jueves, 9 de noviembre de 2017

Indonesia. Capítulo 17. Bali: Uluwatu

Acudimos al sur de la isla, Uluwatu, para visitar sus impresionantes acantilados al atardecer y asistir al espectáculo de Kecak, una danza del fuego con un maravilloso coro "a capela", que habría de emocionarme.

Fuimos advertidos de la presencia de macacos que robaban gafas, gorras, teléfonos y todo lo que portáramos los incautos visitantes.

Calé mi gorra hasta las cejas y apreté su cinta para que no fuera fácil robarla; sujeté fuertemente mi cámara de fotos y protegí mis gafas con una mano.

Un mono arrancó las gafas a un visitante cercano y otro sufrió las consecuencias poco después. Varios monos estaban apostados al rececho sobre una valla. Estaban por decenas. A veces entregaban sus botines a cambio de comida. A mi paso, un vigilante enseñó un tirachinos y los macacos salieron corriendo hacia otro apostadero.

Superado el paso peligroso, disfrutamos de un paisaje estupendo. Un templo coronaba un alto acantilado, dando al lugar un halo de encanto, misticismo y belleza.

Nos dirigimos a pleno sol, hacia el anfiteatro ubicado frente al mar, donde veríamos un espectáculo inolvidable.

El calor derretía nuestro cerebro, mientras el lugar se llenaba de colorido, belleza y gente de variados países.

Empezado el espectáculo, el sol inició su viaje al oeste y llegó paulatinamente la noche. Antes de brillar las estrellas, sonó un magnífico coro de voces valientes y auténticas, que parecían nacer del vientre de la tradición.

Pronto saldrían hermosas bailarinas y otros personajes, para contarnos una historia de amores y celos, del bien y del mal, que colmaron nuestras expectativas de sensibilidad, arte y belleza.

El fuego confería un aspecto mágico al ambiente y la pagoda, dormía la incipiente noche sobre el acantilado, ya difuminados los colores de sus flores.

Terminado el espectáculo, en noche cerrada, nos sacamos fotografías con los bailarines, salvamos el riesgo de la probable rapiña de los monos y volvimos al hotel.

A la mañana siguiente, nadamos en las aguas del cielo, viendo el paisaje de Bali. Horas mas tarde, ya en el avión, regresábamos llenos de colores y calores; siluetas y emociones; navegaciones, ascensos y aventuras.

Llegamos a España, con las mochilas cargadas de vida, sudor y cansancio, sonrientes, satisfechos de nuestra incursión al paraíso y con sueños de nuevos viajes a tierras extrañas.

Feliz de haber sido protagonista de la vida, me despedí de mis compañeros de viaje, Álvaro, Ana, Vibeke y Ángeles. Habíamos formado un grupo perfecto, sin fisuras ni problemas. Una experiencia feliz que bien podría repetirse en un futuro próximo 



















  Un mundo de colores en un ambiente multicultural


















Observar que los cuernos de la luna están hacia arriba





Fotos con los actores




Nadamos en la terraza del hotel, besando el cielo de Bali 



























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