martes, 31 de marzo de 2015

El cosaco del sur


Nieva la mañana con pétalos de flores. Los blancos ciruelos, tiñen el suelo; las llamas de la chimenea, crepitan la leña y escribo estas líneas entre ancianas vigas de de roble.

Mi amigo Serge Dessert, me ha mostrado sus antiguos pasaportes. 

Están llenos de visados, de vida, de miles de millas, de esperas de aeropuertos, de riesgos de avión, de historias de amenazas, secuestros, explosiones, grandes quemaduras, de miedos y de esperanzas.

Porque si alguien cree que yo viajo y arriesgo mucho, lo mío es nada, con el largo camino de mi amigo.

No exagero, si cuento que ha hecho más de un millar de viajes de avión, a lo largo de 6 continentes, pues también ha vivido, si es que eso es vida, un año entero y continuado, en una base francesa, en Terre Adelie, de la Antártida.     

Le he ofrecido escribir su biografía, porque da para mucho e incluso, para una novela y una película. Otros hacen un mundo de la nada y mi amigo, hace nada de todo un mundo.

Arrancaría con su abuelo, el cosaco Guidassof, de la Guardia del Zar, buscándole a él y a su familia, en el mismo lugar y el mismo día en que los asesinaron. El mismo que fue capturado por los soviéticos, cuando viajaba obligado en un convoy nazi y murió en un gulag en Siberia

Pero mi amigo vive el presente y no suele mirar atrás. No le da importancia al pasado. No tiene tiempo de datos y evocaciones de momentos, porque nunca ha sido un hombre de papeles, sino de acción.

Retirado prácticamente de su frenética actividad, rehace  un Renault Alpine, sueño de los coleccionistas de coches antiguos. En su taller personal, vive su última gran aventura personal,... por el momento.

Yo sí evoco los recuerdos. No en vano, estoy entre ellos. Cómo olvidar los viajes por el desierto, si veo en la casa puntas de flecha en sílex, hachas de piedra pulimentada,molino para hacer harina de mijo y tantos objetos que obtuvimos juntos en una pasada vida compartida.



Mauritania



Arabia Saudí















La Guayana Francesa
Gabón
Nigeria



Australia camino de la Antártida






El Congo

Camerún

Sudán
Etiopía
Madagascar
Sudán
Gabón
Zaire
Kenia



Y Argelia, Guinea Ecuatorial, Costa de Marfil  y muchos países más, muchas veces, en muchas circunstancias y por mucho tiempo, a lo largo de casi 50 años.

Todo ello, con trabajos tan difíciles y duros, como de alto interés, rodeado de autóctonos allá donde fue.

Recuerdo la captura de gacelas vivas, persiguiéndolas entre pedregales y dunas del Sahara y se de otras de cocodrilos y serpientes, por ejemplo. En una foto, aparece con un mono pequeño sobre la cabeza, aunque también ha tenido fenecos y un dik dik; sin contar sus encuentros con dos panteras negras y con un grupo de gorilas.







Ojalá le pudiera convencer para que me relatase su vida, con un bloc de notas y una grabadora. Mientras, disfruto de su compañía y amistad, con pan, queso y vino, al calor de una chimenea.