Estocolmo es
un caniche gigante blanco, hijo del campeón del mundo, portador de un
envidiable pedigrí y un privilegiado del mundo canino. Es aristocrático y
parecido a un gran algodón, elegante, bello y con un estándar racial, que le ha
encumbrado a la élite perruna mundial
Es
inteligente, activo, armonioso y refleja elegancia y nobleza. Se mueve con
pequeños y rápidos saltos que resaltan su gracilidad
Le afeitan
cada 15 días; le lavan semanalmente; le cogen bigudíes; le protegen las manos
delanteras para que no se manche; le hacen limpieza dental regularmente y es
mimado hasta extremos inconcebibles.
Estocolmo ha
paseado por las grandes ciudades del mundo, habiendo desfilado incluso en el
Madinson Square Garden de Nueva York, ante miles de espectadores y numerosas
cámaras de televisión. Luce un gran palmarés internacional y se desplaza con la
natural elegancia que su genética le confiere.
Estocolmo
monta a bellas princesas de raza caniche y ya es padre de una numerosa prole
repartida por todos los países de Europa. No tiene que firmar actas de
matrimonio; de eso se encarga su dueño. Tampoco tiene que respetar la
monogamia; no tiene que cuidar niños, ni pagar una hipoteca. No necesita ganar
unas oposiciones, ni fichar en la oficina. No le importan los moscosos, ni la
seguridad social, ni los vaivenes del mundo. Lo suyo es solo dejarse acicalar,
pasear con distinción por las pasarelas y “padrear”. ¿quién dijo aquello de
tener una vida de perros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario