El calor no es especialmente sofocante, pero la alta humedad
relativa agobia. Los saotomenses
comentan que los europeos nos descongelamos, porque venimos del frío y nos
licuamos del calor. Me ducho y me cambio de ropa, al menos dos veces al día;
tomo unos 4 litros diarios entre cerveza, agua mineral, bebida refrigerante o
agua de coco; sudo prácticamente los 4 litros; como sin orden ni disciplina,
especialmente pescados desconocidos en España; soporto las ronchas de las
picaduras; me levanto al canto de los gallos y me acuesto a media noche; a
veces, tengo que apagar la luz, pero en la mayoría de los casos, solo debo
apagar la vela o la linterna frontal.
Las reuniones son al ritmo “leve leve” y cuando me
desespero, pienso en waka waka, porque esto es África.
A veces, debo rogar que no me sigan insistentemente por la
calle y en alguna ocasión, he dado alimentos a pequeños “ninos de la rua”. Un
niño tenía fija su ansiosa mirada en mi helado de dos bolas. Me pareció cruel la
situación y renunciando a mi confesa y conocida debilidad por los helados, le
“entregué” mi tesoro en forma de helado de safú y carambola. La renuncia, lejos
de apenarme, supuso un momento de compasión, ternura y felicidad, que
lamentablemente, no siempre realizo.
Apenas hay leche en el supermercado, o alimentos juzgados
básicos en nuestro país; sin embargo, en los lineales se observan productos
envasados en bolsas de plástico transparente, ayuno de etiquetas y cerrados por
un simple y prieto nudo; también se exponen botellas vacías de agua mineral,
rellenas de cacahuetes, harina de yuca o algún que otro producto local.
Los billetes de 100,000 dobras, tienen impresa la siguiente
frase:
Negro!
Levanta os olhos pro sol rijo
E ama a tua mulher Na terra húmida e quente
In Coraçao em África
No es pues de
extrañar, que la mayoría de las jóvenes, se embaracen a los 14 años y asuman la
maternidad en soltería, con su bebé a la espalda; es pues comprensible aunque
indeseable, que pululen por las calles “ninos de la rúa”, que bajan de las
roças a Sao Tomé, en busca de un pan y es lógico comprender, que el 75% de la
población tenga menos de 35 años.
En este ambiente; en este escenario de fecundidad,
fertilidad de tierra y desequilibrios sociales; en este mundo donde el “hombre
es lobo para el hombre”, recorro calles, asciendo montañas, disfruto paisajes,
visito altos despachos y veo un mundo depredador y de bajas pasiones. En este
ambiente, se muestra la realidad de la vida en su cruda realidad; en su ley de
la selva; en el imperio del más fuerte, como en todo el mundo, pero sin falsos
disimulos.
Pero este país es alegre y tiene un futuro hermoso, si la
bendición del petróleo aún en las entrañas del mar, no se convierte en
maldición, de violencia, droga y loca avaricia. Porque aquí hay gente buena que
acoge ninos de la rua, les alimenta, les protege de los abusos de mayores y les
preparan para un mundo mejor. Porque aquí hay gente que casi se desnudan por
vestirles y que encuentran en su generosidad, la alegría de su vivir.
En medio de esta vida, surgen jocosas noticias no exentas de
tragicomedia, como la última campaña electoral del país. Ésta resalta la
imaginación y creatividad de este caliente país, en detrimento de los grandes
estrategas occidentales de publicidad política: el anterior Primer Ministro,
habría ganado las elecciones, sobornando semanalmente a los taxistas y a los
peluqueros, quienes pancescamente agradecidos, mentarían la excelsa bondad y
patriotismo del político pagador y denostarían el malvado contrincante
político, que como el otro vendedor de humos, también se esfuerza a muerte, por
el bienestar de los votantes, cuando ellos tengan, la capacidad de votar.
Y mientras esto ocurre, en los despachos oficiales oigo
conversaciones bajas de ambiciones elevadas
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