Un alto en el camino. Cruce de
carreteras en tierras burgalesas. Otoño frío pero luminoso. Viejos restos de
colisión. Bocadillo de jamón. Estómago satisfecho. Piernas estiradas. Mente
despejada. Ánimo despierto.
Clavé los ojos en un brillo de
carretera. Era circular y estaba hundido en el asfalto. Lo arranqué con una
llave, lo limpié y comprobé el oro de una promesa.
Ma VICTORIA 6 -8 -93; alianza de
matrimonio con asperezas del lado alto en el asfalto. Enigma de origen; misterio
de desenlace; historia por saber; curiosidad de vida; ánimo de cerrar un
capítulo y devolver un sentimiento a su propietario.
Juzgados, policías, internet,... todo fue inútil. Años después, poseo la alianza que no me pertenece,
intrigándome periódicamente su historia.
Sobran conjeturas: amor furioso
que rompe amor y tira el símbolo; amor tonto que juega con el aro que huye
rodando; amor trágico que muere en ruta, en cruce fatal de asfalto, sangre y
jirones.
Desconocido pierde símbolo en
cruce de caminos en ignoto día; desconocido que vive o que no respira por polvo
eres y en polvo te convertirás. Cónyuge sin nombre, que tal vez compartiera el
momento. ¡Quién lo sabe!
Pocos gramos de sufrido oro de
destino incierto, me unen a un desconocido mientras me pregunto quién, cómo,
dónde y por qué. Proliferan los anuncios comprando oro, pero no vendo este aro,
pues lo mantengo, como un símbolo de respeto y unión, a un nombre sin cara; a
un sentimiento perdido; a una promesa incierta; a una historia de amor, tal
vez, perdida en el tiempo y en el asfalto.
Nunca te conoceré; nunca podré
retornar tu símbolo; nunca sabré tu historia, pero siempre mantendrás mi
curiosidad y respeto.
Ojalá vivas, seas feliz y hagas
feliz a los demás. Pero si acaso la muerte truncó tu vida en aquél cruce de
camino, sólo pido que la tierra te haya sido leve y que vueles sobre las
praderas del cielo.
12 del 11 del 13.
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