miércoles, 6 de septiembre de 2023

El café de las mujeres

Buchanan, un joven escocés,  cazaba caimanes en el río Misissipi. Ataba grandes anzuelos cebados con carne,  en las orillas del río  para engancharlos.

Los revisaba diariamente, tirando de los cordajes, para que un compañero disparara en la cabeza a las posibles presas, sin dañar su valiosa piel.

El riesgo era evidente. Los caimanes  saltaban furiosos cuando jalaban la cuerda; las frecuentes tormentas complicaban la navegación y había piratas en el rio, que robaban la caza a los tramperos.

Cuando reunió suficiente dinero, volvió a Escocia, se casó con Daisy y emigraron a Darwin, en el norte de Australia. 

Buchanan trabajaba de guarda en el Parque Nacional de Kakadu, el hogar de los cocodrilos de agua salada. 

A veces, guiaba reducidos grupos de turistas por los pantanos; otras, recolectaba huevos  de los nidos de cocodrilos, para una granja donde los criaban, para producir pieles y abastecer de carne a restaurantes.

Vivía feliz con sus dos pasiones: la fauna salvaje bajo el sol y  las tórridas lunas con su amada. Viivía,... porque un gran cocodrilo, le robó el futuro, mientras recolectaba huevos en el pantano.

Tras su desaparición, unos aborigenes siguieron su rastro y descubrieron la tragedia.

Daisy secó sus lágrimas, con los restos de la camisa, lo único que quedó de su marido.  Tenía el recio carácter de las tierras altas de Escocia y quiso continuar en Australia.

Conoció entonces, a Francesco, el hijo de Tomasso, un  "camisa negra" de la Italia fascista, que huyó a Australia, tras el asesinato de Mussolini en 1945.

Trabajaba en un centro australiano de reptiles, para extraer venenos de serpientes, procesar antídotos y productos para medicina estética. Simpático y atractivo, conquistaba las mujeres susurrandolas lentamente  "Ti vigilo un mondo di bene" 

Pronto compartieron almohada, los negros cabellos del latino y la roja cabellera de la escocesa. Sus cuerpos bailaban el amor, sus labios besaban las palabras y los gemidos eran su música nocturna.

La vida sonreía su nuevo matrimonio, pero... agotado tras una noche de pasión, Francesco cometió un grave error al extraer el veneno de una serpiente y una  taipán le hincó los colmillos en la yugular. 

Daisy maldecía su mala suerte en la soledad de sus sábanas. Volvía al tedio y al silencio nocturno, recordando a Buchanan y Francesco.

Viajó entonces a Byron Bay, en la costa este australiana, un paraíso para practicar surf y submarinismo. 

Ryan descendía de convictos irlandeses deportados a  Australia por la Gran Bretaña a mediados del S. XIX.  

Responsable del Faro de Cabo Byron, vivía en una casa anexa. Desde allí, avistaba ballenas jorobadas entre junio y noviembre.

Su vida era el mar. Tenía un pequeño velero, practicaba pesca deportiva, surf y submarinismo.

Coincidió con Daisy cogiendo olas en la playa. Eran dos almas gemelas,  castigadas por la soledad.

No tardaron en entregarse en la playa. Los suspiros se fundieron con el sonido de las olas y gritaron a la Estrella del Sur, su amor en la noche.

Fueron años de serena felicidad, que Daisy recordaría cómo la mejor etapa de su vida. 

Un aciago atardecer, mientras nadaban en la desembocadura del Brunswick, un tiburón toro, que había remontado el río,  segó la vida de Ryan. 

Se besaban en el agua, cuando inesperadamente, el escualo le arrancó de sus brazos. Aterrada, nadó hacia la orilla, mientras las turbias aguas, se tiñeron de rojo. 

Nunca volvió a Byron Bay. Se estableció en Brisbane y se enterró en vida, llorando sus tres amores perdidos.

Encontro consuelo espiritual, con Dharma, un griego convertido al budismo, vegetariano y místico, que llevaba una vida de meditación y recogimiento. Era un "hierbas desustanciao", que la inició en la contemplación y en el feng shui. 

Su actividad sexual, era tan escasa como insulsa, pero se conformaba con tener paz, complicidad y armonía.

Perdida la juventud, aún deseaba vivir sábanas de pasión, pero el budista solo era un "picha triste" con karma.

Una noche, le echó viagra en el puré de zanahorias. Dharma la poseyó con una fuerza inesperada, pero... murió en el éxtasis final por parada cardiaca

Esta vez Daisy se sintió liberada. Aún era una mujer hermosa para ser amada. Se mudó a Coffs Harbour, donde nadie la conocía y no podrían tacharla de gafe o de viuda negra.

Guapa, dulce y amorosa, tuvo un corto romance con Noor, un joven, con quien recuperó las pasiones perdidas con Dharma. Pero... solo fue el amor pasajero de un holandés errante, con tatuajes satánicos en su piel.

Noor la abandonó y emprendió una aventura en solitario, por la selva de Papúa, donde fue capturado por la tribu korowai. Eran seres primitivos, que vivían en los árboles y practicaban rituales de canibalismo. 

Cuando vieron los extraños tatuajes de Noor,  lo consideraron un  khalua o brujo mmaligno. Fue desnudado, atado a un árbol, asesinado a machetazos y comido  según su ritual caníbal.

Daisy había enviudado 4 veces, enterrado solo a dos maridos y nunca supo del asesinato de Noor. 

A sus 71 años, aún sueña con un hombre para compartir un amor sereno y hermoso, los últimos años de su vida. 

Conocí a Daisy, en noviembre de 2015, cuando acudí en Coofs Harbour, con Kate, a una reunion de amigas que llamaban, el "café de las mujeres"

Notas del autor:

Estuve en Nueva Gales del Sur y en Queensland, Australia, durante noviembre y diciembre de 2015  

La viuda del articulo existe, pero su nombre y las historias de sus matrimonios, son inventados a partir de historias oídas y experiencias personales vividas en Australia

Me ofrecieron llevar ganado a caballo, en zonas donde había cocodrilos, pero rechacé la oferta. También decliné la portunidad de trabajar en una granja de cocodrilos y en un criadero de cacatúas australianas

Cuidando un jardín, sufrí un grave riesgo frente a una serpiente taipán, en el interior de Queensland

Mi amiga Kate, se reunía todas las semanas, con un grupo de amigas en una cafetería. Llamaban a la reunión, el "café de las mujeres" y estuve con ellas en dos ocasiones.

La amiga escocesa, del café de las mujeres, me invitó a su domicilio. Sentí paz y bienestar, ante la dulzura de la anfitriona y el armonioso ambiente de su casa, decorada en estilo feng shui. Más tarde, supe que ésta se había quedado viuda cuatro veces.

Conocí una anciana encantadora. Su marido perdió la vida, combatiendo contra los japoneses, cuando estos invadieron Nueva Guinea Papúa, durante la Segunda Guerra Mundial. Su historia era fascinante.

Desde entonces, deseo conocer las primitivas tribus de la isla, obviando el contacto con los Korowai, grupo étnico que vive en la profundidad de la selva y práctica el canibalismo. 

Un turista británico que se adentró en su zona, fue considerado un brujo maligno "khalua" y le rescataron cuando estaba atado a un árbol, desnudo y con los ojos vendados, para su ejecución.


Caza de caimanes en el Misissipi 
Con la viuda del combatiente en N. G. Papúa
En el interior de Queensland.
Mi encuentro con una serpiente taipán




2 comentarios:

  1. Una historia muy bien contada que podía ser la de una sirena con un gafe innegable

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