En mis viajes por antiguas colonias europeas, he visto pobreza, racismo, caos, suciedad, atraso, inseguridad, violencia, corrupción y cortas expectativas de vida.
Las antiguas potencias coloniales, se repartieron los territorios, trazando líneas rectas, sin tener en cuenta los grupos etnicos o religiosos, sembrando la semilla de la división y el odio racial.
Los europeos trataban a los autóctonos, como ciudadanos de segunda, les desposeían de sus tierras, les daban trabajos penosos y su promoción educativa, raramente era de alto nivel.
Las colonias suministraban las materias primas a las metrópolis y estas a su vez, vendían a los colonizados los productos ya elaborados, por lo que siempre salían perdiendo.
Se favorecía el monocultivo de cacao por ejemplo, cuyo precio en el mercado mundial, se fijaba en Europa, impidiendo así, el desarrollo de una soberanía alimentaria.
La religión y la medicina, eran dos armas de penetración muy importantes. Se implantaban costumbres europeas y desaparecían paulatina, pero progresivamente, las señas de identidad de los pueblos indígenas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, se inició un gran proceso de descolonización y muchos países, algunos, artificialmente constituidos, iniciaron su andadura.
Se desarrolló entonces un nuevo proceso; el neocolonialismo, mediante el cual, las antiguas potencias coloniales, "protegían" militarmente las antiguas colonias de un enemigo exterior, o simplemente, defendían al dictador impuesto, de sus propios compatriotas.
Se crearon élites políticas sociales y económicas de origen militar, que sometían a los pueblos, mientras se lucraban con las riquezas de sus países.
Tiranos y asesinos, se perpetuaron en el poder, sobre la sangre y el sufrimiento de los suyos. Se desataban guerras tribales, como las de tutsis y hutus en Rwanda y Burundi, secesiones como la de Katanga, masacres como en la Uganda de Idi Amin o en la República Centroafricana del Emperador Bocasa y en otros casos largas guerras de independencia en las antiguas colonias portuguesas o incluso, lucha contra el segregacionismo en África del Sur.
Cuando me encuentro en estos países, me apena que los europeos hayamos realizado tantos destrozos.
Es cierto que les ayudamos económica y tecnológicamente , pero no siempre de forma desinteresada. Son las misiones religiosas y algunas ONGs, las que realmente aportan educación, sanidad, valores humanos y autosuficiencia.
Cuando visité la casa de los esclavos en la isla de Gorea, frente a Dakar, quedé consternado por tanta maldad, tanto sufrimiento y tanto desprecio por los seres humanos.
Es difícil juzgar nuestros antepasados, con los criterios actuales, pero en cualquier caso, su comportamiento fue lamentable.
Sin embargo y de ahí el título del artículo, me habría gustado, a pesar de las carencias sanitarias y las comodidades de la época, ser británico en la Época Victoriana y vivir en Kenia, Tanzania, Sudáfrica y la India. Incluso, ser francés en el África Occidental Francesa o español en la Guinea Española.
Me he sentido siempre atraído por la aventura de viajes a ignotos lugares y por ello, tal vez, hubiera caído en la contradicción de haber pertenecido a otra época, cometiendo los mismos errores que nuestros antepasados.
Cuando en 1972 me fui a vivir a la República Islámica de Mauritania, me di cuenta que había llegado demasiado tarde a África. Este continente, nunca sería ya lo que fue.
Hoy los masáis usan móviles, los tuaregs viajan en vehículos todo terreno, las armas automáticas han substituido los machetes e Internet a los tambores lejanos.
Quien quiera saber cómo era entonces la vida africana, debe leer Las reinas de África, o ver películas como Memorias de África. Quien quiera conocer la realidad actual, debe ver filmes como Grita libertad; El jardinero fiel o Diamantes de sangre.
Sigo viajando a África, pero ya nada es como antes
jueves, 31 de marzo de 2016
Sueños de héroe
Todos hemos soñado ser como los ídolos. Yo también.
De pequeño, deseaba ser lo que todos los niños: futbolista, torero, policía y todo un abanico de profesiones idealizadas.
Mis personajes concretos de aquélla época, fueron Di Stéfano, Manolo Santana, Federico Martín Bahamontes o el torero Emilio Oliva, quien me enseñó a dar algunos pases
Nunca me cansaré de decir, que los ídolos mediáticos, tienen la noble responsabilidad de ser un ejemplo de comportamiento personal, especialmente, para la juventud.
Lamentablemente, muchas veces se trata de ídolos de barro, que hacen trampas, eluden impuestos, escupen en el campo de juego, tienen una vida licenciosa y en algunos casos, delictiva.
Recientemente, el Primer Ministro de la República Francesa, ha vetado la inclusión de un magnífico futbolista, en la selección nacional de fútbol, por estar presuntamente envuelto en un turbio asunto.
Su decisión es a mi juicio, loable, pues antepone el ejemplo y la dignidad de Francia, al pasajero interés de conseguir un trofeo continental.
Al fin y al cabo, sería un contrasentido, que un posible delincuente contribuyera en deshonor, a conseguir el honor deportivo de una nación. Un ejemplo de coherencia política, que debería ser imitado.
Cuando llegué a mi juventud, mis nuevos ídolos fueron David Livingstone, médico, explorador y misionero; Mahatma Gandhi, abogado, pensador e hinduísta indio y Jhon Fitzerald Kennedy, trigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos.
También admiré a Martin Luther King, pastor baptista y líder del Movimiento por los derechos civiles para los afroestadounidenses, que además, participó como activista en numerosas protestas contra la Guerra de Vietnam y la pobreza en general.
Personajes como Winston Leonard Spencer Churchill, corresponsal de guerra, historiador, escritor, artista, político, estadista británico y Premio Nobel de Literatura o Albert Schweitzer, médico, filósofo, teólogo y músico, misionero médico en África y Premio Nobel de la Paz, influyeron también en mi vida.
En el plano nacional, el Padre Vicente Ferrer Moncho, filántropo español considerado una de las personas más activas en la ayuda, solidaridad y cooperación con los desfavorecidos del tercer mundo, especialmente, en la India
También, Félix Samuel Rodríguez de la Fuente, al que tuve la suerte y el gran honor de conocer personalmente. Era naturalista, defensor de la naturaleza, divulgador ambientalista, licenciado en medicina, expedicionario y escritor.
Otros grandes personajes, a los que admiré y amé, fueron Juan XXIII, Juan Pablo II, Teresa de Calcuta y Nelson Mandela.
Ya como personajes vivos, dignos de admiración, cito a Leopoldo López Mendoza, político, economista y opositor al gobierno venezolano, a la líder política birmana Aung San Suu Kyi y por supuesto, al Papa Francisco.
Es evidente, no he incluido a Karl Marx, Lenin, Stalin, Castro, Ernesto Ché Guevara, Jomeini y otros personajes similares. Tampoco figuran en mi lista, ídolos del rock y otros artistas.
Reconozco, que mi lista puede ser parcial, incompleta y no al gusto de un gran número de lectores, pero es mi lista. Incluiría en ella, todos los héroes anónimos, que dedican su vida e incluso la pierden, en beneficio de los hijos de un dios menor, marginados, pobres, sufrientes y abandonados. Me refiero a los misioneros repartidos por el mundo subdesarrollado o por las áreas olvidadas del primer mundo.
No quisiera terminar mi artículo, sin citar la figura de San Pablo, pues tras caerse del caballo, dedicó su vida a la fe y fue uno de los baluartes del cristianismo. Al final de mi vida, yo también quisiera en cierto modo, caerme de mi caballo, para ser al menos un poco mejor
ALFREDO DISTÉFANO
MANOLO SANTANA
FEDERICO MARTÍN BAHAMONTES
EMILIO OLIVA
DAVID LIVINGSTONE
MAHATMA GANDHI
J.F. KENNEDY
NELSON MANDELA
WINSTON CHURCHILL
ALBERT SCHWEITZER
VICENTE FERRER MONCHO
FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE
JUAN XIII
JUAN PABLO II
TERESA DE CALCUTA
NELSON MANDELA
LEOPOLDO LÓPEZ MENDOZA
AUNG SAN SUU KRY
PAPA FRANCISCO
SAN PABLO
De pequeño, deseaba ser lo que todos los niños: futbolista, torero, policía y todo un abanico de profesiones idealizadas.
Mis personajes concretos de aquélla época, fueron Di Stéfano, Manolo Santana, Federico Martín Bahamontes o el torero Emilio Oliva, quien me enseñó a dar algunos pases
Nunca me cansaré de decir, que los ídolos mediáticos, tienen la noble responsabilidad de ser un ejemplo de comportamiento personal, especialmente, para la juventud.
Lamentablemente, muchas veces se trata de ídolos de barro, que hacen trampas, eluden impuestos, escupen en el campo de juego, tienen una vida licenciosa y en algunos casos, delictiva.
Recientemente, el Primer Ministro de la República Francesa, ha vetado la inclusión de un magnífico futbolista, en la selección nacional de fútbol, por estar presuntamente envuelto en un turbio asunto.
Su decisión es a mi juicio, loable, pues antepone el ejemplo y la dignidad de Francia, al pasajero interés de conseguir un trofeo continental.
Al fin y al cabo, sería un contrasentido, que un posible delincuente contribuyera en deshonor, a conseguir el honor deportivo de una nación. Un ejemplo de coherencia política, que debería ser imitado.
Cuando llegué a mi juventud, mis nuevos ídolos fueron David Livingstone, médico, explorador y misionero; Mahatma Gandhi, abogado, pensador e hinduísta indio y Jhon Fitzerald Kennedy, trigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos.
También admiré a Martin Luther King, pastor baptista y líder del Movimiento por los derechos civiles para los afroestadounidenses, que además, participó como activista en numerosas protestas contra la Guerra de Vietnam y la pobreza en general.
Personajes como Winston Leonard Spencer Churchill, corresponsal de guerra, historiador, escritor, artista, político, estadista británico y Premio Nobel de Literatura o Albert Schweitzer, médico, filósofo, teólogo y músico, misionero médico en África y Premio Nobel de la Paz, influyeron también en mi vida.
En el plano nacional, el Padre Vicente Ferrer Moncho, filántropo español considerado una de las personas más activas en la ayuda, solidaridad y cooperación con los desfavorecidos del tercer mundo, especialmente, en la India
También, Félix Samuel Rodríguez de la Fuente, al que tuve la suerte y el gran honor de conocer personalmente. Era naturalista, defensor de la naturaleza, divulgador ambientalista, licenciado en medicina, expedicionario y escritor.
Otros grandes personajes, a los que admiré y amé, fueron Juan XXIII, Juan Pablo II, Teresa de Calcuta y Nelson Mandela.
Ya como personajes vivos, dignos de admiración, cito a Leopoldo López Mendoza, político, economista y opositor al gobierno venezolano, a la líder política birmana Aung San Suu Kyi y por supuesto, al Papa Francisco.
Es evidente, no he incluido a Karl Marx, Lenin, Stalin, Castro, Ernesto Ché Guevara, Jomeini y otros personajes similares. Tampoco figuran en mi lista, ídolos del rock y otros artistas.
Reconozco, que mi lista puede ser parcial, incompleta y no al gusto de un gran número de lectores, pero es mi lista. Incluiría en ella, todos los héroes anónimos, que dedican su vida e incluso la pierden, en beneficio de los hijos de un dios menor, marginados, pobres, sufrientes y abandonados. Me refiero a los misioneros repartidos por el mundo subdesarrollado o por las áreas olvidadas del primer mundo.
No quisiera terminar mi artículo, sin citar la figura de San Pablo, pues tras caerse del caballo, dedicó su vida a la fe y fue uno de los baluartes del cristianismo. Al final de mi vida, yo también quisiera en cierto modo, caerme de mi caballo, para ser al menos un poco mejor
ALFREDO DISTÉFANO
MANOLO SANTANA
FEDERICO MARTÍN BAHAMONTES
EMILIO OLIVA
DAVID LIVINGSTONE
MAHATMA GANDHI
J.F. KENNEDY
NELSON MANDELA
WINSTON CHURCHILL
ALBERT SCHWEITZER
VICENTE FERRER MONCHO
FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE
JUAN XIII
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TERESA DE CALCUTA
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LEOPOLDO LÓPEZ MENDOZA
AUNG SAN SUU KRY
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