viernes, 7 de julio de 2017

Trofeos viajeros

Hay quienes consideran un trofeo pisar muchos países; tener muchos sellos en sus pasaportes, sin que por ello lleguen a conocer realmente un lugar.

Muchos viajeros van en grupos numerosos, con un programa definido, con un guía que los pasea como borregos por calles, museos y comercios de souvenirs y les aloja en hoteles internacionales que nada tienen que ver con la realidad del sitio visitado.

Alguna vez, he formado parte de uno de esos grupos. Especialmente, cuando voy condicionado por terceras personas y debo adaptarme a las circunstancias.

Pero cuando viajo solo o lo hago con dos o tres personas curtidas en la realidad del camino, me pego al terreno, si es preciso, me muevo en transportes públicos, me meto en los hogares de los paisanos del lugar, pruebo a veces sus comidas e interrelaciono con ellos.

Si, ya lo sé. A veces da miedo, otras se está incómodo y en muchos casos, es preciso un importante grado de adaptación. Si, pero es auténtico. Se aprenden las entrañas de un país, se conocen las costumbres, su razón de ser y sus sueños de vida.

                                                "Si quieres huevos, sufre la gallina"

Reconozco que a veces, he sufrido, pero pasado el tiempo, he olvidado los inconvenientes. Mi memoria selectiva, desecha los miedo y las incomodidades, para quedarse con la experiencia que solo te proporciona si sales de la burbuja turística y te fajas en los caminos de polvo y sudor.

Mis trofeos no son recuerdos de cualquier lugar fabricados en algún país oriental. Los míos son de verdad, obtenidos con una sonrisa, un trueque, o una compensación justa.

Tengo collares auténticos de la etnia Hamer, previo trueque por collares de mis cuñadas y amistades; platos labiales de la etnia Mursi, a cambio de un espejo; colgante de cuello a cambio de la camiseta que llevaba puesta o de una gorra con ventilador con placa solar en la visera, del que se encaprichó el jefe de un poblado.

Otras veces, mi trofeo es una foto compartida con una autóctona, muestras de arena para mi ya interesante colección: lugares inaccesibles, montañas escaladas, playas traicioneras, ladera de un volcán activo o simplemente, del lecho de un río mítico o una reserva africana.

Tengo ya muchos recuerdos de viajes y de vida. A veces, han sido regalos de agradecimiento por una sarna curada, un apoyo logístico o por un consejo para tener una gran barba. Otras, han sido simples muestras de amistad por los tiempos de aventura compartidos.

                                            "No consiste en tener, sino en ser ser"

Convencido de ello, me desprendo de muchas cosas que lastran mi camino. Cada vez voy más ligero de equipaje y valoro menos los objetos, por el mero hecho de tener un precio elevado.

Consecuente con ello, mis trofeos son pequeñas cosas que me traen recuerdos de aventuras y sentimientos, que me unen, a un momento concreto: un logro personal, una sonrisa, un paisaje o una anécdota relevante.

A veces, el trofeo evoca la belleza de un ser humano, una mirada penetrante o una familia que busca un futuro.

Otras, son pequeños tesoros encontrados en mantas sobre el suelo de lugares polvorientos.

Mis trofeos en suma, no son de oropel, sino de sentimientos.

Todo de acorde con mi iglesia preferida. La que está en la portada de mi blog. Con suelo de arena, paredes de adobe, techo de hojas de palmera , altar de piedra y retablo de algodón pintado.

Es curioso, que mi iglesia preferida, la que me tocó el alma, no estuviera en tierras cristianas, sino en un oasis del Sahara, allá en el corazón del Islam. Muchas veces, me pregunto si la sinrazón, llevó a destruir aquella iglesia que erigió el Padre Foucauld, pero me queda la memoria y el recuerdo de una frase lapidaria:

                                          "Corazón de oro y sagrario de madera"

Esta expresión, justifica plenamente mi sentido de trofeo, en contraposición a la de "Corazón de madera y sagrario de oro".

Mis recuerdos, son mis sentimientos y cuando los tengo en la mano, me traen energía positiva, salvo que ahora, muchos años después y tan sólo en algunos casos, sean un aldabonazo en mi conciencia, por lo que hice y no debí hacer, aunque otrora, no existieran normas que lo prohibieran.

Mis recuerdos, son mi vida y cuando muera, el valor sentimental que tienen, desaparecerá conmigo.

                                             
    Plato labial de una mujer Mursi. Etiopía
    Concha perforada. Prendedor de coleta. Mauritania
    Alfiler de sujeción de túnica mauritana
    Collar de cuernos de Dik Dik, el antílope más pequeño del mundo
    Antiguo colmillo de león
    Antiguo colmillo de cocodrilo
    Collar mauritano
    Cruz ortodoxa de Etiopía
    Collar mauritano
    Piedra de Mauritania
    Corazón con fósil. Marruecos


    Pulsera de pié mauritana


    Amuleto mauritano
    Diente fósil de tiburón. Marruecos
    Collar de la muerte. Senegal
    Semilla de la muerte
    Rosario musulmán. Senegal
    Cruz ortodoxa. Etiopía
    Cruz ortodoxa. Alegoría de la sabiduría de Salomón. Etiopía
    Véase la cruz en medio de la estrella
    Continente africano tallado en hueso. Tanzania
   Colar en hueso, marfil y madera. Senegal


   Pipa de fumar hachís. Mauritania
    Collar y pulseras de la etnia Hamer. Etiopía
    Collar de semillas. Senegal
 

    Collar de semillas. Senegal
    Fósil de Marruecos

    Cuerno de gacela. Mauritania
   Collar saharahui. Sahara Occidental
    Fósil de diente de bisonte americano. Canadá

    "Almohada" africana para preservar los laboriosos peinados de algunas etnias. Etiopía


    Muestras de mi último viaje a Etiopía. De izquierda a derecha:
    Cumbre del volcán activo Erta Ale
    Base del volcán Erta Ale
    Salar del desierto del Danakil
    Azufre del volcán Dallol, en la depresión del Rift
    Arena de la cumbre donde se erige la iglesia Abuna Yemata Hug, en Tigrán

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