lunes, 28 de marzo de 2016

Cierro los ojos

6 de la mañana. Oigo Al pansiero, de Verdi y activo mis neuronas con dulzura y armonía. La bañera me recibe en su agua caliente.

La radio me informa de los últimos acontecimientos. Los ultras liberan sus pasiones y se descerebran en Bruselas. El odio y la locura, han explotado de nuevo; esta vez, en Pakistán. 70 muertos por el momento.

Niños y mujeres que habían cometido el pecado de celebrar el lunes de Pascua, por ser cristianos en un país musulmán.

Hace varios siglos, la Inquisición española, buscaba sus víctimas religiosas desde la cima de una colina. Cuando en un sábado de frío invierno no salía humo por la chimenea de un hogar, suponían que sus moradores eran falsos judíos conversos, que seguían su religión en la clandestinidad.

Los católicos hemos evolucionado, pero otra religión, impone la suya por la fuerza o siega la vida de almas libres.

Abierto el día, se espera la llegada de viento, frío y agua. Salgo de casa, a estómago vacío, nervios en veremos y la incertidumbre del día.

Doy un último vistazo a mi estanque. Un pez pasea sus colores por sus aguas, mientras que un sapo, prepara su puesta para reiniciar, un año más, el ciclo de la vida.

El hospital me recibe con la firmas de ingreso. Hoy es día de anestesia y bisturí. Hace 2 años, "un cáncer y un corazón", se llevaron para siempre mis suegros, con un desfase de 27 horas.

Esta vez, soy yo, pero a priori, con expectativas mucho más favorables, aunque siempre con el riesgo de un bisturí.

Encuesta, electrocardiograma, análisis de sangre, toma de tensión y de temperatura,.... todo normal.

Estoy en la soledad de la habitación. No digo que con bienestar, pero sí con sosiego y templanza, confiando en las manos expertas y en la cualificación profesional del cirujano y del anestesista.

Repaso mis recuerdos. Hace 60 años, operaron a mi madre de apendicitis. Era la Sevilla del blanco y negro, recién salida de la cartilla de racionamiento. Ofrecí a Dios, por ella, el sacrificio de no tomar leche condensada durante un mes.

Fue un gran sacrificio para un niño mimado, pero una gran alegría, para un hijo que amaba a su madre.

Miro por la la ventana de mi habitación. Da al oeste. La nieve de los Picos de Europa, me transmiten belleza y ganas de seguir viviendo.

Es 28 de marzo y pronto cerraré los ojos a la anestesia. Supongo que los abriré más tarde y que disfrutaré nuevamente con la cara bajo la lluvia o con las manos en el teclado de mi ordenador.

Solo te digo que hasta pronto. No sabes la alegría que me dará, saber que puedes leerme próximamente.  


2 comentarios:

  1. Ay mi niño!!! como note vamos a seguir leyendo.....con lo bien que lo haces y el cariño que te tenemos!!!
    Besos

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