viernes, 8 de junio de 2018

Rosas en el mar

Las rosas son flores que evocan belleza y amor. La mar, implica sueños, aventuras, riesgo y libertad.

Las rosas y la mar, juegan en mi alma, aún a mis años. Disfruto mucho con la belleza, tengo intacta mi capacidad de amar, soy un soñador y no desdeño el riesgo en aras de la aventura y la libertad.

Hace años, me sentía ridículo regalando flores a una mujer, pero con los años, he aprendido que regalar rosas, es una elegante expresión de nobles sentimientos y una forma de hacer feliz a un corazón cercano. 

Hace poco, ofrecí a una mujer unas rosas rojas, que no sólo son el símbolo del amor y la pasión duradera, sino también, la manifestación de un halago de la belleza y el respeto de una amistad.

También ofrecí recientemente a otra amiga, unas rosas blancas, como manifestación  de inocencia, tal cual siento mi relación hacia ella.

La mar me apasiona, me subyuga y me aterra. Disfruto con el sonido de sus olas, con su encandilado atardecer y con su horizonte roto por la silueta de un velero. 

El mar me une y me separa de familiares y amigos que viven en tierras lejanas. La mar, me invita a soñar en largas travesías, cada vez que un barco lo surca y deja su estela en el oleaje.

Pasear en marea baja por la arena y a pie desnudo, es un placer y un privilegio que disfruto frecuentemente  en el Cantábrico.  

Ayer, fiel al mar, cuando recorría las finas arenas que se sumergen y afloran cada día, vi pétalos diseminados de rosas rojas. Unos pasos más allá, observé pétalos blancos y una rosa blanca tumbada.

Ambos colores me recordaron los rostros femeninos, de sendas almas amigas, lejanas en el espacio pero cercanas en mi corazón.

Me detuve unos instantes. El agua jugaba con los pétalos en su húmedo vaivén salino.

El rojo y el blanco, bailaban en la espuma del mar; mientras, mis sentimientos se hundían en la nostalgia y la incertidumbre.

Mi corazón, dividido en sendos territorios, uno en el gran norte y otro en el pequeño sur, permaneció quieto unos instantes, pero mis pies prosiguieron la marcha chapoteando la espuma del mar.

Me pregunté por el significado de aquellas rosas y pensé en una romántica expresión de amor.

Al volver sobre mis pasos, vi otra rosa blanca ajada sobre la arena. A su lado, unos pies sostenían las lágrimas de un hombre ahogado en sus penas. Era viejo y sus manos temblaban al secarse las salinas perlas de su cara.

Mi afición de fotógrafo me incitó a la foto, pero mi corazón, se inclinó respetuosamente por el dolor de un ser humano.

Le vi desaparecer lentamente, torpemente, marchando sobre la seca arena que no besa el mar.

Me pregunté nuevamente por aquellas rosas de lágrimas y sufrimiento. 

Pensé en un fallido recuerdo de amor; un hermoso atardecer de besos que no volverán, e incluso, en cenizas de muerte de un ser querido, navegando por las olas del mar.

Amar, al igual que la mar, suponen un  hermoso riesgo. 

El amor, implica felicidad, pero también sufrimiento por la desaparición de un ser querido. Aún así, es el más bello privilegio que puede sentir un ser humano.

Las dulces gotas de lluvia, mojaron mi cara y se unieron al vals de las olas.

Entonces, me recogí en silencio, mientras pensaba en mis amores de vida. Aceleré el paso y vine a casa y escribir "Rosas en el mar" 







  







3 comentarios:

  1. Miguel, yo siempre que veo un ramo de flores en el mar, y es a menudo, interpreto que son en recuerdo de alguien fallecido en el mar y cuyo cuerpo no se recuperó. La familia lleva flores al mar en lugar de al cementerio. Para mí siempre es algo triste.

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  2. Gracias amigo por la información. Sí, es muy posible que sea lo que tú dices. De ser así es algo muy triste.

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  3. Très parlant d’hommage et de tristesse il faut que je traduise le texte.,

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