lunes, 11 de septiembre de 2023

El tengoque

25 años. Francia. Barco pesquero. Marea en frías aguas del norte. Mar agitado. Olor a gasoil. Manos heladas. Redes con bacalao.

Cama caliente, usada a turnos por la tripulación. Vida dura, de hombres recios. Sueño intenso y escaso, por agotamiento y relevo en cubierta.

Dura experiencia por exigencia académica. Como la de otros, los "puertas frías", de vendedores a domicilio, por no trabajar su futuro a tiempo.

65 años.Jubilación. Liberación de calendario, reloj y corbata. Libertad, libertad, con risa, libertad.

7 domingos por semana. Anarquía de vida. Horario sin horas. Sueños sin reloj. Comidas sin nombres de cena o desayuno. 

Cama caliente, sin turnos de relevo. Solo vivir los sueños, vegetar, escribir...

Mala conciencia, de abandonarse a la vagancia y a la libertad de cansarse de descansar; de pensar en el "Tengoque".

Tengoque levantarme; tengoque asearme; tengoque "brunchear"; tengoque... vivir en una sociedad que impone sus normas de trabajo, organización, reglas, castigos, competencia, estrés...

Que laboren los jóvenes y los adictos al trabajo y respeten la vida de los grises" tengoques" apodados por Hacienda,  "clases pasivas".

Pues ya que somos pasivos ....vivamos en libertad, sin cadenas sociales, sin prejuicios, sin que dirán, sin esclavitud de modas, sin tengoques. Solo cama, ropa vieja, paisajes, risas,  salud y sentimientos.

Punto y final. Tengo hambre y tengoque abrir el frigorifico



miércoles, 6 de septiembre de 2023

El café de las mujeres

Buchanan, un joven escocés,  cazaba caimanes en el río Misissipi. Ataba grandes anzuelos cebados con carne,  en las orillas del río  para engancharlos.

Los revisaba diariamente, tirando de los cordajes, para que un compañero disparara en la cabeza a las posibles presas, sin dañar su valiosa piel.

El riesgo era evidente. Los caimanes  saltaban furiosos cuando jalaban la cuerda; las frecuentes tormentas complicaban la navegación y había piratas en el rio, que robaban la caza a los tramperos.

Cuando reunió suficiente dinero, volvió a Escocia, se casó con Daisy y emigraron a Darwin, en el norte de Australia. 

Buchanan trabajaba de guarda en el Parque Nacional de Kakadu, el hogar de los cocodrilos de agua salada. 

A veces, guiaba reducidos grupos de turistas por los pantanos; otras, recolectaba huevos  de los nidos de cocodrilos, para una granja donde los criaban, para producir pieles y abastecer de carne a restaurantes.

Vivía feliz con sus dos pasiones: la fauna salvaje bajo el sol y  las tórridas lunas con su amada. Viivía,... porque un gran cocodrilo, le robó el futuro, mientras recolectaba huevos en el pantano.

Tras su desaparición, unos aborigenes siguieron su rastro y descubrieron la tragedia.

Daisy secó sus lágrimas, con los restos de la camisa, lo único que quedó de su marido.  Tenía el recio carácter de las tierras altas de Escocia y quiso continuar en Australia.

Conoció entonces, a Francesco, el hijo de Tomasso, un  "camisa negra" de la Italia fascista, que huyó a Australia, tras el asesinato de Mussolini en 1945.

Trabajaba en un centro australiano de reptiles, para extraer venenos de serpientes, procesar antídotos y productos para medicina estética. Simpático y atractivo, conquistaba las mujeres susurrandolas lentamente  "Ti vigilo un mondo di bene" 

Pronto compartieron almohada, los negros cabellos del latino y la roja cabellera de la escocesa. Sus cuerpos bailaban el amor, sus labios besaban las palabras y los gemidos eran su música nocturna.

La vida sonreía su nuevo matrimonio, pero... agotado tras una noche de pasión, Francesco cometió un grave error al extraer el veneno de una serpiente y una  taipán le hincó los colmillos en la yugular. 

Daisy maldecía su mala suerte en la soledad de sus sábanas. Volvía al tedio y al silencio nocturno, recordando a Buchanan y Francesco.

Viajó entonces a Byron Bay, en la costa este australiana, un paraíso para practicar surf y submarinismo. 

Ryan descendía de convictos irlandeses deportados a  Australia por la Gran Bretaña a mediados del S. XIX.  

Responsable del Faro de Cabo Byron, vivía en una casa anexa. Desde allí, avistaba ballenas jorobadas entre junio y noviembre.

Su vida era el mar. Tenía un pequeño velero, practicaba pesca deportiva, surf y submarinismo.

Coincidió con Daisy cogiendo olas en la playa. Eran dos almas gemelas,  castigadas por la soledad.

No tardaron en entregarse en la playa. Los suspiros se fundieron con el sonido de las olas y gritaron a la Estrella del Sur, su amor en la noche.

Fueron años de serena felicidad, que Daisy recordaría cómo la mejor etapa de su vida. 

Un aciago atardecer, mientras nadaban en la desembocadura del Brunswick, un tiburón toro, que había remontado el río,  segó la vida de Ryan. 

Se besaban en el agua, cuando inesperadamente, el escualo le arrancó de sus brazos. Aterrada, nadó hacia la orilla, mientras las turbias aguas, se tiñeron de rojo. 

Nunca volvió a Byron Bay. Se estableció en Brisbane y se enterró en vida, llorando sus tres amores perdidos.

Encontro consuelo espiritual, con Dharma, un griego convertido al budismo, vegetariano y místico, que llevaba una vida de meditación y recogimiento. Era un "hierbas desustanciao", que la inició en la contemplación y en el feng shui. 

Su actividad sexual, era tan escasa como insulsa, pero se conformaba con tener paz, complicidad y armonía.

Perdida la juventud, aún deseaba vivir sábanas de pasión, pero el budista solo era un "picha triste" con karma.

Una noche, le echó viagra en el puré de zanahorias. Dharma la poseyó con una fuerza inesperada, pero... murió en el éxtasis final por parada cardiaca

Esta vez Daisy se sintió liberada. Aún era una mujer hermosa para ser amada. Se mudó a Coffs Harbour, donde nadie la conocía y no podrían tacharla de gafe o de viuda negra.

Guapa, dulce y amorosa, tuvo un corto romance con Noor, un joven, con quien recuperó las pasiones perdidas con Dharma. Pero... solo fue el amor pasajero de un holandés errante, con tatuajes satánicos en su piel.

Noor la abandonó y emprendió una aventura en solitario, por la selva de Papúa, donde fue capturado por la tribu korowai. Eran seres primitivos, que vivían en los árboles y practicaban rituales de canibalismo. 

Cuando vieron los extraños tatuajes de Noor,  lo consideraron un  khalua o brujo mmaligno. Fue desnudado, atado a un árbol, asesinado a machetazos y comido  según su ritual caníbal.

Daisy había enviudado 4 veces, enterrado solo a dos maridos y nunca supo del asesinato de Noor. 

A sus 71 años, aún sueña con un hombre para compartir un amor sereno y hermoso, los últimos años de su vida. 

Conocí a Daisy, en noviembre de 2015, cuando acudí en Coofs Harbour, con Kate, a una reunion de amigas que llamaban, el "café de las mujeres"

Notas del autor:

Estuve en Nueva Gales del Sur y en Queensland, Australia, durante noviembre y diciembre de 2015  

La viuda del articulo existe, pero su nombre y las historias de sus matrimonios, son inventados a partir de historias oídas y experiencias personales vividas en Australia

Me ofrecieron llevar ganado a caballo, en zonas donde había cocodrilos, pero rechacé la oferta. También decliné la portunidad de trabajar en una granja de cocodrilos y en un criadero de cacatúas australianas

Cuidando un jardín, sufrí un grave riesgo frente a una serpiente taipán, en el interior de Queensland

Mi amiga Kate, se reunía todas las semanas, con un grupo de amigas en una cafetería. Llamaban a la reunión, el "café de las mujeres" y estuve con ellas en dos ocasiones.

La amiga escocesa, del café de las mujeres, me invitó a su domicilio. Sentí paz y bienestar, ante la dulzura de la anfitriona y el armonioso ambiente de su casa, decorada en estilo feng shui. Más tarde, supe que ésta se había quedado viuda cuatro veces.

Conocí una anciana encantadora. Su marido perdió la vida, combatiendo contra los japoneses, cuando estos invadieron Nueva Guinea Papúa, durante la Segunda Guerra Mundial. Su historia era fascinante.

Desde entonces, deseo conocer las primitivas tribus de la isla, obviando el contacto con los Korowai, grupo étnico que vive en la profundidad de la selva y práctica el canibalismo. 

Un turista británico que se adentró en su zona, fue considerado un brujo maligno "khalua" y le rescataron cuando estaba atado a un árbol, desnudo y con los ojos vendados, para su ejecución.


Caza de caimanes en el Misissipi 
Con la viuda del combatiente en N. G. Papúa
En el interior de Queensland.
Mi encuentro con una serpiente taipán




domingo, 3 de septiembre de 2023

Embrujo y amor en Sevilla

En el año 844  los vikingos de Normandía, llegaron por el río Guadalquivir con una flota de drakkars hasta Ishbiliya, la actual Sevilla.

Atacaron la ciudad, saquearon sus riquezas, tomaron esclavos y dejaron un millar de muertos.

Abdar Rahman II, envió sus tropas desde Córdoba para defender la ciudad. A pesar del valor, la astucia y la ferocidad de los vikingos, los árabes vencieron a los invasores y ejecutaron a 400 vikingos, colgandolos de las palmeras.

En 1614, llegó a Coria del Río, un galeón que había zarpado de la ciudad japonesa de Ishinonaki,  con 180 tripulantes japoneses, al mando del Samurai Hasekura Keicho, en misión diplomática.

Muchos de los tripulantes, se establecieron en la ciudad. Para facilitar la pronunciación de sus complicados nombres, se les impuso a todos, el apellido Japón. Actualmente, más de  600 corianos, llevan ese apellido.

En 1965, el alcalde de Sevilla, invitó a dos corresponsales de prensa de Suecia y Japón, con el fin de divulgar en sus países, ambas efemérides. 

El periódico japonés, Ishinomaki Hibi Shinbun, envió a su corresponsal Kimura Yuki. Menuda, ceremoniosa, introvertida y delicada, era una porcelanita del Sol Naciente

El Gotheborgs Posten, de Gotemburgo, envió a Magnum Nilsson, escritor y periodista. Era un gigantón pelirrojo, de ojos azules, con 40 cm de pié y unos 100 kg de peso vivo canalla. 

Tenía la cabeza vendada. Al pasear por la feria montado en una yegua en celo, un caballo quiso montarla y debió tirarse al suelo como pudo.

Tras el trágico incendio de la feria de 1964. Los sevillanos apreciaron como nunca la de 1965. Los asistentes abarrotaban las calles y  las casetas del ferial y se produjeron excesos por doquier.

El Alcalde de la ciudad, agasajó a los invitados, en la caseta municipal. Como pagaba el Ayuntamiento, abundaban la manzanilla, las nécoras, las gambas, el jamón y los montaditos de lomo.

Pronto se vieron rodeados de personajes tan oportunistas como pintmorescos.

Jairo Montoya, el "Follarranas", gitano y guitarrista; un junco aceitunao y un artista en las cosas del querer. Habia sido vendedor de mantillo pa las macetas, afilador,  vendedor de pajaritos y de ancas de ranas. Se ganaba unas perras tocando pa los guiris en el barrio de Santa Cruz y en los tablaos de poca monta.

Tanaka Kaito, nieta de una geisha, a la que quiso emular, pero tras dos años como maiko, viajó a Sevilla para ser bailaora de flamenco. Allí se amancebó con Jairo, tras convencerla éste de que si yacía con él, bailaría  con la pasión y el duende de un gitano. Jairo la presentaba como "Gitanilla de Kioto". 

Lola Japón,  la "Pavera". Natural de Coria del Río, era una buscavidas segun la temporada: ponía un puesto de pavos en Navidades y otro de sandías y melones en verano. El resto del año, vendía, tortas de aceite, aguardiente y cigarrillos sueltos en el puente San Telmo; arbejones en la plaza de las palomas y chucherías e higos chumbos en la puerta de un cine de verano.  Sus amplias caderas, eran como una barcaza en la que muchos querían navegar por las procelosas aguas de la pasión. Dicen que hizo estragos amorosos en las carretas del Rocío.

De repente, apareció un querido y exótico personaje de la Feria de Sevilla: Pepe, "el Escocés". 2 m de tío, falda escocesa, zapatos con hebillas, calcetines largos y una boina coronada con una pluma.

Pepe se sumó al festín. El escocés, el gitano, las japonesas el vikingo, ... aquello prometía.

Pepe era un pozo sin fondo y no habia alcohol que doblara su altiva figura. El vino y su alma de artista, le daban cierta gracia bailando sevillanas.

La Gitanilla de Kioto, jarta de vino, se arrimaba al Follarranas, todo lo que el decoro de la época permitía.

A Lola Japón, le encantaba calentar a los hombres y dejarles con dolores en la entrepierna. Queria vengarse así  de todos ellos, pues una vez, mientras estaba agachada recogiendo caracoles, un degenerado, la atacó por detrás. 

Engatusaba al vikingo, con una mirada caliente, suaves caricias, su turgente mascarón de proa y el balanceo de sus caderas. 

Cuando a Nilsson,  se le subió el temperamento, se fue a por Lola y ésta, ya harta de vino  y gambas, se escapó para Coria.

Entonces, irrumpió en escena, Coral Vargas, la "Pitonisa". Vendedora de jazmines, lectora de manos y echadora de cartas, era famosa porque bailaba descalza, y su mirada echada fuego de pasión. 

Una noche descubrió a Jairo, "su hombre", saltando en su colchón con Gitanilla de Kioto. Desde entonces, sentía un ataque de cuernos que la quemaba las entrañas.

Al ver su Jairo con la maico, perdió los papeles. Maldito seas traidor. ¿Qué tiene esa que no tenga yo? Y le tiró un viaje de uñas a la japonesa, que sangraba por la sien. Los municipales la arrancaron a duras penas de su presa y se la llevaron al cuartelillo, aún con pelos en sus manos.

Jairo se llevó a su Tanaka y la compensó en la cama, con una doble sesión de duende gitano.

Kimura y Nilsson, regresaron al hotel. El vino y el embrujo de Sevilla, prendieron en ellos la pasión, como el fuego quema la estopa.

Los fuertes y pesados embites del vikingo, arrancaron gritos de placer de la nipona, que pronto tornarían en dolor, cuando ésta comprobó que le había roto dos costillas.

Ambos corresponsales, escribieron sendos artículos sobre la llegada de los vikingos y los japoneses a Sevilla. Una ciudad, que embruja a sus visitantes, les invita al amor y les inflama de pasión. Aseguraban que era imposible escapar de allí, sin una noche de amor

Desde entonces, muchos guiris del norte y japoneses, van a Sevilla buscando su duende. 

Kimura y Nilsson, se establecieron en Lysekil, en el suroeste de Suecia, donde tuvieron un hijo pelirrojo con ojos rasgados,  que causaba admiración

Notas del autor:

El ataque en el año 844 de los vikingos normandos a la ciudad de Sevilla, durante el Emirato Omeya de Córdoba es un hecho histórico.

También está documentada la llegada del galeón japonés a Coria del Río en 1614. Entre los más de 600 descendientes japoneses, surgió una Miss España que fue invitada a Japón. 

Pepe el Escocés, en realidad se llamaba Oliver  Bertrain y era de origen francés y holandés, tenía sensibilidad escocesa y era sevillano de corazón. Murió en Niza, con 74 años, en 1972.

El resto de los personajes son inventados, así como el relato del artículo.


Recreación de la invasión vikinga de Sevilla
   
Reproducción del galeón japonés 
Corianos cantando en japonés 


Baile de sevillanas en la feria

Pepe el Escocés



viernes, 1 de septiembre de 2023

PASIÓN EN LA TAIGA


Dasan, fue un indio mestizo navajo con sangre española, que sirvió durante la Segunda Guerra Mundial, en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, como "locutor de claves", transmitiendo mensajes militares secretos, en el famoso "código navajo"

Su hijo Niyol, enjuto y liviano como el viento, se había criado entre caballos mustang y se ganaba la vida como jinete, en los hipódromos americanos. Fue llamado a filas para combatir en Vietnam

Niyol era un "Rata". Así llamaban a los militares americanos de baja estatura, que combatían al Vietcong, en los túneles que horadaban en la selva.

Sua, una laosiana de la etnia Hmong, cuyos integrantes luchaban junto a los americanos, contactó con Niyol.

Era una doble agente que trabajaba también para el Vietcong. Quería captar a Niyol, para que descifrara los mensajes enemigos en código navajo.

Niyol y Sua, tuvieron una tórrida pasión, quedando ella embarazada del navajo.

El contraespionaje norteamericano, detectó la actividad de Sua y ésta huyó al valle de Sapa, en el norte de Vietnam.

Sua parió un niño, al que llamó Lauj. Ya adolescente, montaba búfalos de agua en los campos de arroz.

Cuando se declaró la guerra chino vietnamita, Sua huyó con su hijo a Siberia

Ávido de aventuras, Lauj fue a caballo, en busca de los Tsaatan, la tribu nómada de los "hombres reno",  que deambulan entre el sur de Siberia y el norte de Mongolia. Se llaman así, porque usan los renos para montarlos, transportar sus pertenencias y obtener leche.

Cansado y hambriento, Lauj se topó con un grupo de mujeres Tsaatan, que recogían bayas silvestres, mientras algunos hombres, trataban de cazar algún jabalí o algún alce. 

Tras el susto inicial, Buyantogtoh una joven de rasgos árticos, le dedicó una penetrante mirada, que estremeció a Lauj.  En ese momento, ambos supieron lo que el destino había escrito para ellos.

Ganbat, padre de Buyantogtoth, colmó de alegría la tribu, al aparecer con un gran alce que había cazado.

Sorprendido por la presencia de Lauj, le acogió con la tradicional hospitalidad de los que viven los riesgos del paisaje.

Lauj mostró con señas, que era mitad indio navajo del desierto de Arizona y mitad Hmong, una etnia minoritaria, extendida por el sudoeste de China e Indochina y que se consideraba como ellos, un superviviente en un medio hostil.

Lauj y Buyantogtoth, curtieron la piel del alce, mientras se entendían con gestos grandilocuentes y miradas de fuego.

Lauj aprendió a cazar con halcones, a montar en reno y a fabricar los tipis tsaatan, similares a los tipis americanos. Con el tiempo, Laug se convirtió en un nómada Tsaatan

Un atardecer, Lauj besó la sonrisa de Buyantogtotn y ella se abandonó en sus brazos, bajo una inmensa piel de oso.

Hacia mucho frío, pero ambos sudaron largamente el placer del amor, hasta caer exhaustos y felices.

Aquella fria noche de luna llena, Buyantogtoth concibió en su vientre, un ser con sangre de tres continentes, mientras un búho cantaba en la taiga.

Nueve lunas más tarde, Buyatogtoth parió con dolor, el placer vivido meses atrás. Era un niño y con el tiempo, perderia la vida defendiendo sus renos contra un oso.

Uno de sus platos favoritos, de la tribu, es el estofado Tsaatan. 
Ingredientes:
Carne de alce
Nata de leche de reno
Sal y especias picantes del país
Bayas silvestres
Hierbas, hongos y tubérculos de la taiga
Preparación:
Hacer un fuego al que se añaden varias piedras. Cocer las hierbas, los hongos, los tubérculos y las bayas.
Tras apagar el fuego, poner sobre el rescoldo de piedras, un cuenco metálico con trozos de carne de alce, sal y especias picantes. Una vez dorada la carne, añadir el cocimiento y la nata de leche de reno

Notas del autor

Los soldados americanos que combatieron en Vietnam, pertenecían a mi generación. Conocí algunos de ellos, con los que practiqué artes marciales en el gimnasio de un sud vietnamita en Sevilla. Algunos fueron a la guerra, pero no todos volvieron.
Viví por la prensa los horrores de aquella contienda.

Me conmovió ver el Memorial de la Guerra de Vietnam en Washington.

Viajé a Vietnam en febrero del 2017.

Visité el valle de Sapa, al norte del país, donde hay una gran colonia Hmong. Se trata de una etnia minoritaria China, perseguida en su país de origen, que huyó y  estableció por toda Indochina.

Muchos Hmong, combatieron junto a los americanos contra el Vietcong.

Conocí un antiguo guerrillero vietcong, que combatió contra los "rata" en los túneles de Cu Chí. Me contó que tenían tuneles ciegos, trampas con suelos falsos, conteniendo serpientes venenosas o lanzas de bambú.

Visité el Museo de la guerra y vi los devastadores efectos del agente naranja utilizado por los norteamericanos.

Estuve en el Palacio del entonces Presidente del Vietnam del Sur 

Descendí a los túneles de Cu Chí. Fue una experiencia difícil y agobiante, por ser bajos, estrechos y sin posibilidad de orientación.

Finalizada la guerra de Vietnam, algunos colaboradores Hmong, marcharon a los EEUU, por miedo a las represalias, entre ellos, el famoso general Vang Pao. 

En la película Gran Torino, de Clint Eastwood, se narran viscicitudes de esta etnia en los EEUU.

Algunos Hmongs, agentes secretos dobles, huyeron a la URRSS

En mayo de 2017, ascendí al volcán Erta Ale, en Etiopía, con un mestizo indio navajo norteamericano, que venía de recorrer Mongolia a caballo. 

Me informó de la existencia de la tribu Tsaatan. Había buscado sin éxito un mestizo navajo, que podía ser su hermanastro.

El relato tiene una parte real y otra novelada.

Etnia Hmong rojo

              Antiguo combatiente vietcong

    Representación de los tuneles de Cu Chi

                   Túnel en Cu Chi

                 En un túnel de Cu Chi

  
    Etnia Tsaatan
El mestizo norteamericano que conocí en Etiopia