sábado, 26 de marzo de 2016

Cae la noche

Ha caído la noche. El cielo llora la primavera. El suelo mojado refleja las luces. La melancolía invade  la hora que los políticos nos han robado. Hoy el día, solo tiene 23 horas.

Los nietos duermen sus sueños. Los hijos también. Estoy solo en mi rincón. Me acompañan mi iPad y muchos tic tacs colgados de las paredes.

El hambre viajera, me ha curtido en jet lags y en cambios de estaciones. Soy libre. Duermo cuando tengo sueño. Me levanto cuando quiero hacerlo. Soy dueño de mis luces y mis oscuridades. No me afecta demasiado el cambio de hora.

He aprendido a ser libre. Evito que me alienen. Decido mi destino y no admito que las modas, las prohibiciones injustificadas y las obligaciones interesadas, gobiernen mi vida.

Solo me muevo por amor, justicia, amistad o capricho. No hago las cosas como un deber, sino por un convencimiento personal.

Sin embargo, no puedo evitar los daños colaterales del juego político.

La demagogia, el populismo, el clientelismo, el separatismo, el sectarismo y mucho ismos más, ahogan mi país, lo debilitan, lo desprestigian, lo mancillan y repercuten en mi vida.

No puedo soslayar lo inevitable, pero al menos, soy consciente de la situación y tengo suficiente espíritu crítico, formación e inteligencia, para discernir entre un silogismo y un sofisma; un estadista y un filibustero de la política; un líder y un mentecato o para distinguir un ser inteligente entre una pléyade de mangurrinos, mondongueros, botarates y chorizones.

Esta noche nos han robado una hora. Juegan con nuestro ritmo biológico, pero lo que más me preocupa, es que jueguen con nuestro futuro, nuestra dignidad y nuestra inteligencia









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