lunes, 3 de octubre de 2016

Molino de marea

 La casa rural fue testigo de piedra de un evento. Era una manifestación de alegría compartida,  reafirmación de sentimientos y cohesión de grupo, de esas que proporciona felicidad y seguridad.

El primer fin de semana octubrino, transcurrió entre paellas, huevos "regiraos", pinchitos morunos, bizcochos caseros, vino y sangría.

Mientras el “partido de la rosa” celebraba un cónclave político que casi lo parte de verdad, nuestra familia de familias, visitaba el molino de mareas de Jado, Argoños, en la costa oriental de Cantabria

Se trata de una reliquia medieval convenientemente restaurada, que muestra a sus visitantes, cómo se molía el cereal aprovechando la energía producida por el  agua del mar.

Cuando ésta llenaba la marisma en la pleamar, era retenida por un dique, para mover las piedras de molino durante la bajamar y moler así el grano en régimen de maquila.

Un ingenioso sistema, que se une a otros también arcaicos, como los molinos de río y los molinos de viento.

Este de las mareas, proporcionaba al molinero, ingresos por la molienda realizada, la autorización de pesca en las aguas retenidas y la obtención de carrizos para ser usados en el arte de la cestería.

Junto al molino visitado, se encuentran los restos de otro  gran molino de nueve piedras, rendido al paso de los tiempos. La visita, realizada en marea baja, mostraba el fondo marino y numerosas embarcaciones varadas en seco. Unas luciendo espléndidos colores y otras, ya perdidas sin remedio, mostrando los costillares de su armazón.

Una preciosa casa marinera, lucía piedras, flores, barcaza y alegría de vida. Junto al molino, se erigía un monumento dedicado a las mariscadoras.

La instalación guarda otros tesoros: artes de pesca, como la hazuela, el tarrallo y el trasmallo. También se expone en él una preciosa colección de maquetas de barco y un orgullo local: la  bandera que ganó la tripulación de Argoños, en el campeonato nacional de bateles que se celebró en Cedeira, Galicia, en 1972.

Aprendimos entonces la diferencia entre una traína, una trainera  y un batel. También supimos el origen de estas competiciones. Nos explicaron que hunde sus raíces en el avistamiento de ballenas y su rápida persecución de caza, para obtener las partes más preciadas de aquel tesoro.

Al parecer, el orden de llegada al cetáceo, daba la prioridad de escoger las partes más preciadas del animal, con la  siguiente preferencia: aceite de ballena para lamparas, ballenas para ropa, carne y huesos para la construcción.

Las carreras de embarcaciones, también servían para volver los primeros a puerto y tener así la ocasión de obtener mejor precio por el pescado sacado de la mar.

Eolo había soplado las nubes y el sol iluminaba la mañana dominguera. Era día de monte y playa, de luz, color y alegría.

Fuimos a la playa y allá, unos tiraron al monte cercano y otros, pisamos la arena a pie desnudo y alma henchida. Unos en el sudor de la subida, olieron a jara y otros, paseábamos la espuma impregnados en el yodo y el salitre que nos traía la brisa.

Teníamos nuestras miradas en lontananza, disfrutando el horizonte de un otoño incipiente que aún permitía exponer la piel al paisaje.

Un barco lucía su vela al viento, cabalgando la linea del horizonte, bailando las dulces olas de la mañana y pensé que los 25 años de matrimonio que celebrábamos en clave de plata, no era más que una larga y hermosa travesía de amor de feliz singladura y prometedor paseo por la vida.

Ya antes, al ver junto al molino de Jado un noray, pensé en la seguridad que ofrece el matrimonio a sus dos hijos nacidos de su aventura humana.

Hermosas mujeres, disfrutaban la orilla como sirenas sin cola, al vaivén de las olas, un paseante, buscaba algo con su redeño, numerosos surfistas y payperos, ensayaban un "rodeo marino", pero el agua terminaba siempre descabalgándolos.

Numerosos perros "paseaban sus dueños" por la arena, que se empeñaban en tirarles un palo para su felicidad. Retozaban en la fina y dorada arena, nadaban valientes entre olas o en pequeñas pozas de trasparente salinidad y hacían felices a sus propietarios siéndolo ellos también.

Henchidos de naturaleza y alegría, volvimos a la casa rural; unos con arena, ptrps con arañazos del monte, pero todos contentos de nuestra experiencia matinal.

Las cervezas desaparecieron rápidamente por los gaznates familiares, los pinchitos nos aportaron sabrosa proteína picante, los pimientos colorearon nuestros monagos y disfrutamos el verde prado con ansias de sol, como si fuésemos "guiris del norte", allá donde el astro rey, parece holgar.

Es lunes; cada uno de nosotros ha vuelto a su hogar. Es hora de reposar estómagos excesivamente trabajados, de asimilar lo aprendido y sobretodo de recordar con satisfacción las jornadas de comunión y alegría en familia, con ocasión de unas bodas de plata de dos corazones de oro.

Seguirán otras bodas familiares de plata y quizás en otros 25 años, algunos lleguemos a las de oro  y de bastón de noble madera, para celebrar la alegría de vivir en amor de familia






 




                                Ya no navegas, pero todavía la marea juega contigo y te besa
                                                             dos veces al día
                                Restos del molino de marea de nueve piedras, mudos testigos
                                                               de un glorioso pasado

                                          Los humedales albergan numerosas aves marinas
                                                       durante sus migraciones anuales



                                                     Noray de seguridad del navegante
Monumento a las mariscadoras 
                                                Homenaje a la tripulación de Argoños
 
"Tú al monte; yo al mar"

  
 
 

Camilo, un director de cine colombiano 



 
                                                           Sol de mar y juego de palas
 
Un velero escribiendo su estela por la línea del horizonte

Como un matrimonio navega bajo las nubes del cielo
y surca el mar, no siempre tranquilo, pero siempre hermoso  

                                           Sirenas sin aletas, expuestas a la espuma del sol,
                                                      el viento, las olas y la alegría
   
 
                                        Era "un día de perros", pero el tiempo era apacible



 


¿Me tiras el palo?

                                                                      Jinetes del mar


   
                                          ¡Querida sombra, viviré mientras te muevas
 

                                                             Alegría para los dientes
                                                                Día de amor y sol



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