sábado, 4 de noviembre de 2017

Indonesia. Capítulo 15. Bali: El arca de Noé

Durante el viaje, hemos montado en elefante, visto de cerca orangutanes, monos narigudos, macacos, y dragones de Komodo. 

Un placer personal, dada mi afición por la fauna y mi profesión veterinaria.Estaba satisfecho por las especies vistas y no esperaba ver otras especies animales.

Íbamos desde Begudul hacia Lovina, por el interior de Bali y pensábamos visitar Panas Banjar, un centro termal donde los lugareños acuden a bañarse y purificarse.

Paramos en un mirador de la carretera, para ver los lagos gemelos de Dayun y Tamblingan, cuando un indonesio, nos ofreció fotografiarnos con murciélagos frugívoros, una iguana y una serpiente.

Cuando viví en Mauritania, allá por 1972, me enteré a posteriori, que había comido carne de serpiente. En 1996, con ocasión de una consultoría en Honduras, comí a sabiendas, carne de iguana y hace unos tres años, en Sao Tomé, en el Golfo de Guinea, me ofreieron comer carne de murciélago frugívoro.

Pero nunca había tenido estos animales vivos en mi mano.Debo confesar mi pavor por los tiburones y mi aversión por las serpientes. Ya en Australia, quedé paralizado al verme frente a una taipán, extremadamente venenosa y siempre que estoy en la selva o en un lugar pedregoso, torno un poco neurótico.

Pero cobarde no es el que tiene miedo, sino el que no es capaz de vencerlo. Cierto es que no tenía necesidad, pero me armé de valor, en el caso de la serpiente.

A mis años, con tantos viajes por el mundo, habiendo superado algunas ppruebas difíciles y firmado dos hipotecas, estaba suficientemente capacitado para superar este reto.

Empecé por el murciélago y cuando se sujetó con sus garras en mis manos, su cabeza coincidió con la "paternal zona de la refriega" y no sé porqué, pero me produjo una cierta desazón. Aguanté hasta que me tomaron unas fotos, no sin preguntar algo incómodo, si realmente, el bicho sólo comía fruta.

Superada la prueba, me atreví a coger la serpiente. Pensé que lo más molesto, sería el tacto mucoso típico de estos reptiles, pero no fue así. Me empeñé en alejar lo más posible su boca de mi cara. Al moverse, sentí en mis manos un cierto crujir de su columna vertebral, lo que me resultó francamente desagradable. Aguanté el tipo y cuando me levantaron la serpiente del cuello, sentí una gran liberación.

La iguana ya me pareció un juego de niños. Era fea y raspaba con su escamosa piel y fuertes uñas. Giró un par de veces sobre mi quemado y sensible cuello y me la quitaron de encima.

Tengo ganas de montar en futuros viajes, en camello bactriano, en yak, en reno y tal vez en un trineo tirado por perros y tal vez, pronto pueda escribir sobre ello.

De mí era de esperar que me interesara por estos animales, pero que Ana y María Ángeles se atreviesen a coger estos animales,  me sorprendió gratamente.

Con un murciélago, una serpiente y con una iguana, no terminó el tema. También posaron con los animales dos chicas de Kansas, una de ellas, demostró una gran elegancia al posar con la serpiente. A la otra, le pregunté si deseaba también posar con un macho ibérico en vías de extinción, accediendo a ello. Su pareja estaba delante y por mi parte, tengo permiso de la autoridad competente para publicar esta foto hecha con exclusivo "ánimus jocandi" 

Tras estas experiencias, nos reunimos con los más sensatos del grupo, Vibeke y Álvaro, con quienes posamos más relajadamente.

Continuamos camino hasta Panas Banjar y al igual que los locales, acudimos a bañarnos y purificarnos, pero a juzgar por las instalaciones y el color del agua, no estuvimos tan seguros de salir purificados.

    María Ángeles, la "Intrépida de Estepona"
    




   Ana



    Miguel









                            Con la chica de Kansas
    La otra de Kansas


   
    Centro termal naturalPanas Banjar


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