lunes, 18 de enero de 2021

Paz y palmeras

El sol de invierno besa mi rostro y templa la fresca brisa mediterránea. La luz se adentra en las estancias de la casa. La música, invita a la relajación. Siento bienestar y paz interior. Mientras, la felicidad aflora a mi piel.

Las palmeras abanican el azul del cielo, como presagio de una borrasca que empapará las tierras de España. 

Hace un mes que llegué a la luz del sureste, dejando atrás, el bravío norte, de cumbres nevadas, cielos grises y verdes valles, así como 45 años de historia personal.

Allí quedaron sueños realizados, ilusiones rotas; abrazos nobles, sentimientos agridulces y un "confieso que he vivido"  

Soy los genes heredados; los sudores generados; el amor entregado; las cicatrices de mi piel; la ternura recibida; la solidaridad compartida; la mueca del desencanto; las miradas de amor y rencor que se clavaron en mi alma. Soy eso y mucho más; la sabiduría adquirida en cada piedra tropezada, durante el ruido de mi vida.

Y aquí estoy, en la soledad de una tierra hermosa pero extraña, esperando la llegada de sentimientos de azul mirada, para reconfortar los latidos que mueven el milagro de mi vida, para darme la leche y miel, que el beduino recibe en el oasis, tras la travesía del desierto.

Soy la historia de mis viajes guiados por la rosa de los vientos; de rostros blancos surgidos del frío o quemados por el trópico; de miradas oblicuas del lejano Oriente; de danzas calientes o dulces melodías; de cuevas bajadas, de cimas subidas; de ríos navegados; de mares surcados; de selvas intrincadas; de sabanas de vida y muerte; de emociones olvidadas; de búsqueda de una felicidad, que estaba escondida en mi propia esencia personal.  

Soy yo, el que en la serenidad del momento, con Chopin en mis oídos y la luz pintada por Sorolla en mis retinas, deja atrás el tiempo vivido y se adentra en el futuro de cada día, desarraigado del cemento que ataba mi libertad, presto a viajar, ligero de equipaje, a donde me lleven el viento y las olas del mar.

Viajes de mochila a la espalda; de caminos pedregosos; de camas de supervivencia y de fuertes contrastes de un mundo cruel pero hermoso. 

Viajes por el Oriente místico y espiritual, de sangrientas revoluciones, entregado a la modernidad en un  siglo que será suyo.

Viajes por la vieja Europa, caduca, de piedras sabias por el paso de tantas civilizaciones; por campos regados de sangre por los sueños de poder a lo largo de su historia. 

Viajes por África, la cuna de la Humanidad, vaciada de sus hombres y de sus riquezas naturales, condenada a la ambición y la corrupción de su propia gente, en nombre de la libertad.

Viajes por la imaginación, de futuras aventuras casi imposibles, no exentas de riesgo, sin saber porqué ni para qué.

Viajes a mi mundo interior; a la reconciliación con mi historia, a los dulces sueños de la felicidad, con generosidad, amor y perdón, no siempre comprendidos, por quienes aún no han llegado a la sabiduría del camino.

Alma serena, música y ozono en el aire, colores que se mueven, alegría, amor, fe y esperanza; paz y palmeras.      





lunes, 11 de enero de 2021

Honra a nuestros muertos

Los aplausos de homenaje, cansaban las manos en las ventanas; la música de balcones, llenaba las calles de notas solidarias; la imaginación de los padres, contenía los diablillos, que retozaban en los hogares.

Íbamos con miedo a las tiendas, en busca de comida, para volver a casa, en afán de supervivencia.

Estuvimos confinados en los domicilios, para evitar contagios y perdimos nuestros ancianos, sin consolar sus últimos momentos, ni honrarles en los entierros.

Titiriteros de la palabra, decidieron nuestros destinos en el Congreso, entre intrigas, demagogias, mentiras y vanidades.  

El miedo atenazó la población, que esperaba y desesperaba en sus casas, el tañido de las campanas de libertad. 

Llegadas las vacunas, nos acercamos a ese día y entonces, inundaremos las ciudades, los pueblos y los campos, piel al sol, rostro al viento y desenmascarado, buscando los besos y los sentimientos, tanto tiempo negados. 

Será entonces, cuando pidamos honra y justicia para nuestros muertos. Podremos ver entonces, si aún vive Montesquieu y la Justicia está a la altura del sufrido pueblo español.