martes, 27 de enero de 2015

Carta marrueca

Carta marrueca

A todo escritor, le entusiasma ser leído, incluso a mi, que no soy un profesional de las letras, sino un aficionado en esta disciplina. Mi blog apenas tiene un mes de existencia y nació para satisfacer mi afán de escritura y ser leído por mis familiares, por mis amigos y los amigos de mis amigos, por los coleccionistas de arenas del mundo y finalmente, por aquellos que en general, visiten mis páginas y me honren con su lectura.

Periódicamente, compruebo las estadísticas de entradas del blog , que camina hacia  1500 visitas y observo la ubicación geográfica de mis lectores. Durante mi imprevisto viaje a Marruecos, escribo las crónicas marruecas, para narrar a quienes se interesan por mi, las experiencias, impresiones y avatares del camino.

He comprobado  que tengo lectores en muchos países: España, Francia, Alemania; Holanda, Italia, Suiza, Austria, Malta, Canadá, Estados Unidos, Bolivia, Chile, Argelia y Marruecos, evidentemente, mucho más allá de los límites de allegados y alcance territorial imaginado.

Me ha sorprendido el inesperado interés que mis crónicas han suscitado en Marruecos, donde circunstancialmente me encuentro, y que es, en este momento, donde con gran diferencia sobre los demás países, tengo más lectores. Ello me llena de orgullo y de responsabilidad y al mismo tiempo, de agradecimiento hacia el pueblo marroquí.

He titulado este artículo, “Carta marrueca”, con la intención de presentarme y dar la bienvenida a mi blog, a los lectores de Marruecos, este gran país hermano.

Soy un jubilado que entretiene su tiempo, repartiendo abrazos a familiares y amigos, escribiendo por placer, viajando por los caminos del mundo y de la vida, buscando mi felicidad y transmitiendo a los demás, mis propias ganas de vivir.

Soy risueño, soñador, irónico, bromista, sentimental, aprendiz de todo y maestro de poco, a veces cargante y siempre bien intencionado. Me río de mi sombra y también de las ajenas, pero sin maldad, tan sólo por compartir sonrisas y sentimientos.

Me crié en Sevilla y aprendí la historia de España, desde el prisma español. Supe que Geb el Tarik, había entrado por el sur de España y que los nombres de Tarifa y Gibraltar, son derivados de su nombre. Aprendí que Martell derroto a los invasores en Poitiers y que estos, se quedaron en España 8 siglos. Me enseñaron que la Reconquista española comenzó en Covadonga y que finalizó con la conquista del Reino de Granada en 1492.

Supe que los musulmanes nos trajeron una época de esplendor, en las ciencias, las artes, la literatura, la agricultura, la medicina, la astronomía y en general, en todas las suertes del conocimiento.

Comprobé con el tiempo, la gran impronta musulmana en España. Nuestra lengua tiene una enorme herencia del árabe. Nuestros apellidos y nombres geográficos también. Alcalde, alcazar, alcaucil, Guadalquivir, Guarroman, Albacete, Benjumea, y así, miles de nombres que han enriquecido nuestra vida y nuestra cultura. Destaco un nombre por su connotación. Cuando nosotros los cristianos españoles expresamos el deseo de que algo se cumpla, decimos “ojalá” y con ello, decimos realmente,  in shallah, es decir, sí Ala quiere.

He admirado numerosos monumentos árabes, como los alcázares de Córdoba y Sevilla, la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, por ejemplo. Bien es verdad, que algunos de ellos, fueron edificados sobre otras joyas arquitectónicas de nuestras anteriores culturas y que tras la Reconquista, incrustamos  nuevamente nuestras tradiciones arquitectónicas, en joyas que debieron respetarse para la historia, como patrimonio de la Humanidad.

He aprendido que España y Marruecos, han tenido a lo largo de su historia, encuentros y desencuentros; luchas encarnizadas, de sangre y muerte; de intrigas y traiciones; de amores y desamores.

En Andalucía, existen pueblos como Jerez,Chiclana, Morón y otros similares, con la addenda “de la Frontera”, lo que se explica por el avance y posterior asentamiento de las tropas cristianas. Aún más recientes, pero ya lejanas en el tiempo, vienen a mi memoria el desastre de Annual, la guerra de Sidi Ifni, el desembarco de Alhucemas y tantas historias de muerte.

Las guerras suelen acontecer entre países limítrofes, en los que es fácil encontrar rencillas, reivindicaciones y rencores. España, por ejemplo, nunca ha tenido guerras con Nueva Guinea Papúa, ni con Sri Lanka, por ejemplo, sino con Francia, Portugal o Marruecos, sus inmediatos vecinos.

Estudie en Córdoba y en París. Durante mis estudios en Córdoba, tuve a un marroquí, Mustafa, como compañero de habitación en la residencia universitaria. Fue también, mi compañero de estudios y mi amigo.

En los años 1973 y 1974 , vivi en Nouadhibou, Mauritania, donde ejercí como Director Técnico de una importante empresa pesquera. El Primer Secretario de Embajada de la entonces Unión Soviética, me comento en mi propia casa, que nos iban a echar del Sahara, dándome a entender, que el territorio caería en su ámbito de influencia política. En aquellos días, morían soldados españoles, cuando al paso de nuestros vehículos militares, explosionaban minas enterradas en las pistas del desierto.

Yo había vuelto a España; tras la Marcha Verde, la Administración española, me propuso viajar al entonces, Sahara español. La misión consistía en preparar con otros compatriotas, la cesión de la responsabilidad del territorio al Reino de Marruecos. Inicialmente, estaría 3 meses a las órdenes del Gobierno español y otros 3 meses, colaborando con las autoridades marroquíes. Recibí la oferta, porque acababa de ganar unas oposiciones de funcionario público, conocía el Sahara, hablaba francés y sabían de mi pasión por el desierto.

Recibí la propuesta un 22 de diciembre y debí responder de inmediato. Acepte la proposición, aunque tenía los sentimientos confusos y encontrados, por mi experiencia mauritana y por los recientes acontecimientos.

Debía partir próximamente y ya estaba presto para ello, pero tuve que cambiar de planes por acontecimientos familiares.

 De 1978 a 1982, fui Director de Sanidad en Melilla, manteniendo entonces, un gran contacto con Marruecos. Desde allí venía con gran frecuencia a vuestro país, visitando, Chauen,  Nador, Oujda, Fez, Meknes, Azrou, Infran, Goulimin y Marrakech, que yo me acuerde. No iba sólo. Compartí caminos con Manuel Juan Soria Pérez, rival en la política, debates radiofónicos incluidos, pero gran amigo entonces y ahora, casi 40 años después. No se comprendía entonces, que rivalidad política y amistad personal, son conceptos divergentes, pero compatibles. Pasado el tiempo, perdida la juventud, pero conservados los convencimientos políticos de cada cual, mantenemos una entrañable amistad.

Fueron momentos jóvenes, de ilusión, de formar familia, de vivir un presente apasionante y soñar un futuro hermoso. En Melilla, defendí los intereses de mi país y viví en armonía, con las comunidades cristiana, musulmana, hebrea e hindú y, más difícil todavía, con todas las fuerzas políticas locales, que en una joven democracia,  anteponían la política, a las relaciones humanas.

Aquella experiencia, fue  una magnífica escuela de vida para mi. Si mandar es servir, desempeñe las responsabilidades de mi cargo, con el afán de mejorar la salud y bienestar de la población de Melilla, con una elevada proporción de musulmanes melillenses y marroquíes. Naturalmente, como responsable sanitario de una ciudad fronteriza, colabore con las autoridades marroquíes en la solución de problemas comunes. Recuerdo el brote de cólera del 81, episodios de rabia, el trafico alimentario en la frontera y otras actuaciones más.

En 1982, marche con mi joven familia al norte de España y desde allí, he seguido con interés las vicisitudes de Melilla y la evolución de Marruecos a lo largo de tantos años y finalmente, tras 33 años de ausencia, he vuelto a este país.

Al final de mi viaje, haré, como ya voy haciendo costumbre en otros sitios, un epílogo de mi experiencia personal. Eludiré la superficialidad de la anécdota y haré comentarios más consistentes, sobre el futuro de un país, que como ya señalaba para mi, en los sueños de mi juventud, puede ser hermoso.

Gracias marroquíes, por seguir mis crónicas de Marruecos. Un abrazo de hermano.

Miguel del Valle González


3 comentarios:

  1. Miguel he disfrutado tus crónicas que me demuestran una vez más lo aventurero y arriesgado que eres, un disfruto de la vida en cualquier parte del mundo.
    Un disfrute leerte como siempre y como dice mi hermano Juan María “Este di que conoce Marruecos.
    Yo lo conozco Solo un poco pues solo he estado en Marrajesh,Essauira y Ouazarzate además en las ciudades españolas de Ceuta y Melilla que en ambas tengo amigos y las he disfrutado
    Enhorabuena por tus crónicas pues es un placer leerte
    Un abrazo y sigue escribiendo

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    1. Gracias Carmen, viví Marruecos mucho tiempo y llegué a rincones lejanos y entonces complicados. Recuerdo que una semana después de visitar uno de ellos, fue bombardeado por el Polisario.
      Marruecos, cercano y exótico, fue el inicio de un periplo aún inacabado, buscando otros horizontes, mochila al hombro y cámara al cuello. 8 años despues, aún conservo intacta la curiosidad y mis pies se agitan inquietos cuando sueñan nuevos senderos en el paisaje. Siempre he dicho que "Viajar es leer la vida" y sigo ávido de lectura. Es lo que me mantiene vivo. El mundo es muy grande y el tiempo es corto. Por eso, hay que vivirlo intensamente.

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  2. Pues si estoy muy de acuerdo contigo, pero sobretodo aprovecha lo aventurero que eres pues eso es lo que te diferencia de a mayoria.
    A mi me encanta viajar y descubrir pero aventurera no soy en absoluto y cada vez menos pues prefiero la comodidad y la seguridad.
    Pero admiro tu audacia

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