martes, 4 de julio de 2017

Matar el tiempo

El mundo gira sobre sí mismo y alrededor del sol y éste gira igualmente en su galaxia.

No somos ni siquiera un grano de arena en la grandiosidad del Universo y nuestras vidas, ni siquiera representan una milésima de segundo de la eternidad.

Nuestra insignificancia, sólo tiene relevancia, si nos aferramos a un mundo espiritual que nos proporcione la fe y la esperanza de la vida eterna.

Los seres humanos, poblamos el planeta y arrastrando nuestras grandezas y miserias a los largo de una expectativa media de vida, que sólo es un suspiro.

El tiempo es imparable y a pesar de ser conscientes de ello, nos permitimos el lujo de "matar el tiempo" o "perder el tiempo". Bien es verdad, que también lo matan y lo pierden aquellos que lo usan para amasar riquezas que no podrán llevarse a la tumba.

Creo que el secreto es vivir el presente con proyección de futuro; pero con una auténtica escala de valores honesta, solidaria, natural y con toda una panoplia de cualidades humanas que den sentido a nuestro fugaz paso por la vida.

En mis casi 7 décadas de existencia, he visto muchas muertes. Accidentes, asesinatos, suicidios, enfermedades,..., poco a poco, pero inexorablemente, el mundo se desprende de parte de su población y deja espacio a nuevos habitantes que han de aportar nuevamente sus miserias, debilidades y grandezas.

Es inevitable, a pesar de que el ser humano, esté jugando a ser Dios y aspire a la creación de vida y a la inmortalidad.

Tal vez, el fin de nuestro mundo sea el choque de un gran meteorito en el planeta Tierra, otra inundación con un nuevo Moisés, en el que no sea tanto la persistente lluvia que todo lo anegue, como la desaparición de los casquetes polares y la subida del nivel marino. ¡Quién lo sabe!

Lo que sí sé, es que la estupidez del ser humano, le lleva a perder el tiempo, a matarse poco a poco con su erróneo sistema de vida, a matar a quienes compiten con él por el poder y las riquezas o simplemente, porque no piensan o sienten como él y a suicidarse como forma de evasión de nuestra sociedad o de nuestra propia existencia.

No basta con ser un ciudadano honesto, responsable y consecuente con los más altos valores humanos. El mundo está loco y ha entrado en una espiral de violencia, que nos lleva a la posibilidad de ser apuñalado, atropellado o reventado, por extremismos políticos, nacionalismos trasnochados o fundamentalísimos religiosos.

Hace muchos años, tuve ocasión de ver la reproducción de truchas en una piscifactoría. Provocaban manualmente el desove de las hembras y la salida del esperma de los machos. Las huevas eran fecundadas en depósitos que se mantenían en condiciones idóneas para el desarrollo.

Muchas huevas no se desarrollaban  o lo hacían de forma incompleta, y un determinado porcentaje de alevines, nacían con deformaciones, fundamentalmente lordosis. Poco a poco, incluso sin la ausencia de predadores, había una selección natural predominando los más fuertes.

La gran mayoría de los alevines, crecían ágiles y vigorosos, pero una parte de ellos, tenían fracasos orgánicos y perecían.

Los seres humanos, también sufrimos fracasos vitales que nos llevan a la muerte. Perdemos peso, nuestra piel adquiere un tono céreo, nuestra mirada pierde expresividad, la s fuerzas nos abandonan y finalmente, entregamos nuestro calendario de vida a la tierra.

A veces, veo personas conocidas cuyos signos de enfermedad, anuncian su final. Las miro con pena y respeto, deseando transmitirlas amor y consuelo, pero en la mayoría de los casos, callo mis pensamientos..


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