Pirineos.

En cierto modo, arena y nieve, evoca un pasado y anuncia también un próximo reencuentro, esta vez, en el norte europeo, donde el frío es el protagonista sempiterno, salvo "floridas primaveras de verano"

Tras el abrazo del reencuentro y el beso a su mujer de entonces, evocaremos el pasado, se producirá el deshielo de la dormida amistad, pisaremos las nieves y las flores, recorreremos lagos, le acompañaré a pescar, perderé al badminton y al ajedrez y ganaré nuevamente mi amigo.

Y más tarde, pasearé el matrimonio por nuestra Santillana, subiremos Fuente Dé, oiremos el piano de la Conveniente, disfrutaremos Cabárceno, pasearemos el Sardinero y me sentiré feliz de hacerles felices y de presumir de Cantabria infinita.

Dos amigos; tres paisajes; cuatro décadas. De la arena a la nieve. De la nieve a nuestro paraíso.

                                                          MAURITANIA 1973
                                           Partida de ajedrez en la arena del desierto
                                                  Con una española y una sueca
                                                Con Hans en una fiesta bidane
                                   Hans en el laboratorio oceanográfico de Nouadhibou
                                             Hans y su esposa, en su casa mauritana

ALASKA 1973







SUECIA 2016
Su casa
                                                               Su paisaje
                                                            Vida en la nieve


                                                             Hans y su hija
Paisajes  y recuerdos del verano del 15

                                                   La mujer y la hija de Hans
                                                Hans pescando; como siempre

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martes, 26 de enero de 2016

El nido del cuco

En los documentales sobre la naturaleza, tenemos ocasión de ver el comportamiento de la fauna salvaje.

Podemos disfrutar de los combates de machos alfa, los cortejos nupciales, la cría de la camada o la supervivencia y muerte de los animales.

Suelen ser maravillosos espectáculos de vida y muerte, en los que la Naturaleza, nos muestra su cruda ley.

Si meditamos un poco, podemos sacar numerosas conclusiones, que sirven para comprender igualmente, el comportamiento humano.

La selección natural de los progenitores más fuertes; la muerte de los hijos más débiles; la interrelación grupal; la interdependencia entre especies animales y vegetales; la sostenibilidad y el equilibrio de los ecosistemas; el uso de la belleza, en el plumaje, en el postureo o en el canto, .. y por supuesto, la dominancia de unos sobre otros.

En la cadena trófica, todo se basa en la energía. Los animales vegetarianos, la obtienen de las plantas, que previamente, la han extraído de una tierra abonada por la fauna salvaje, bien por sus excrementos o por la descomposición orgánica de los cadáveres.

Los carnívoros cazan y comen herbívoros; el grande come al pequeño y los necrófagos, hacen de basurero de todo el sistema.

De esta manera, la energía pasa de una a otra especie y el ciclo de la vida y la muerte, se reproduce constantemente.

Pero la energía, no solo se transmite entre especies previa muerte. Hay otros sistemas de robar la energía.

El parasitismo es el ejemplo más evidente. Pulgas, garrapatas, mosquitos, sanguijuelas, etc., son casos muy claros.

Hay otra forma de robar energía, que en cierto modo, es también parasitar. Por ejemplo, el cuco, que pone un huevo en el nido de otra especie y lo que parasita, es la energía que deben derrochar los engañados padres adoptivos, para mantener su falso hijo.

O las aves acuáticas, que anidan masivamente en alguna isla dehabitada y roban a sus congéneres vecinos, los materiales para hacer su propio nido.

Los seres humanos, pertenecemos al Reino Animal y por lo tanto, tenemos comportamientos condicionados por nuestro origen y nuestra propia evolución.

Lo que nos diferencia de los animales, es nuestra inteligencia, pero nuestra racionalidad, no garantiza un comportamiento respetuoso con nuestros iguales.

Sobran ejemplos para compararnos con la vida animal. Desmond Morris, en "El mono desnudo", ya describió nuestras coincidencias de comportamiento animal.

Me limito ahora al abordaje de la "energía". El dinero, es la representación de la energía acumulada tras el trabajo, propio o heredado de los antepasados, que lo acumularon para sus descendientes.

También puede provenir de la explotación de terceros, más allá de las normas que regulan la justicia y la dignidad de los seres humanos. También, como el caso de las aves acuáticas, ya citado, de la apropiación indebida de la energía ajena, como es el robo, a extorsión, el timo, la usura, el cobro de comisiones,... en definitiva, de absorber la energía de los demás.

Los poderosos, son depredadores de los mansos del Señor. Les roban con muerte o sin ella, les parasitan, los engañan y los explotan. 

Legalizamos la apropiación de la energía ajena, mediante la especulación, por ejemplo. 

Asistimos al vaciado de las materias primas de los países subdesarrollados y cada vez más pobres; explotamos los niños del Tercer Mundo; robamos del Tesoro Público, a través de mordidas, comisiones indebidas, sobreprecios de obras, ...,

El ser humano, es capaz de pintar la Gioconda, esculpir La Pietá, construir una Pirámide, componer una Sinfonía, o escribir Los miserables.

Pero su exquisita sensibilidad, se disuelve como un azucarillo, cuando afloran sus pasiones y sus miserias.

Somos la única especie animal, que matamos por placer, no por obtener la energía de la supervivencia y hemos desarrollado, complejos sistemas de corrupción, parasitismo y explotación de nuestros propios compañeros de especie.

    

lunes, 25 de enero de 2016

Carta de un infiel

Nací bajo el signo de la cruz, hijo de católicos, en una país católico, donde en su historia, han convivido cristianos, judíos y musulmanes.

He convivido con protestantes, de diversas ramas, ortodoxos, musulmanes, judíos y budistas. También he convivido con gente que no siente la religión.

En todas las religiones, he encontrado personas sinceras, honestas, con grandes sentimientos y respeto por los derechos humanos.

Me siento español y partícipe de la civilización cristiana. Al margen de la defensa de la identidad nacional y el empeño de defender mi sociedad y su libertad; la historia, el presente y el porvenir de mis hijos y de los hijos de sus hijos, no soy un descerebrado del sectarismo.

Tengo una bandera. Tengo unos principios. Tengo un paisaje. Tengo un amor por la tierra que me vio nacer, en la que derramaron su sangre muchos patriotas de generaciones pasadas, que defendieron mi identidad y mi libertad.

Pero tengo otras banderas aparte de la roja y gualda y otras fronteras, aparte de las españolas.

Me refiero a la bandera de otros valores: libertad, honestidad, justicia, caridad, autenticidad, compasión, convivencia, respeto, disciplina, trabajo, derechos humanos, ...,y en definitiva, de los aspectos que elevan las personas en su máxima dignidad.

Me refiero a otras fronteras, no forzosamente geográficas, sino las del amor por el ser humano, cualquiera que sea su raza, religión o mentalidad.

Reniego de mis compatriotas y de los extranjeros sin valores ni corazón. Abrazo los próximos y los extraños, que sencillamente, aportan lo que pueden, desde su humilde posición, por un mundo mejor

Creo y necesito creer, en otra vida, una especie de isla de la felicidad, a la que puede accederse por los numerosos puentes que conforman las diferentes religiones del mundo.

El mundo ha girado mucho y las diversas civilizaciones, se han extinguido, aparecido o evolucionado.

Prácticamente, los cristianos, tras siglos de tragedia, hemos superado las guerras entre católicos y protestantes. Sin embargo, entre muchos musulmanes, existe aún el empeño por imponer a sangre y fuego, dolor y sufrimiento, su único puente, para acceder a la isla del paraíso común.  

Y no solo eso, se matan ente ellos, sunitas y chiíes, que también creen tener, la única puerta del acceso al paraíso.

Muchos, no han aprendido, que cada uno puede salvarse por el puente que desean transitar hasta su Dios. En cualquier caso, muchos, no han aprendido que en todos los puentes, hay gente buena y gente mala, como en su propio puente.

Soy feliz oyendo las campanas cristianas y respeto profundamente, las llamadas de los  muecines  a la oración.

No tardará mucho, en que nuevamente, escuche la voz que clama desde los minaretes. Y allá donde estaré, bajo una bandera con la Media Luna, daré lo mejor de mis conocimientos y de mis sentimientos, para que otros seres humanos, de otro puente hacia Dios, vivan mejor y sean más felices.

Allá donde voy, esperan mi experiencia, mi dedicación. También me aguardan dos corazones amigos y musulmanes, para dedicarme una sonrisa y una mirada franca.

No soy un infiel, tan solo, alguien que ama el mundo y su diversidad. Solamente un hombre, fiel a sí mismo, a su origen, y al género humano, indistintamente, del puente que atraviesa el mar de la vida, hacia la isla de la felicidad eterna.  














Mi mundo entre mujeres. Capítulo 24. Mi madre

Una preciosa joven, morena y de ojos grises, paria con dolor su soñado hijo varón. Tenía 23 años.

Los llantos del niño, conmovieron a la parturienta, que veía recompensado el trance, con aquella buena nueva.

Era un agosteño día del 47. Aquél niño, sería con los años, el titular del blog que estás leyendo.

Había nacido en plena época de la cartilla de racionamiento, cuando España sufría aún, las secuelas de la guerra civil española.

Mi madre bebía por mis vientos, me trataba con mucho amor, me protegía en exceso y derrochaba generosidad y dedicación.

Me ofreció todo, casi sin darme opción a luchar por la vida, al sol de los días y las platas de las noches; al viento, al frío y a los sudores del esfuerzo.

Me arrancó de su seno, con lágrimas en los ojos y a los doce años, me envió a un duro internado, donde pasé mi adolescencia con otros chicos más hechos a las vicisitudes del la vida

Fueron años de pocos colores, que endurecieron mi carácter, pero no mis sentimientos,. Estos, quedaron tan sólo ocultos bajo una coraza, que mas tarde, se resquebrajaría con la dulzura de una solícita madre y las cálidas comidas de cuchara, al amor de la mesa camilla.

Prácticamente, viví lejos de mi madre, desde los 12 años de vida. Primero el internado, luego, la carrera y más tarde, mis estudios post universitarios, mi trabajo en África y mi destino de funcionario a muchas horas de viaje.

Pero jamás rompí con ella, el cordón umbilical de los sentimientos.

Una mirada le bastaba para conocer mis pensamientos. Un abrazo, era suficiente, para empapar mi alma de alegría. Solo necesitaba una palabra para transmitirme un estado de ánimo.

Lejos, pero cerca. Ambos unidos por fuertes e invisibles lazos de amor, que me rendían feliz y me transmitían seguridad.

Ya casado y con un hijo, mi madre entregó prematuramente su vida por un maldito cáncer.

Sentí entonces, el mayor desgarro de mi vida y se anestesió en gran parte, mi capacidad de amar.

Terminé de curtirme en su ausencia. Conocí la felicidad y la amargura; recorrí caminos de tierra blanda y también de polvorientos pedregales.

Salté algunos muros y derribé otros. Sentí las dudas de cada encrucijada. Cuando me equivocaba, deshacía lo andado y sudoroso, emprendía el norte que buscaba.

Muchas veces, la recordaba y me preguntaba cómo habría enfocado un problema o si se sentiría orgullosa de mi camino.

Recuerdo con ternura, su deseo de transformarse en pulga, para esconderse en mi ropa y darme un picotazo, cada vez, que no siguiera la rectitud que me había enseñado.

Dicen que "Se aprende a ser hijo, cuando se es padre y a ser padre, cuando se es abuelo".

Soy ya abuelo y he aprendido a ser hijo y a ser padre y tengo más años de los que tuvo mi madre cuando falleció. He vivido menos años con ella, que sin ella.

Ahora, más que nunca, valoro la generosidad, la entrega, el amor y la dedicación, de mi madre.

Mis ojos se humedecen, al recordar aquella gran mujer, que me dio la vida y me transmitió sus valores.











domingo, 24 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 23. Mujeres acogedoras

Mi jubilación, versus libertad, me permite viajar. No importa el clima ni la lejanía ni la latitud. Solo tengo en cuenta el momento, la actividad, el ambiente y el sentido de la oportunidad.

Amén de viajes para ver familia, no siempre nacionales, me desplazo por el mundo, aprovechando las posibilidades de acogida de Helpx.

La filosofía de esta organización, es promover las relaciones internacionales entre los pueblos, favorecer la colaboración entre personas y en cierto modo, fomentar iniciativas ecológicas.

No se trata de un intercambio de mutua acogida, aunque las amistades generadas, favorezcan dicha eventualidad.

Lo previsto, es acoger a un helper en casa, a cambio de una colaboración de 3 o 4 horas en los días laborables.

Las actividades son muy diversas y no siempre, suponen la principal razón de acogida. En muchos casos, pesa especialmente el afán de compañía y la curiosidad por nuevas culturas..

Ya tengo una dilatada experiencia como helper, con un balance bastante positivo.

En la acogida en una casa, tienen especial trascendencia, la decisión de las mujeres de cada hogar. Era obligado y deseado, dedicarlas un artículo dentro de mi serie: "Mi mundo entre mujeres"

Como común denominador, todas las mujeres donde he sido acogido, han demostrado hospitalidad, generosidad, curiosidad y ganas de hacer amistades.

Este artículo, supone un pequeño resumen de mis experiencias Helpx y un profundo agradecimiento a todas las "madres de familia", que me han abierto las puertas de sus hogares y los corazones de su familia.

CANADA
Rachel Grenon, Bromont. Québec

Kathy Chapdelaine. Compton. Québec

RUSIA
Verónika Basilieva. Krasnodar

BOSNIA
Snedja,

AUSTRALIA
Jo Hopf. Bulburin. Queensland

Kate Dale. Coffs Harbour.Nueva Gales del Sur
(Fuera de programa Helpx)

Ojos abiertos

Luna llena, frío de noche, cuerpo cansado. Tengo sueño y ojos abiertos. Dormir no puedo, ni navegar por mi subconsciente.

Silencio sin crujidos, sin voces, ni ruidos de naturaleza. Solo yo, en mi propia compañía, pensando en la vida.

Hogar hermoso, refugio de corazones amigos. Bienestar y seguridad, en la intimidad de la estrellada negrura.

Momentos serenos, de paz interior y meditación. Tiempo de verdades, ante el espejo de la conciencia. Tic tacs de porqués, de cuántos, de cómos y cuándos.

¿Porqué paseo el mundo? ¿qué busco?, ¿huyó de algo? y ¿qué ansío ansiar lejos, que no haya cerca? ¿Quién sabe tantas respuestas?, ¿quien se conoce tanto?, ¿qué nos mueve, ¿qué nos da la risa o nos lagrimea?, ¿qué nos impide dormir el sueño y soñar dormido?

Luna llena, ojos abiertos, corazón cerrado, sin alma amiga,  Esta noche, no cuento ovejas, ni sueño estrellas, solo un desvelo, pensando formas de nubes y lluvias de sentimientos, con ojos enrojecidos y brillantes, corazón caliente, alma ¿valiente? y cuerpo cansado, pensando en los rizos y en los rezos de la vida.

No es prosa, ni es poesía, tan solo letras que se sienten, sin lógica aparente, salvo para el alma amiga, que por un puede o un tal vez, oiga también, el silencio de mi noche.

Nota del autor:

No piense el lector que desvarío si no comprende mis palabras, pues ¡Si son para ti, aunque no las leas y si no son para ti, aunque las pienses!

viernes, 22 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 22. La tía de América

Carmen, no es mi "tía de sangre", es mi "tía política", pero sobretodo, es mi "tía de sentimientos".

Española de origen, creció durante los años más recios de la dictadura, en el seno de una familia, tradicional y con valores cristianos. En su casa, se respiraba, autenticidad, religiosidad, disciplina y orden.

Ello, no quería decir que faltara amor, alegría, compromiso y sueños de futuro.

Joven, hermosa y con fe en sí misma y en su camino, conoció un joven militar norteamericano de la Base de Torrejón. Pasado un tiempo, se casaron e iniciaron una vida en común en Nueva York.

De aquella unión, nacieron cuatro hijos, que luego les darían numerosos nietos e incluso biznietos norteamericanos.

Carmen, la joven española de nacimiento, es, 60 años después, una dama norteamericana cuyo corazón late por dos países.

Cada año, viene a España, para ver su familia española y sentir la emoción de su patria de origen.

Cada vez que podemos, visitamos su casa americana, siempre abierta a nuestra presencia y a nuestro corazón.

Carmen, la tía Carmen, es generosidad y alegría. Una lección permanente de amor, que trasciende. La depositaria de los antiguos valores de una familia, que se rejuvenece constantemente, a las dos orillas del Atlántico.

La tía de América, es simplemente, un amor en mayúscula, una lección de vida y un ejemplo de dulzura y convivencia.

En la España tradicional, se decía que tener un "Tío en América", era sinónimo de riqueza de herencia.
Nada de eso va en nuestra familia.

La gran riqueza de la "Tía de América", es en nuestro caso, el amor, la simpatía y una mirada cansada, pero hermosa. Para mí, su único defecto, es no ser además, mi "tía de sangre"

La tía Carmen, no podía faltar en "Mi mundo entre mujeres".

jueves, 21 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 21. Mis hermanas de vida

Tengo cuatro cuñadas, a las que simplemente, llamo hermanas. Mantienen entre ellas, una gran unión, característica muy frecuente en las familias numerosas.

Son diferentes entre sí, pero quien conoce una de ellas, reconoce rasgos similares cuando ve a otra.

Las cuatro forman un entramado de primum inter pares y constituyen una sólida base de pirámide familiar.

Son un árbol fuertemente enraizado, del que colgamos los que nos “encontraron en la calle” y los gloriosos frutos nacidos por acción del amor, los años y la vida.

Auxiliadas por el WatsApp, se mantienen informadas ante cualquier emergencia y están siempre ojo avizor, para en una suerte de "a mí la legión", salir en auxilio del miembro familiar que lo precisa.

Son como una manada de elefantas, que hacen círculo alrededor de las crías, al avistar los leones

Son tres hornos - donde se ha cocido la maternidad de numerosos hijos y han amamantado una nueva generación familiar - y un corazón libre. Son mujeres que han entregado, su dedicación y su mejor fortuna, es la de ser madres, lo más grande que puede alcanzar un ser humano.

Han dado y dan amor, seguridad, calor humano, serenidad y pasión; han reñido, cocinado, planchado y educado; han transmitido la impronta de familia y por supuesto, forman la estructura del edificio tribal del que pende la conciencia y el orgullo de familia.

Se enfrentan a una ardua tarea: mantener la unión, asegurar el día a día y atender al que lo precisa. Son el matriarcado sin el cual, la familia, sufriría dificultades y sin su cemento, podría dispersarse.

Siento amor y admiración por las cuatro hermanas, que en la plenitud de sus vidas, dan tanto sin esperar recompensa, por el sentido del deber y por amor. 

Siento un gran orgullo y una gran alegría, por estar en su "manada" y merecen estar, con letras de oro en  "Mi mundo entre mujeres", 






Aromas de Karma

He contado muchas ovejas en la cama. No conseguía la paz de la noche, pues estaba inquieto y pensativo.

Resonaban en mi memoria, el arrastre de rocas por las olas, en una bravía costa ecuatorial; granizos contra la ventana; viento en sus cristales; gritos de los nietos ya ausentes; llantos de hambre en el desierto y estallidos de muerte, en un mundo convulso y alocado.

Tenía los ojos cerrados, pero veía demasiado. Mientras, giraba sobre la cama, el envase de mi alma y deshojaba margaritas, con excesivas cuestiones de vida.

Amores o desencantos; campanarios o minaretes; libertad o muerte; luces o sombras,... de una vida que se va entre campanadas de relojes, con mucha historia y menor futuro.

El sol besa mi cara, trayéndome algo de sosiego y alegría. Numerosos estorninos, picotean el cansado césped, que duerme su verde esperando la primavera. Los colores del día, serenan los pensamientos de mi oscura noche.

Las rojas grosellas del verano, dan color a mi desayuno de invierno, sobre el blanco yogur con cereales. Mi estómago, agradece el beso de los sabores del alba, mientras el día duerme la dulce y simpática oveja, que balaba en mi nocturna negrura.

Mis cálidas manos de siempre, están frías, como si mi viejo corazón, me enviara un aviso de que le escuche. Parece que me riñe, por no ser Juan Salvador Gaviota y conformarme con un vuelo rasero de alpiste y seguridad, sin la miel y la hiel de la libertad.

Mi vida espera el bisturí de la bata blanca, en una especie de cesárea de vesícula y mientras, velo el momento de anestesia de mi consciencia.

El sol brilla en las hojas de mis camelias, que prometen sus flores de primavera. La mimosa no se atreve a dar su amarillo de invierno y en estos pensamientos de intimista reencuentro, aspiro un aroma de karma.

Un jabón con el color de vino de barrica, expande en el ambiente, un entrañable y delicioso olor que invade el alma.

Las mujeres, suelen fijarse en las manos, en la sonrisa y en los zapatos de los hombres, pero también, en su olor personal, ya sea el corporal o el de su perfume.

No es extraño. Su gran capacidad olfatoria, previene los peligros que se ciernen, en los frutos de sus vientres.

Tengo buen el sentido de observación gestual. Percibo las fugaces expresiones de las caras y creo ver en ellas, las almas de mis compañeros de vida.

Pero difícilmente, percibo los aromas del camino. Sin embargo, el olor de este jabón, resulta agradable, sereno, amable y me da el karma que la noche me robó.

Pasarán los días y a no más tardar, tal vez antes o tal vez, después del bisturí, volaré largo, pasaré el Mar entre Tierras, llegaré a lugares de minaretes y muecines y estaré en extraños sitios de peligro cierto.

Pensaré entonces, en lejanía y en soledad.

Soñaré en la vuelta; en el reencuentro con la primavera y con mis tres hijos juntos, como hace ya tantos años que no ocurre. Tal vez, entonces, sepa cuál es el sitio que me reserva un destino, que no gobierno en plenitud.






miércoles, 20 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 20. Los rulos al poder

En 1975, asistí a una ceremonia en el Gobierno Civil de mi provincia, en la que las autoridades civiles, debíamos plasmar nuestra lealtad al Jefe del Estado, representado por el Gobernador Civil.

Se encontraba sobre un estrado, con una capa de blanca piel de armiño, propia del siglo XIX

El Régimen franquista, tocaba a su fin y se olían aires de democracia y libertad. Aquella fue la última vez, que se organizaba aquel acto decimononico.

Tras la Transición española con la UCD, accedió al poder el PSOE, con el lema "Por el cambio".
En aquel entonces, era Director Provincial del Ministerio de Sanidad y Consumo y como tal, pertenecía a la Comisión de Protección Civil.

Los socialistas aplicaron su lema y me cambiaron; es decir, me destituyeron del puesto poco después de llegar al poder. Sin embargo, olvidaron borrarme de la lista de la Comisión.

Una gota fría, provocó graves inundaciones en el norte de España, con pérdida de vidas humanas.

Un domingo, fui convocado de urgencia a la Delegación del Gobierno, para adoptar medidas sanitarias ante aquella catástrofe.

La flamante Delegada del Gobierno, nos recibió a varios Vocales de la Comisión, en la Sala de Gobierno, donde pocos años atrás, había participado de aquel acto de adhesión al Jefe del Estado.

La Delegada, vestía bata de guatine, zapatillas de pompón y tenía un pañuelo en la cabeza, cubriendo los rulos del pelo.

Más tarde, se presentó su hijo, con un collar de pinchos en el cuello y algunas tuercas atadas en la cabeza.

Tras comentar que ya no debía formar parte de aquella Comisión, abandone la gran sala. Pensé que el cambio se había producido sin anestesia.

Aquella mujer, que dirigió la Delegación con tanto carácter, formó parte de Mi mundo entre mujeres.

Así sucedió y así lo he contado.

La bufanda negra

En mis años universitarios, los estudiantes llevábamos largas bufandas, que puestas, casi llegaban  a la rodilla.

Eran signos de identidad de cada Facultad, pues llevaban los colores distintivos de cada carrera e incluso, su escudo.

No conservo la verde bufanda de mi Facultad de Veterinaria, pero guardo  otras.

Una de ellas, es blanca y me la dio un tío mío, oficial de la Armada, que la había usado en el Juan Sebastián Elcano. Una reliquia para mí, ya con mi familiar fallecido y con la emoción de haber visitado aquel barco y haber jurado aquél día, la bandera española.

Poseo otra bufanda negra, muy preciada por mí. Cuando protege mi cuello, tengo sensaciones encontradas. Me produce recuerdos de empatía y bienestar, pero también tristeza de perdimientos (sentimientos perdidos), por temor e indecisión.

Las personas, no siempre gestionamos adecuadamente nuestra inteligencia emocional. Algunas veces, nos dejamos llevar por las pequeñas miserias, sin tener en cuenta, las sensibilidades de otros seres humanos, o causamos daños a terceros, simplemente, por torpeza.

La bufanda negra, no es un simple trozo de tejido. Es el el símbolo de lo que pudo ser y no fue; es parte de mi historia personal; una mezcla de dulzura y amargura; un camino cortado y un recuerdo clavado en mi alma, que me obliga a ser más generoso y más prudente.

Hay en mi armario más bufandas, pero solo la blanca y la negra, son las más importantes, pues están impregnadas de sentimientos y son parte de mi historia personal.




martes, 19 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 19. Jovencitas

Una población pequeña, permite una vida pausada y pasear en un entorno familiar.

Santander, es una ciudad acostada sobre el mar, hermosa, intimista y entrañable. Recorrer sus calles más señeras, fuera de los meses de turismo estival, permite ver las caras de siempre, de los que aquí llamamos los STV. (De Santander de Toda la Vida).

Durante mis 40 años en este lugar, he visto la evolución demográfica de la ciudad.

De toda la población, me resultan entrañables, las jovencitas que emergen a la vida en cada primavera. Suelen deambular en pequeños grupos, muchas de ellas, aún con sus ortodoncias colocadas, siembran las calles de bullicio, alegría, ingenuidad y prisas por quemar las etapas de su realidad.

Cada año, al huir el frío de nuestras calles, las nuevas jovencitas, se muestran como flores maravillosas, reclamando su lugar, en la feria de los sentimientos.

Cada calendario gastado, surge una nueva cosecha de hermosura e ilusión. Con los años, las jóvenes maduran, se hacen espléndidas mujeres y se las ve pasear cogidas de la mano o ceñidas por la cintura, junto a jóvenes afortunados.

Los tiempos pasan, los noviazgos llaman a vicaría, los embarazos llegan y se las ve pasear las redondeces, con la belleza de la maternidad y la felicidad.

Les siguen los cochecitos y luego, las niñas con chupete o con muñecas. Las trenzas, los vestidos de nidos de abeja y los lacitos de terciopelo, se tornan más tarde en faldas escocesas y pantalones vaqueros, mientras desarrollan su pubertad.

Sus incipientes curvas, se esconden bajo los gruesos ropajes del invierno y se transforman, durante el frío, en las maravillosas mariposas de delicadas y hermosas alas, prestas a los vuelos de primavera.

He vivido así, la evolución de muchas niñas, hoy madres, o de sobrinas transformadas en preciosas mujercitas, que ya pisan las aulas universitarias.

Si la salud me lo permite, seguiré asistiendo cada año, al milagro de la belleza y alegría, en cada cosecha de esta encantadora ciudad.

Estas jovencitas, por su belleza e ilusión, me inspiran optimismo y alegría de vivir. Por ello, han merecido una referencia en "Mi mundo entre mujeres"

lunes, 18 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 18. Mujeres sin nombre

He tenido ocasión de ver miles de mujeres sin nombre. Sin duda, cada una de ellas, con su alma, sus flores y sus espinas, sus perlas y sus piedras.

Hijas, madres, abuelas, esposas, viudas, divorciadas, repudiadas, libres o sometidas, felices o sufrientes, altas, bajas o medianas, de todos los países y religiones. Trabajadoras,  paradas, vividoras de lujo, activistas, desvinculadas del bien común, solidarias,..y así, miles de situaciones, en este redondo planeta.

He visto sus mayores lujos y sus dramáticas miserias; la desesperación del camino y las amorfas vidas, de quienes solo aspiran a un mundo de lujo.

He andado entre ellas, en muchas circunstancias y caminos y me he sentido atraído por sus bellezas y exotismos

He oído sus cantos, los llantos desgarrados saliendo de sus entrañas y visto sus lágrimas derramadas.

He olido sus perfumes, sus artes de cocina y sus sudores de atraso y miseria.

He visto sus miradas radiantes y sus ojos perdidos de almas rotas. He sido testigo de dolores de alumbramientos y de pechos secos con hijos de hambre.

He presenciado pasarelas de moda con atractivas modelos. Y también, desfiles en sendas polvorientas de bebés en dorsos y cántaros en cabezas.

He compartido aceras con agresivas mujeres de independencia conquistada y visto desnudos pies, pisando el sucio asfalto de los arrabales.

He admirado cuerpos perfectos batiendo marcas mundiales, desafiando el viento. He llorado en silencio sus hijos perdidos por la guerra, la ruta o las drogas.

He sentido la pena de su explotación obrera, de hogares rotos, de orfandades prematuras, de abandonos preñados y de adanes de barbarie.

Todas ellas, en la realidad del camino, en la jungla del subdesarrollo, en la virtualidad del cine o del telediario.

Todas ellas, con sus caras sin nombre, son también, parte de "Mi mundo entre mujeres", pues han forjado mi carácter, han golpeado mi conciencia y despertado mi horror o mi ternura.

       
             "Este artículo, está dedicado a las mujeres anónimas, que sostienen el mundo".


Mi mundo entre mujeres. Capítulo 17. Suegras y nueras

Antaño, antes de la gran difusión de la lengua inglesa, era el francés la lengua de la diplomacia. No en vano, es un idioma que permite expresar con gran facilidad, frases con doble sentido.

Los eufemismos tampoco son ajenos a este idioma. Así por ejemplo, una verruga es un "grano de belleza" (graine de beauté), una suegra es una "bella madre" (belle mère) y una nuera es una "bella hija" (belle fille).

De tal modo, que una persona con verruga, puede estar orgullosa de su garbanzo negro en la mejilla y que una mujer, sea o no físicamente afortunada, es, cuando menos, hermosa cuando casa a su hija o su reciente marido, tiene padres.

Esta deferencia política en francés, va en detrimento de las madres y las hermanas de sangre, dado que quizás por la confianza familiar, se las desposee a priori, del calificativo de belleza.

Los ingleses son más precisos, pues utilizan el calificativo "legal"(mother in law), por ejemplo.

Nosotros, los españoles, somos más directos. Una verruga es una verruga, a la suegra la llamamos suegra y a las nueras las denominamos nueras. Luego, la belleza dependerá de cada cual y a gusto de cada quien, según y cómo.

Mi madre, en tanto que futura suegra, perdía la ecuanimidad a la hora de juzgar la presuntas nueras. Mi suegra antes de serlo, no tardó en escudriñar cada expresión de mi alma. Es normal, que sea así.

Cuando mis hijos eran "cervatillos", tuve que recorrer medianas y largas distancias regionales, para llevarles a intrascendentes partidos de fútbol, pero que para ellos, eran muy importantes.

Crecidos los hijos, me libré del "transporte deportivo", pero debí colaborar en el "transporte romántico".

A veces, debía transportar a mis hijos, hasta su "territorio de ojeo", para recogerlos más tarde. Por algún capricho de la vida, trabajaban las "medias distancias", preguntándome ingenuo de mi, que veían en algunas de las aspirantes "a libro de familia".

Pase bastante tiempo, en idas y venidas, Finalmente, las "bellas hijas", tuvieron orígenes geográficos muy dispares: dos españolas, (una del norte y otra del sur) y una del "sur del sur", ... de Sudamérica y pasaporte italiano.

Usando la denominación inglesa, tendría dos daugther -in- law, y ya en román paladino, tres nueras con todas sus letras.

En una somera descripción, diría, con alegría, que son de sexo femenino, pues en estos tiempos, hay que decirlo, son muy inteligentes, buenas profesionales y lo que es más importante, quieren a mis tres hijos y las dos que me han dado nietos, son excelentes madres.

Llegado este punto, hago constar en acta, que "pulpo no es animal de compañía" y que una perrita pointer, no es mi nieta, por mucho que una "hija bella" me lo diga.

Cada una tiene luego, su propia idiosincrasia personal, sus virtudes y sus defectos, como todo el mundo.

Las dos Saras y Antonella, como así se llaman, son las nueras que forman parte de mi "Mundo entre mujeres". Afortunadamente, con buena presencia y sin "graine de beauté".






domingo, 17 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 16. Las cordobesas

Estudié la carrera en la Facultad de Veterinaria  de Córdoba.  Fueron 6 años felices, con la alegría de la juventud y el espíritu universitario.

Fueron tiempos de formación, de crecimiento personal, de preparación de futuro y de abrirse a la vida, en busca de una felicidad de familia por construir.

Compaginaba los estudios, con las diversiones de la juventud en manada y amanecía al safari de los sentimientos, por la selva del asfalto.

Córdoba era una ciudad pueblerina, pero hermosa; llena de prejuicios de clase y de tabúes de vida.

La ciudad sultana, tiene muchas joyas de la que enorgullecerse. la Mezquita, el Alcázar, Medina Zahara y la Judería. Son joyas que atesoro en mi memoria de aquellos años.

Sus mujeres, son igualmente hermosas y si el lector me conoce ya un poco, no podía obviarlas en mi artículo.

Generalmente morenas, de piel aceitunada, como las hasanies mauritanas, de pelo recogido y oscura e intensa mirada, no te dejan indiferente.

Alguna cordobesa prendió entonces mis impresionables ojos y hizo latir con fuerza mi corazón; pero no lo suficiente, como para impedir el semanal viaje a mis abrazos de familia, a mi Sevilla de color especial.

Córdoba era hermosa, pero me asfixiaba, pues estaba acostumbrado a otra ciudad más libre. La misma que me ofrecía los abrazos y los cariños de familia y recorría con mis armas de varón en busca de una madre del futuro.

Julio Romero de Torres, fue un pintor excepcional, que plasmó en sus lienzos, la belleza de la mujer cordobesa. Entre ellas, la Chiquita piconera y la Fuensanta cuya imagen, circuló por las manos de los españoles en el billete de 100 pesetas.

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Tuve el privilegio de conocer personalmente a la modelo de ambos cuadros, Teresa López. Me parece recordar, que ya anciana, tenía un puesto de chucherías, pero mis recuerdos se desvanecen en la niebla de mi mente.

Había perdido su hermosura, pero no su mirada triste e intensa. Su piel arrugada, mostraba su paso por la vida, que no debió ser afortunada, a pesar de ser la imagen de un billete.

Pero hubo dos cordobesas, que hicieron feliz mi vida en Córdoba y que marcaron mi vida para siempre.

Paulina  y Elisa, fueron dos auténticas madres para mí, a las que quise como un hijo. Ambas llenaron mi estómago de sabrosos platos de felicidad y cuchara, colmaron mis ansias de vida en familia y me dieron parte del cariño que repartían entre sus hijos.

Todos los miércoles, mis piernas me llevaban automáticamente a la calle Hermanos López Diéguez, donde se ubicaba la casa de doña Paulina.

Me esperaba con un guiso de habas que era mi perdición y comía con ella y con alguna de sus seis hijas, al amor de la mesa camilla, con brasero.

Al menos una vez a la semana, me dirigía a la calle Ramiro de las Casas Deza, donde se encontraba un palacete, que había pertenecido al mismísimo Gran Capitán.

Cuartel durante la Guerra Civil, fue posteriormente, vivienda de una famoso torero cordobés  y luego, vivienda de la familia Castejon, para acabar siendo, un hotel de lujo.

Siento veneración, agradecimiento y casi amor de hijo por la familia Castejón.

No necesitaba invitación. Llegaba y me sentaba a comer. Era una familia de 6 hijos y donde comían 8 de familia más el servicio, siempre cabía un comensal más.

De todos los platos, recuerdo sobretodo el salmorejo que hacía Lola, la cocinera, quien con los años, pondría un mesón al que acudirían los cordobeses a chuparse los dedos.

Allí tuve la suerte de compartir mantel con altas personalidades de la política nacional, lo que supuso para mí una excelente experiencia, pero especialmente, aquella familia, me dio amor y forjó parte de lo que luego fui.

El alma de aquella familia, era doña Elisa. Me había conocido en la cuna y fue mi madre cordobesa durante aquellos años. Mantuve contacto con ella, durante toda su vida, hasta que me llegó la noticia de su triste fallecimiento.

Siempre llevaré en mi corazón, aquella delgada mujer, de blanca tez y aparentemente débil figura, que fundó una gran familia y le sobraron sentimientos, para darme parte de su cariño .

Mis grandes recuerdos de mujeres cordobesas, son de nobleza y amor.  Paulina y Elisa, son dos nombres que tienen una página de oro en mi serie " Mi mundo entre mujeres" . Para ellas, mi amor, mi devoción y mi recuerdo.

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Siete domingos

La jubilación viene de júbilo. Al principio, no lo tenía claro y temía que mi nueva situación personal, al finalizar mi vida activa, significara tedio, abandono, soledad y depresión.

Llenaba tanto mi vida, con el trabajo y con los hijos en el hogar, que temía encontrarme ante un vacío de vida.

Los hijos volados y el trabajo pasado, me enfrentaban a un incierto estatus personal. Tenia miedo al reloj, la apatía, el desconcierto y el abandono personal.

Poco a poco, me he adaptado a mi nueva situación, borrando de mi vida, en lo posible, las obligaciones innecesarias, sintiéndome progresivamente, más integrado en la Naturaleza..

No puedo abstraerme totalmente, de la regulación de la sociedad. Cuando conduzco, cumplo las señales de tráfico; cuando compro, he de adaptarme a los horarios; cuando me relaciono con los demás, respeto las normas básicas de educación y urbanidad.

Pero lo que más respeto y valoro, son las leyes de la Naturaleza. Sigo, casi siempre, mi reloj biológico.

Todos los días de la semana, son domingos. Cuando tengo hambre como; si tengo sueño duermo; si me apetece trasnochar, lo hago y así, cualquier actividad o dejadez, con el privilegio de la libertad conquistada.

Salvando las diferencias, me siento como un simio en la selva, respetando la jerarquía del grupo, obedeciendo los instintos de supervivencia y disfrutando errante, de la belleza de la vida.

Guardo un equilibrio entre libertad, dignidad, amor, compromiso y civilización. Me desprendo de prejuicios y tabúes; me olvido para siempre del "qué dirán"; me resbalan los convencionalismos; desprecio las mentiras de decir y de vivir; abandono el dios del dinero, por el del tiempo, el amor y la salud.

En definitiva, soy más sencillo, más honesto, más auténtico y más libre.

Soy como un cohete en el espacio, que va desprendiéndose de lo ya inservible en las distintas fases del lanzamiento, hasta quedarme en la cápsula indispensable.

Ello requiere una evolución que sigo aceleradamente. Cada vez, me queda menos vida y por ello, no tengo tiempo que perder. Disfruto como nunca, el sabor de la vida, los aromas del camino,  los colores del paisaje, los besos del amor, las caricias de la amistad y las sonrisas de los compañeros de mi tiempo.

No concedo reloj a las envidias, a los rencores, a las  discusiones inútiles o a los superfluos de la sociedad, que pierden sus energías en caminos sin salida.

Libre y con el oro de mi tiempo de vida, me importa muy poco un mezquino "Sálvame", una pirámide de noticias sobre noticias intrascendentes de deportes,  cualquier programa o actividad, que no aporte realmente valores a mi persona.

Como el "cabreo mata", procuro no enfadarme. Como la superficialidad dispersa, huyo de lo fatuo. Como la gilipoyez abotarga, busco sensatez e inteligencia.

Todos mis días son domingos. Todos mis momentos deben ser felices, hermosos, honestos, limpios y libres.

Esto significa para mí, la libertad conseguida.

viernes, 15 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 15. "Mi amiga Aiwa"

En la época mas sangrante del racismo, los blancos solían decir que:
                                             
                                                "Las negras son para trabajar;
                                                 las mulatas son  para hacer el amor;
                                                 las blancas son para casarse"

Los negros a su vez, decían:
                                                "También la vaca negra, da leche blanca"

Los mestizos se consideran a menudo, excluidos de los mundos de su progenitores; en algunos casos, odian su condición y son crueles con los indios o los negros de los que en parte proceden.

A veces, se ha puesto en cuestión la actitud de nuestros antepasados con los indios americanos, acusándoles no sólo de destruir culturas indígenas, sino también, de haber vulnerado los derechos fundamentales, de cualquier ser humano.

Cuando las naciones centro y sudamericanas, se independizaron de España, fueron mestizos o criollos, los que mayoritariamente, tomaron el poder, siendo bastante más crueles con quienes les habían conferido parte de su origen nativo que eventualmente, lo hubieran sido nuestros antepasados.

En África, las diferentes etnias africanas, son muy racistas entre ellas. La división artificial del Continente, atendiendo a intereses espúreos de las potencias colonizadoras, dividió pueblos y los mezcló con otros, provocando o agudizando los graves problemas inter- étnicos.

Incluso entre mestizos, existen a veces diferentes consideraciones, atendiendo a la intensidad del color de su piel, no siendo extraño que los más oscuros, llamen a los otros "desteñidos"

Durante mi estancia en Mauritania, conviví con diferentes etnias del país, en el que dicho sea de paso, aunque esté prohibida y oficialmente no exista, persiste la esclavitud.

En la empresa donde trabajaba, había una mestiza encantadora. Se llamaba Aiwa. Creo recordar, que su madre era suiza y su padre maliense. Era hermosa, dulce y buena persona.

A menudo, sufría los malos modos del gerente de la empresa, pues había vivido muchos años en la antigua Guinea Española, hoy Guinea Ecuatorial y se había impregnado de un comportamiento ajeno al respeto de los seres humanos.

Quien desee comprender aquél ambiente, puede ver un hermoso film sobre la vida de los españoles en aquél país: "Palmeras en la nieve" y que recomiendo expresamente.

Volviendo a Mauritania, Aiwa tenía tendencia a vivir con los de su lado negro y no con los de su lado blanco.

Sin embargo, mantenía una gran amistad con mi amiga Marie Claude, a la que ya he dedicado un artículo de esta serie, titulado "La normanda"

Los sentimientos suelen ser correspondidos. Aiwa fue para mí, un ser humano, independientemente de su tono de piel. Nos teníamos bastante afecto y simpatía, pues era blanco, pero nunca la marginé por el color de su piel.

Conservo de ella, una preciosa tela africana que ella tiñó a mano para mí. Periódicamente, abro el baúl de los recuerdos y saco de él objetos de mi historia personal. Impregno mis sentidos de ellos. Tacto, olor y color, evocan una pasada vivencia y me unen emocionalmente con alguien de mi tiempo perdido.

Cuando despliego la tela y veo los colores, me parece ver la sonrisa de Aiwa y me inspira la ternura de una amiga que nunca volveré a ver.

Aiwa, estaba muy delicada del corazón y en caso de crisis, no tenía posibilidades de supervivencia en aquél país.

Aiwa, murió hace ya 4 décadas. Sólo fue mi amiga, pero bien puede aplicarse el siguiente proverbio:

                              "La mujer de la que se enamora un poeta, nunca morirá"

Por esta razón, Aiwa figura en  la serie de artículos, titulada: Mi mundo entre mujeres

Nota del autor: incluiré cuando sea posible en este artículo, una fotografía de Aiwa y otra de su preciosa tela

Mi mundo entre mujeres. Capitulo 14. "Una sueca en París"

En los años 60, se hizo famosa la Costa del Sol.

Mientras los españoles emigraban a Europa en busca de trabajo, los extranjeros venían a España en busca de sol.

Por aquella época, las españolas aún usaban fajas de ballenas y púdicos bañadores con falditas.

Recuerdo, que en Sevilla había una piscina pública, con horarios femeninos y masculinos. Una vez, cumplido el turno de baño femenino, el encargado de la piscina, dijo la siguiente frase:

                          ¡Señoritas, salgan de la piscina, que voy a soltar los machos!

En aquélla época, para ver unas caderas femeninas, había que ir al Café La Plata, en la calle del Tubo, en Zaragoza, a la Varieté del Addy Ventura o al teatro de Manolita Chen, pues aún no se había iniciado el "destape"en España, ni se proyectaban películas de "arte y ensayo"

Años más tarde, dos hermosas jóvenes españolas,  harían su agosto enseñando mucha piel en las portadas de las revistas y en las películas. Un irónico columnista, refiriéndose a ellas, las diferenciaba con el siguiente comentario:
           
                 Blanca es la que a veces se desnuda y Susana, es la que a veces se viste"

No es de extrañar, que la llegada de nórdicas con biquinis a la Costa del Sol, revolucionara las huestes masculinas de nuestro país.

Se fletaban autobuses de machos del interior, que acudían a la Costa del Sol, con boina y moreno agrario, exclusivamente, para ver las "suecas" en biquini.

José Luis López Vázquez y Alfredo Landa, inmortalizaron aquella época, con películas un poco sonrojantes.

No es de extrañar, que se creara el mito de "Las suecas" en España y que en los países del norte, se creara el del "Macho ibérico".

De hecho, igual que en Cuba se acuñó el término de las "Jineteras", en Canarias, se creó el término" Bananas boys"

Cuando salí de la reprimida España, para realizar estudios de postgrado, en  la Francia de Mayo del 68, me enfrenté en plena juventud, a un mundo de libertad desconocido para mí.

Durante la visita a un centro oficial, conocí a una sueca que estaba de becaria en la Cámara de Comercio en París. Atrevido yo, la invite a salir por la tarde y aceptó.

En mis años de estudiante universitario en Córdoba, debíamos ir a clase y al comedor, con chaqueta y corbata. Además, yo tenía fama de pijo, entre mis compañeros.

Pero estaba en Francia y me sentía liberado de muchas normas. Acudí a la cita en vaqueros, con una camisa de cuadros y un jersey de marinero, que usaba cuando salía en un barco de pesca.

Ingrid fue con traje de chaqueta, una especie de bombonera en la cabeza y guantes de terciopelo. Me sentí incómodo por el contraste, pero la tarde transcurrió hermosa y nada que ver con el tópico ibérico.

Recuerdo su impecable actitud y su esmerada educación. Tuve a mi lado, una joven recatada, seria y deliciosa.

Años más tarde, ya en Mauritania, conocí un joven matrimonio sueco con los que pasé jornadas entrañables. Conservo su contacto 43 años después. Guardo excelentes recuerdos de ellos, a pesar de que nunca pude ganar a Hans, ni al ajedrez ni al bádminton.

Con los años, los españoles nos liberamos de muchos tópicos, prejuicios y corsés,alejándonos a marchas forzadas, de aquélla España cañí, aunque lamentablemente, creo que hemos perdido también, un respeto, un sentido por la estética y un saber estar, que no volverán.



jueves, 14 de enero de 2016

Mi mundo entre mujeres. Capítulo 13. "El beso de la alemana"

Tenía pantalones cortos y me encantaba jugar a las canicas. La bolsa de bolas de cristal, era mi preciado tesoro.

Entre mis compañeros de canicas y de peonzas, estaban Ovidio y Gonzalo. El padre de Ovidio, no levantaba más allá de 1,55 m, pero paseaba orgulloso con su mujer que le sacaba la cabeza.

Yo aún no andaba a mozas, pero tenía la suficiente picardía, para imaginar la situación que me callo.

Pasados los años, Gonzalo, marchó a Francia, donde se hizo director de cine. La sorpresa de los vecinos, fue verle con una guiri de al menos 1,90 m, que llevaba a mi amigo con el brazo sobre sus hombros y un bebé en el otro, dominando el dúo desde las alturas.

Años más tarde, yo también marché a Francia para hacer estudios de postgrado. Iba por todos los puertos de pesca del país, visitando fábricas de pescado, piscifactorias y todo tipo de actividades del sector.

En mi visita a Marsella, embarqué en una lancha de vigilancia costera, que controlaba, entre otras cosas, la pesca ilegal.

El mar estaba agitado y las náuseas se adueñaron de mi. Al gran malestar, se añadió la vergüenza de presenciar la detención de un pesquero español, por faenar ilegalmente, en aguas jurisdiccionales francesas.

Ya en tierra, me dirigí a un comedor universitario, pues en ellos podía comer barato y contactar con estudiantes de muchos países.

Coincidí en una de las mesas, con Helga, una alemana de Hannover, ciudad que conocía, pues había visitado su famosa Escuela de Veterinaria. Era una gran mujer, en el sentido literal de la palabra, pues medía casi dos metros.

Dimos cuenta de una sabrosa sopa de pescado típica de la zona y luego, paseamos por el puerto de Marsella.

Estaba tan encantado como impresionado, ante semejante mujer.  Éramos una pareja muy dispareja, pues juntos, parecíamos el signo de admiración y yo era el punto. Era tan grande como dulce y hablaba un excelente francés, con un fuerte acento teutón.

Caída la tarde me acompañó a la estación de tren, pues debía viajar a París, para continuar mi formación.

Para despedirse, me rodeó el cuello con un brazo, alzándome casi de puntillas, al tiempo que se agachó para darme un beso. Sentí ternura y bochorno.

Mientras el tren cabalgaba hacia la Ciudad de la luz, recordé las escenas de mis amigos de infancia.

No supe si alegrarme por el fugaz beso o lamentar mi ridículo. Entonces. pensé en una vieja expresión popular:                                        
                                     "Demasiado arroz, para tan poco pollo".

Cerré los ojos, esbocé una pícara sonrisa y me entregué al sueño del camino.



martes, 12 de enero de 2016

El cumpleaños

Hace ahora un año, que publiqué el primer artículo de mi blog y es una buena ocasión para hacer un balance del trabajo:

Número de artículos publicados: 460
Número de entradas en el blog: 15,386
Media de entradas diarias: 42,15
Número de países en los que se ha leído el blog: 55
Países con mayor número de entradas (De mayor a menor): España,  Estados Unidos, Australia, Rusia, Francia, Suiza, Bosnia, Marruecos y México
Artículos más leídos:

                           Presentación del blog
                           Norteamérica. Capítulo segundo. La boda. 5 octubre 2015
                           Una saga hermosa. 17 febrero 2015
                           ¿Qué quieren las mujeres? 5 septiembre 2015
                           La vaca que sabía demasiado. 1 octubre 2015
                           Bosnia. 8ª parte. Banja Luka. 10 julio 2015
                           El beso de la pastora. 11 diciembre 2015
                           Norteamérica. Capítulo Décimotercero Epílogo. 12 octubre 2015
                           Bosnia. 7ª parte. El parto de Charly. 8 julio 2015
                           La pasión de viajar. Fotografías del autor. 10 marzo 2015

Inicio mi segundo año de actividad bloguera, feliz  por la difusión de mis trabajos y agradecido a vosotros, los lectores, por dedicarme vuestro interés y vuestro tiempo.

Seguiré trabajando en mi "panadería literaria", "cociendo artículos" para serviros el pan de las letras de cada día y alimentar vuestra curiosidad.

Lo haré con ideas, noticias, reflexiones, sentimientos, imagines, chascarrillos, aventuras, anécdotas, puyazos, contradicciones y gazapos con su mijita de ironía y su pizquita de mala uva, porque a veces soy un ángel y otras un demonio.

A todos los lectores, un fuerte abrazo de todo corazón.



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Mi mundo entre mujeres. Capítulo 12. " La amiga roja"

Me escapé de Francia. Era becario de la Republica Francesa, pero al oler la frontera en Biarritz, pasé a España y me dirigí a Madrid.

Fueron escasos días de abrazos de familia y de un brújuleo profesional, que me abriría muchas puertas de futuro.

Mantuve dos entrevistas en la Administración española, que marcarían mi futuro personal, poco después.

Uno de los contactos, me proporcionaría con el tiempo, mi primera experiencia profesional, como Director Técnico de la empresa IMAPEC, en Mauritania.

El otro, me ayudó años después, a preparar las oposiciones que me permitieron acceder a la Función Pública española. Este último, hizo algo más: me dio su amistad y me presentó su familia.

Conocí a su hija, cuando era estudiante universitaria. Era más roja que las amapolas, tenía un corazón de oro, era consecuente con sus ideas y activista política en la última etapa del franquismo.

Curiosidades de la vida, congeniamos desde el primer momento. Ella un tanto revolucionaria y yo, sin estar identificado con el Régimen, un joven repeinado, de corbata y portafolios, respetuoso del orden y ajeno a la agitación universitaria.

Ello no quería decir que no tuviera riesgos políticos involuntarios.

Cruzaba a pie la Ciudad Universitaria, en dirección a la Facultad Veterinaria de Madrid. Iba a matricularme en los cursos monográficos del doctorado. Chaqueta, corbata,,...todo un joven profesional, integrado en la sociedad. Vamos, un tío de derechas, que dirían los rojillos.

Iba silbando, como era mi costumbre, cuando un policía a caballo, me interceptó el paso. Me preguntó en tono cortante si sabía lo que estaba silbando. Me dijo que iba chiflando La internacional. Pero al ver mi cara de estupor y sorpresa, me dijo más calmado, que cuando pasara por delante de su otro compañero a caballo, fuera con la boca cerrada, pues " tenía muy mala leche".

Me encontré con mi amiga en la Facultad y le conté los sucedido. Oí su perorata rojilla y la miré con la condescencia de una persona más experimentada.

Días antes, había protagonizado una sentada ante una institución pública y había sido desalojada a peso muerto, al estilo " no nos moverán", con la canción de Joan Báez como fondo. Ya he dicho, que era una rojilla, hija de su tiempo.

Días más tarde, en el convulso Madrid del franquismo feneciente, llevaba en mi coche a mi amiga y a otra compañera suya. Al adelantar un vehículo de la Policia, una de ellas les profirió una letanía de insultos e hizo amago de un corte de mangas, con mi preocupada protesta, por su arriesgada actitud.

El coche policial, nos adelantó y nos cortó el paso, obligándome a parar. Un policía abrió mi puerta con una porra en la mano y me dispuse a lo peor.

Sorprendentemente, me dijo que no me preocupara, pues no iba conmigo. Entonces pensé en mis amigas, pero aquel día, estábamos de suerte.

Los policías bajaron violentamente los jóvenes que ocupaban el coche posterior al mío, los arrastraron por el suelo y les dieron una buena tunda de porras, que acabó con una herida sangrante en la cabeza de uno de ellos.

Si en alguno de estos incidentes narrados, hubiera sido agredido, habría reaccionado y me habría radicalizado, como muchos jóvenes de mi generación, influidos por mayo del 68, las protestas de la Guerra del Viet Nam, las ansias de democracia, el romanticismo y el inconformismo de la juventud.

Décadas después, conservo la amistad con mi amiga roja, que mantiene sus ideas, como yo las mías, pero los años, la han hecho más pausada.

Estoy orgulloso y feliz de ser su amigo desde hace más de cuatro décadas y me pregunto qué me pasa a mi, para ser según ella, de la derecha civilizada y tener mis amistades más entrañables, militando en el rojerío progresista.

Será, que por encima de las ideologías, me interesa más el corazón de la buena gente, sin importarme sus colores

Mi amiga de la que no cito su nombre, tampoco podía faltar en Mi mundo entre mujeres.