martes, 31 de octubre de 2017

Indonesia. Capítulo 4. Sumatra: Rumbo a Samosir

Las grandes emociones en el río con los elefantes, habían terminado. 

Pusimos rumbo a la isla de Samosir, visitando en el camino el mercado tradicional de Bajawa. Pudimos disfrutar de sus colores y el exotismo y compramos frutas. 

Varias de las frutas tropicales, son de escaso valor gastronómico y otras, son sencillamente repugnantes. A mi gusto, mango,  rambután, litchi, mangostán, fruta de la pasión y papaya, pueden ser notablemente apreciadas, pero no así otras. Por ejemplo, la pera-melón, el durión, al parecer muy sabroso, pero de repugnante olor a alcantarilla, la fruta piel de serpiente o el yaka.

Quizás nos dejamos llevar por el exotismo y la aventura de viaje, pero aprecio más las frutas de nuestro entorno, mucho más sabrosas.

Durante nuestro trayecto observamos un imponente volcán adormecido y nos preguntamos por los posibles riesgos del volcán Agung, que nos esperaba activo en Bali.

Sumatra es mayoritariamente musulmana, pero la existencia de templos protestantes e hindúes, supone la presencia de otros creyentes que al parecer son respetados en una suerte de equilibrio inestable.

Visitamos un templo regido por un anciano pastor holandés que se quedó en el país después de su independencia. Es curioso que los fieles se descalcen antes de entrar en el recinto, en una clara influencia de musulmana o budista.

La pagoda hindú de Berastagi tenía una bella estampa. En su interior, la imagen de un dios ocupaba el centro del recinto y otras cuatro representaciones, se encontraban en cada esquina. Cada deidad, tenía un árbol de los deseos y promesas, donde los fieles colgaban sus mensajes en un determinado color.

Los asistentes, colocaban una ficha en cada cuenco dispuesto en el perímetro interior de la sala, para expresar a los dioses un deseo. 

Seguimos el rito, como una señal de respeto y una expresión cultural. Por supuesto, expuse el mío, tan genérico, como ambicioso: "La felicidad de mis seres queridos"

Sentí paz y bienestar, tal vez, como reflejo de lo que reinaba en aquel ambiente. Finalmente, me calcé y volví al exterior.

Nos mostraron el árbol del canelo. Álvaro y Ana, extrajeron un poco de corteza y pudimos oler y degustar su peculiar y agradable sabor. Los holandeses y los portugueses, habían invadido varios siglos atrás las islas de la actual Indonesia, precisamente en busca de las especias tan apreciadas en Europa para inundar de exotismo y sabor la entonces insulsa comida de nuestro continente.

Canela, nuez moscada,  pimienta, clavo, tenían entonces un inmenso valor. Actualmente, el exceso de oferta de canela y la caída de su consumo, ha hecho menos rentable su explotación. 

Sin embargo, Indonesia tiene un importante auge de comercio de café, del que existen umerosas variedades atendiendo a su origen, pero destaca el Kopi Luwac, del que los lectores tendrán en su momento una especial referencia.

Accedimos al interior de una casa en la aldea tradicional de Batak Karo. Su construcción era de madera y el techo de hojas de palmera. Pudimos  hablar con sus moradores y ver su estilo de vida; es decir, bastante duro para nosotros.

En una de las fotos, aparece nuestro guía sentado sobre una viga de madera, en la misma puerta de la casa, con los brazos levantados y la piernas abiertas, como representación gráfica de la forma de parto tradicional.

Tal vez debamos replantearnos los accidentales, si el parto en cama es la forma mejor de dar a luz. Lo cierto es que en este lugar, parían sentadas, a la vista de todo el pueblo y con la cara al cielo, bajo el sol, el viento o la lluvia.

También visitamos la "Rumah Bolon" (casa larga), el antiguo palacio de los reyes Batak Simalungun. 

La visita a la casa del rey local, hoy convertida en museo etnográfico, fue de gran interés y ciertamente tragicómica.

El rey tenía su propia casa, donde yacía cada noche con una de sus mujeres, por riguroso turno de servicio. Si el rey no tenía suficientes "ganas de empujar" la esposa se quedaba el tiempo necesario hasta que se iba satisfecha. No dudo que a veces , el rey estuviera cansado o abúlico ante alguna de sus esposas, por lo que se formarían listas de espera y "desespera"

Las mujeres convivían juntas, con sus hijos, en la gran casa dedicadas a las "reinas" Al llegar a la pubertad, los varones eran expulsados de la casa, para evitar el riesgo de incestos.

Las reinas y sus hijas, eran custodiadas por un vigilante de absoluta confianza del monarca. Pero éste  había castrado previamente al vigilante por un "por si acaso" 

En una de las fotografías de la casa, puede observarse una habitación enteramente de madera para el fiel y eunuco vigilante..

Nos trasladamos posteriormente al embarcadero para navegar hasta la isla de Samosir. En aquél lugar, tuvo lugar el mayor cataclismo volcánico de la historia del Planeta. Baste observar una foto comparativa indicando el volumen de tierra desplazada.

Se formó un volcán de enormes proporciones, con un cráter enorme en su interior, hoy un lago navegable, el lago Toba, en cuyo interior, hay una isla llamada Samosir. Es decir, Sumatra es una isla, en cuyo interior hay un lago, que a su vez, contiene otra isla.

Navegar en un barco sobrecargado con el agua sobrepasando la línea de flotación, requiere una fe ciega en la Providencia, un profundo desconocimiento del riesgo o una sobredosis de inconsciencia. Las fotos son un claro testimonio de lo afirmado.

El hotel, regido por una alemana, era un pequeño paraíso. Pudimos pasear en piragua por las tranquilas aguas del lago. Una suculenta cena a la luz de las velas y una velada musical hicieron una noche inolvidable.

El sol alegró un nuevo día y visitamos la aldea de Siallagan, donde nos contaron historias de la vida cotidiana, lo que incluía guerras entre reinos dentro de esta pequeña isla, con prisioneros que eran torturados de la forma más cruel imaginable, descuartizados en público y ofrecido al rey el corazón de su enemigo, dentro de un macabro rito de canibalismo. 

Llama también la atención la existencia de 4 tetas de madera en las fachadas de las casas, como símbolo de las virtudes que cada esposa debía tener. Observé un símbolo idéntico en otra aldea de Java, pero las virtudes que se esperaba de las mujeres, no coincidían. Lo que me quedó claro, es que como en otras partes del mundo, el lado estrecho del embudo, está reservado a las mujeres.

En la plaza de la aldea, había un árbol relacionado con la muerte de los bebés. Puede verse una fotografía con una estatua al respecto. Reservo sin embargo esta historia, para un artículo sobre los ritos funerarios en Indonesia. 

Asistimos también a un baile tradicional de la isla que no despertó ente nosotros un especial interés



     Al fondo uno de los volcanes activos de Sumatra
    Mezquita

                           Los colores del mercado

                                                  Pera-melón


                            Fruta piel de serpiente

    Aldea tradicional Batak Karo



                            Posición de parto en la puerta de la casa a la vista del pueblo

    Pagoda Shwedagon en Lumbhini



                           Árbol de la canela

                            Isla de Samosir
    Entrada al palacio de los reyes Batak Simalungun


    Habitación dentro de la casa de las reinas, donde se alojaba el eunuco vigilante             
    Comparación de las distintas explosiones volcánicas del mundo


    Transporte de vehículos y pasajeros hasta la isla de Samosir. Ver la exagerada carga del barco
    La línea de flotación no soportaría los embates de las olas del mar. Pero Toba es un lago
    Hoteles de Samosir

    Ambarita, lugar de reunión de los reyes de Siallagan
    Cuatro tetas para representar las virtudes exigibles a una mujer
    "Sala de reuniones" del reino
                            Representación de un bebé en un árbol sagrado
                            La casa del rey
                             Representación de un prisionero bajo la casa del rey. Lo habitual
                             era torturarlo cruelmente, descuartizarlo y comérselo después
 
                             Calendario tradicional de Samosir. Cada varilla de bambú significa
                             un mes, dividido siempre en 30 días
    Simanindo, danza tradicional Batak







         












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