domingo, 25 de octubre de 2015

Australia. Capitulo 3. Domingo aussi

Mi primer domingo en Australia, no ha sido normal. Salimos para comprar los ingredientes de un gazpacho y una sangría para visitar una zona donde suelen estar los canguros.

Cámara en ristre, me disponía a disfrutar de un domingo especial y lo fue…

Parecía un enjambre que corría por la carretera, pero era una larga cadena de motoristas, viviendo la libertad al viento con el ruido de sus máquinas.

Una curva cerrada, un puente sobre un río torrencial, un derrape, un motorista al suelo, una tibia rota con herida abierta. Delante de nosotros, como espectadores directos de una tragedia que se quedó en un accidente controlable.

Jo tiró de emisora, pero las montañas no permitieron contacto con la torre de control. Fuimos a un teléfono, avisamos a emergencias, volvimos con el herido  y esperamos la ambulancia.

Resuelto el tema, vimos una especie de negra cigüeña, de difícil visión. 

Quise acercarme más, a través de una vegetación tupida del río. Jo me lo impidió, recordándome el riesgo de unos colmillos de veneno y muerte.

Algo pardo se movió, intuí el peligro, y retrocedí sin querer saber más del asunto.

Fotografié unos raíles de tren, a todas luces abandonadas, cogí la bolsa con la compra y regresamos al “punto rojo”.Lo siento, lector, si quieres saber a qué me refiero, lee el artículo anterior.

Tras un breve lunch Jo y yo, fuimos a la propiedad ganadera.

 Supervisamos los animales y me metí entre el rebaño de cebúes, para hacerme unas fotos. Libres y semisalvajes, se retiraban ante mi presencia, salvo las madres, que defendían sus crías con determinación. 

Por prudencia, evité acercarme a ellas, pues ya he tenido suficientes revolcones en mi vida con vaquillas bravas. 

No he venido desde tan lejos, para que una cebú tire mis huesos al suelo.

Caminaba entre el pasto, ofrecía henos a sendas yeguas que pastan su libertad ganada tras años de servicio y verificaba cada mierda vacuna del camino, no por asco, sino por prevención de encontrarme algo pardo enroscado.

De vuelta a casa, extendí papeles de periódicos abiertos sobre la tierra de un gran parterre, los regué luego y los cubrí con una amplia capa de cortezas de árbol. Una forma tan ecológica como aussi, de luchas contra las malas hierbas.

Paseé los perros pastores, tan inteligentes como bien educados y luego, volví a la propiedad para atender el gallinero. Sólo 8 gallinas, rojas, hermosas, con plumas hasta las patas y muy ponedoras.

El retorno fue rápido. Las nubes tenían ganas de llorar y Jo y yo, teníamos una importante tarea: hacer una sangría española, como primer y lúdico  encuentro con la cultura gastronómica que represento.

La cena está casi lista, tres filetes inmensos en la barbacoa, la sangría, un arroz con calabaza 
asada y una pequeña sorpresa, será la antesala de la cama.

Como traca final, les enfrentaré sin piedad a un quemadillo de brandy, con su sensación de brujo aquelarre antes de ir a cada cama a brújula biológica perjudicada.

Una feliz jornada, con hueso roto, susto de río, canguros de vacaciones, cebúes y caballos visitados, huevos robados a las gallinas, calor de barbacoa, filetón en el monago, sangría en el body y que venga el lunes si le da la gana.

Pobres cebúes. ¡Qué triste vida la suya! Les veía hoy corriendo hacia nosotros, en busca de una golosina en forma de heno, moviendo sus grandes orejas, como si tocaran las palmas en un tablao y un pasado mañana cualquiera, reposando en un plato metiéndole el cuchillo a su grupa.

Olvidaba un pacto. El 1 de noviembre, parto para Brisbane para seguir la vida hacia Coffs Harbur, un paraíso tropical, unos amigos australianos de muchos años y ya veremos lo que haya que ver.

¡Lo que sea será, lo que viva escribiré y quien quiera leerlo, que lo lea!

Soy Miguel, el de siempre, pero dando trabajo al GPS de mi vida, con un ratito al norte, y otro al sur; una pasadita por occidente y otra por oriente, en los cuatro puntos cardinales, en la cruz de la geografía, en el crisol de razas, en la cultura y los sentimientos de los pueblos del mundo.

Nota del autor:

La dificultad de usar internet vía satélite en la Australia profunda, no permite cargar las numerosas fotos que he obtenido. 

Lo siento lector, si tienes curiosidad de ver más colores del reportaje, tendrás que esperar una semana, cuando esté en un ambiente más urbano.

Solo incluyo aquí una reducida muestra fotográfica















No hay comentarios:

Publicar un comentario