jueves, 16 de septiembre de 2021

Educación menguante

En el siglo pasado, los jóvenes recibíamos una sólida formación académica; en mi caso, en un estricto colegio. No fue fácil pasar la adolescencia en un internado y no viví entonces, un mundo de colores. A veces, lloraba en soledad lágrimas de silencio, que tornaban en alegría cada domingo, al abrazar a mis padres.

Aquél sacrificio, no fue en vano. Practiqué cálculo mental; adquirí un amplio vocabulario, perfeccioné mi ortografía y ejercité mi memoria. Acumulé conocimientos, sin saber porqué ni para qué, pero éstos, estimularon mi intelecto y estructuraron mi mente.

Aprendí a respetar mis maestros y éstos me formaron en la cultura del esfuerzo, el orden, la disciplina, los valores y las normas de urbanidad.

Aprendí geografía física y humana, despertando en mí los sueños de viajar y conocer el mundo, que tanto habrían de influir en mi vida.

Aprendí las leyes de Mendel; la teoría evolutiva de Darwin; el teorema de Pitágoras; el principio de Arquímedes.... e intuí que las leyes de la Naturaleza, gobiernan de forma similar, el macro y el microcosmos y que al final, todo se rige por las matemáticas, estando más allá, la sombra del Creador.

Me aburrí con el latín, la literatura y la filosofía, pero con el tiempo, aprendí la etimología del castellano. Estudié a los clásicos, como Cervantes, Lope de Vega o Shakespeare, por ejemplo y ya adulto, supe apreciar los buenos escritores contemporáneos. 

También conocí los grandes pensadores: Aristóteles, Cicerón, Séneca, Platón... y gracias a ello, sé distinguir ahora, por ejemplo, entre un silogismo y un sofisma; es decir, entre un razonamiento lógico y un falaz argumento, tan usado por los políticos que intentan manipularnos. 

No aprendí música, pero con el tiempo, me emocioné con las composiciones de Beethoven, Mozart, Chaikovski, Vivaldi, Verdi o Bach, por ejemplo.

Consideraba la historia, como un cúmulo de chismes del pasado, adornados de nombres y fechas, que debía aprender para aprobar y olvidar después unos datos -a priori- inútiles y aburridos. El tiempo me demostraría, la importancia de conocer el pasado, para anticipar el futuro. 

Llegué a la Universidad, sabiendo "leer y escribir". "Pasé por la Universidad y la Universidad pasó por mí"; es decir, que además de aprender los conocimientos de mi carrera, cultivé otras disciplinas que completaron mi formación humana. 

Templé mi carácter; estructuré mi mente; "aprendí a aprender". Supe elevarme para tener una visión global del conocimiento y descender para profundizar en un área determinada. Comprendí entonces, que la ciencia era una y universal -de ahí el nombre de Universidad- y que todas las ramas del saber, provienen de un tronco común, que se van diferenciando según progresa el conocimiento.

Dicen que la cultura, es la sensibilidad que queda cuando se olvida lo aprendido. Lo cierto, es que puedo percibir la belleza de las letras, la música, las artes plásticas o emocionarme con cualquier manifestación de vida.

Las dificultades de la vida real, los errores, los fracasos y las decepciones, forjaron los éxitos de mi generación. El aprendizaje y las piedras del camino, forjaron lo que somos, para saber, comprender, apreciar la belleza, tener espíritu crítico, usar correctamente la libertad y ser útiles a la sociedad.  

Ya en este siglo, compruebo con preocupación la formación de los adultos del futuro. La actual política educativa, no fomenta el respeto a los maestros; confunde la igualdad de oportunidades, con la igualdad de desarrollo personal; carece de  estímulos al esfuerzo; no fomenta la excelencia; es escasa en valores; intenta difuminar los sexos; asfixia la libertad individual, de pensamiento y de expresión; adoctrina ideológicamente nuestra juventud; degrada las normas de convivencia y no fomenta el espíritu crítico.

Los jóvenes de mi generación, fuimos afortunados, al recibir una educación que lamentablemente,  están vedando a los jóvenes actuales. 


 


    

3 comentarios:

  1. Estimado Miguel, he leido tu comentario-obituario sobre Don Manuel Juan Soria Pérez, con el que tuve una gran relación durante muchos años y quién me llevó en numerosas ocasiones a Marruecos y en una de ellas a Argelia. Si me pudieras facilitar algún detalle de su fallecimiento, del que me he enterado ahora, te lo agradecería. En vida le tuve un gran aprecio y conservo hacia Manolo el mejor de los recuerdos. Muchas gracias.

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  2. Buenos días,
    No sé si eras un amigo suyo de Málaga. Manolo le había afectado un proceso de hipertensión años atrá y creo recordar y luego tuvo cáncer. Se apagó lenta e inexorablemente, rodeado del cariño de sus hijos y nietos. Sentí mucho su pérdida, como años antes me ocurrió con Raquel, su mujer. Yo también guardo excelentes recuerdos de ellos

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  3. Sí, efectivamente. Hicimos muchos viajes juntos, pequeñas excursiones cuando venía a Málaga, a la casa que tenía cerca de El Rincón de la Victoria. Yo me trasladé a Seviilla, donde estve unos años y perdkmos el contacto. Le llamé en alguna ocasión pero no estaba bien en esos momentos. Me volví a trasladar y hasta ayer que buscádole me encontré con tu bloc. Quizá coincidiéramos tu y yo en Melilla. Estve desde 1985 hasta 1987, ambos años en si integridad. Muchas gracias por tu respuesta.Francisco Carlos Pérez de la Cruz Manrique.

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