domingo, 2 de junio de 2019

Cazadores de paisajes. Capítulo 8. Manuel Juan Soria. El señor de las arenas

"No vayas por donde te lleve el camino. Ve donde no lo hay y deja rastro"
Ralph Waldo Emerson


Manuel Juan Soria Pérez, fue uno de esos que abrían caminos nuevos, para que otros siguieran su huella. Fue un aventurero a la vieja usanza, como eran las expediciones del S XIX y comienzos del XX.

Murió a los 82 años de edad y descansa en paz en el cementerio municipal de Melilla. Es un amigo muerto físicamente, pero que vive en mi corazón de compañero del desierto y amigo del alma.

Le conocí, cuando enfadado, irrumpió en mi despacho de Melilla, con reivindicaciones políticas y sindicales. Lo normal es que aquello hubiera terminado mal, pero en un ejercicio de moderación y prudencia, le invité a sentarse y a que me comentara qué problema le tenía tan irritado.

Reconduje aquélla situación y ya relajado, pronunció la palabra clave: "desierto". Aquellas ocho letras, marcaron el inicio de una sincera amistad entre dos responsables políticos unidos en los objetivos de mejorar la sociedad, pero muy alejados en cuanto ideología y métodos para alcanzarlos.

Conocí el desierto del Sahara, desde Saint Louis, en la frontera de Senegal, hasta el Aaiún, en el entonces Sahara Español y mis vivencias allá fueron impactantes y añoraba el desierto.

Por su parte, él tenía una dilatada experiencia del desierto del Sahara en Marruecos, Argelia y Mali. A ambos nos unía la pasión por las arenas y ese vínculo era más fuerte que nuestras discrepancias políticas.
Pronto recorreríamos juntos las arenas de Marruecos y Argelia. 

Llegar a Marrakech y descender hasta Gelmim, eran 5 días de aventura. Nuestro viaje era en coche, ajeno a los actuales tiempos de vuelo de bajo coste y turismo masivo. Recuerdo que una semana después de pernoctar en Gelmim, el Frente Polisario bombardeó la población, pero afortunadamente, nosotros ya estábamos en Melilla. 
En otra ocasión, estuvimos en el oasis de Figuig, viaje del que afortunadamente, tengo un testimonio gráfico con él.
Palmeral de Figuig
Viajamos varias veces al desierto de Argelia, aprovechando la apertura de la frontera entre Marruecos y Argelia. Ambos países, habían mantenido un enfrentamiento militar denominado "La guerra de las arenas" y disputas fronterizas importantes, así como una confrontación militar soterrada por el antiguo Sahara Español.


Fueron viajes fascinantes, en los que llegamos a dormir en la arena, bajo el impresionante manto de estrellas cuya visión en el desierto es espectacular. Conocimos Orán, Sidi Bel Abbés, Tlemcen, Béchar, Ghardaia, Ouargla y El Golea.

Me contaba muchas historias durante los largos desplazamientos.

Su padre fué fotógrafo profesional y cubrió las guerras con Marruecos, llegando en muchos casos con la avanzadilla de las tropas española que conquistaban una posición militar

Mi amigo llevaba la rebeldía en sus venas. Tras la guerra civil española, escapó en varias ocasiones, a pié y sin equipaje, al protectorado francés de Marruecos, siendo otras tantas devuelto a casa.

Fotógrafo de profesión, viajero y aventurero, pronto recorrería Marruecos, Argelia y parte de Mali. Era un hombre hecho a sí mismo, endurecido por la vida, a veces primario y pegado al terreno. Era respetado y apreciado por los musulmanes que nos acogieron en nuestros viajes por tierras y arenas de la media luna y querido por la población llana de Melilla. 

Por él supe la historia del Padre Foucauld. Había sido militar, explorador y geógrafo en Marruecos. Luego se ordenó sacerdote y vivió unos años como ermitaño en Béni Abbès, Argelia y tras viajar por el desierto del Sahara, se asentó definitivamente en Tamanrasset, donde fue asesinado.

Me llevó a una ermita donde vivió en Bèni Abbés y al entrar en su iglesia, experimenté  un recogimiento y una emoción, que nunca sentí en otra iglesia. Tanto es así, que figura en la caratula de este blog con una leyenda: "Sagrario de madera; corazón de oro" 
Ghardaia de camino hacia El Golea.


El Golea es un lugar de paso y agrupamiento de muchos aventureros que desean atravesar el Tassili y el Ahoggar, para recorrer en caravana la ruta hasta el Niger, Nigeria e incluso, enlazar con la ruta transafricana del oeste, que lleva a Sudáfrica a través de Nigeria. 

Actualmente, los aventureros han abandonado la ruta transafricana del oeste, para obviar atentados terroristas en el Sahara y Nigeria. Suelen utilizar la ruta transafricana del este, desde Ciudad el Cabo, hasta El Cairo, aunque el paso por Sudán, es también muy peligroso.

Manolo había hecho la ruta y me contó historias terribles de asaltos y asesinatos en la transsahariana Años más tarde, un alemán que me alojó en su camping de Sukuta, Gambia, me comentó que los tuareg le habían asaltado dejándole tirado en la ruta, tan sólo con lo puesto.


Sus fotos del desierto están 
cargadas de exotismo y aventura






Manolo, si aún estuvieras vivo, te preguntaría en qué lugar sacaste 
esta foto. Recuerdo que dormimos junto a este pozo y que me asomé a su interior, saliendo una numerosa bandada de murciélagos que me impresionó mucho

Manolo me contó muchas historias sobre el Tassili y el Ahaggar y su experiencia viajando por la ruta Transahariana, una ruta que entonces, era un infierno donde se arriesgaba la vida al recorrerla.


El Tassili n´Ajjer, es un amplio territorio de arenisca fuertemente erosionado con más de 300 arcos naturales rocosos. Tiene más de 15,000 muestras de pintura y grabado rupestre del Paleolítico superior y del Neolítico
El Ahaggar es una cadena montañosa ubicada en el oeste del Sahara, a unos 1500 km al sur de Argel, llegando casi a la frontera con Níger y su cumbre más alta, es el monte Tahat. 45 Km al norte de Tamanrasset, se encuentra otra montaña relevante: el pico Assekrem.

Contaba que este paraje era grandioso y sobrecogedor. Dormir allí al raso, bajo la bóveda celeste en ausencia de viento, era realmente mágico, pues la claridad del cielo y la ausencia de contaminación lumínica, permitían ver un firmamento fantásticamente estrellado. 

Cuando amanece, es habitual beber tres té a la menta y preparase para soportar temperaturas de 50 ºC. Este paisaje es una sucesión de formas y relieves donde se mezclan las dunas de arena, con paredes verticales de negro basalto y las enormes montañas de piedra desnuda. Allí las sombras queman y el viento arrasa.

La foto en blanco y negro, corresponde a una travesía realizada por Manolo. Lamentablemente, nunca pasé  por aquél lugar 






Tamanrasset, ciudad del sur de Argelia y cruce estratégico de caminos entre el África negra y el Mediterráneo.




Tenía especial predilección por el pueblo dogon, un grupo étnico que vive en la región central de Mali, al sudeste de la curva del río Níger, cerca de la ciudad de Bandiagrara. Son especialmente conocidos por sus tradiciones religiosas, sus bailes, máscaras, tallas de madera y arquitectura.
Quise hacer una travesía con mi amigo desde Melilla hasta el lugar de los dogones, pasando por el Tassili y el Ahaggar, pero la vida no me dio esta oportunidad.

Conservo recuerdos entrañables de los viajes que hice con Manolo "el señor de las arenas"; un rival político y un amigo personal que amplió mis horizontes en el desierto.

Muestras de arena de los lugares del desierto que visitamos juntos en 1980
Una de sus sorprendentes 
fotos: el desierto nevado












Mi amigo se fue para siempre, pero dejó un rastro para que los demás siguiéramos nuevos caminos, en un Sahara hermoso, subyugante,  peligroso.y sorprendente













































































































































































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