martes, 26 de enero de 2016

El nido del cuco

En los documentales sobre la naturaleza, tenemos ocasión de ver el comportamiento de la fauna salvaje.

Podemos disfrutar de los combates de machos alfa, los cortejos nupciales, la cría de la camada o la supervivencia y muerte de los animales.

Suelen ser maravillosos espectáculos de vida y muerte, en los que la Naturaleza, nos muestra su cruda ley.

Si meditamos un poco, podemos sacar numerosas conclusiones, que sirven para comprender igualmente, el comportamiento humano.

La selección natural de los progenitores más fuertes; la muerte de los hijos más débiles; la interrelación grupal; la interdependencia entre especies animales y vegetales; la sostenibilidad y el equilibrio de los ecosistemas; el uso de la belleza, en el plumaje, en el postureo o en el canto, .. y por supuesto, la dominancia de unos sobre otros.

En la cadena trófica, todo se basa en la energía. Los animales vegetarianos, la obtienen de las plantas, que previamente, la han extraído de una tierra abonada por la fauna salvaje, bien por sus excrementos o por la descomposición orgánica de los cadáveres.

Los carnívoros cazan y comen herbívoros; el grande come al pequeño y los necrófagos, hacen de basurero de todo el sistema.

De esta manera, la energía pasa de una a otra especie y el ciclo de la vida y la muerte, se reproduce constantemente.

Pero la energía, no solo se transmite entre especies previa muerte. Hay otros sistemas de robar la energía.

El parasitismo es el ejemplo más evidente. Pulgas, garrapatas, mosquitos, sanguijuelas, etc., son casos muy claros.

Hay otra forma de robar energía, que en cierto modo, es también parasitar. Por ejemplo, el cuco, que pone un huevo en el nido de otra especie y lo que parasita, es la energía que deben derrochar los engañados padres adoptivos, para mantener su falso hijo.

O las aves acuáticas, que anidan masivamente en alguna isla dehabitada y roban a sus congéneres vecinos, los materiales para hacer su propio nido.

Los seres humanos, pertenecemos al Reino Animal y por lo tanto, tenemos comportamientos condicionados por nuestro origen y nuestra propia evolución.

Lo que nos diferencia de los animales, es nuestra inteligencia, pero nuestra racionalidad, no garantiza un comportamiento respetuoso con nuestros iguales.

Sobran ejemplos para compararnos con la vida animal. Desmond Morris, en "El mono desnudo", ya describió nuestras coincidencias de comportamiento animal.

Me limito ahora al abordaje de la "energía". El dinero, es la representación de la energía acumulada tras el trabajo, propio o heredado de los antepasados, que lo acumularon para sus descendientes.

También puede provenir de la explotación de terceros, más allá de las normas que regulan la justicia y la dignidad de los seres humanos. También, como el caso de las aves acuáticas, ya citado, de la apropiación indebida de la energía ajena, como es el robo, a extorsión, el timo, la usura, el cobro de comisiones,... en definitiva, de absorber la energía de los demás.

Los poderosos, son depredadores de los mansos del Señor. Les roban con muerte o sin ella, les parasitan, los engañan y los explotan. 

Legalizamos la apropiación de la energía ajena, mediante la especulación, por ejemplo. 

Asistimos al vaciado de las materias primas de los países subdesarrollados y cada vez más pobres; explotamos los niños del Tercer Mundo; robamos del Tesoro Público, a través de mordidas, comisiones indebidas, sobreprecios de obras, ...,

El ser humano, es capaz de pintar la Gioconda, esculpir La Pietá, construir una Pirámide, componer una Sinfonía, o escribir Los miserables.

Pero su exquisita sensibilidad, se disuelve como un azucarillo, cuando afloran sus pasiones y sus miserias.

Somos la única especie animal, que matamos por placer, no por obtener la energía de la supervivencia y hemos desarrollado, complejos sistemas de corrupción, parasitismo y explotación de nuestros propios compañeros de especie.

    

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