jueves, 3 de marzo de 2016

Argelia 13. Noche blanca

Actividad frenética, ganándole la mano al tiempo. Diagnóstico de un país. Fichas de acción a modo de tratamiento. Programaciones en el calendario, disponiendo actividades y días/hombre. Grandes cifras. Numerosos proyectos. Bullicio de ideas. Castillos en el aire. Cavilaciones para hacer de lo etéreo lo concreto.

Sueños de cambio. Pie a tierra en geografía extraña, a veces inquietante y siempre complicada. Canas, sabiduría y experiencia al servicio de una causa honesta y hermosa

Noches negras pero sueños blancos de mente activa y párpados de plomo

Cuerpo castigado por la monotonía del menú hotel. Corán en la mesilla de noche y alfombrilla de rezos a Dios con otro nombre y distintos ritos.

15 km de ruta y 3 horas de viaje. Locura colectiva. Coches marchando por las aceras. Furgonetas a gran velocidad marcha atrás por el carril contrario. Caos, cansancio, tensión, riesgo, violencia de ruta. Argel

Casbah aún pendiente. No conozco la ciudad. Solo sus aledaños, entre cementerio cristiano y musulmán. Mi alegría de semana es un homenaje de gambas junto al mar.

Estrellas en el cielo. Zumbidos de coches. Concierto perruno. Muecín con rezos al viento. Amigos en la distancia. Silencios clamorosos de olvidos lamentables.

Ahíto de croissant, presto al té a la menta, agradecido a los dulces dedos de palmera,. Gratificado por las naranjas.

Pasan los días. Gano afectos y sonrisas de gentes sencillas, que aprecian la bondad y los buenos sentimientos. Me cuentan sus vidas, los miedos pasados durante la década negra, de muertes a cuchillo. Muestran sus lágrimas por los familiares asesinados a filo de daga. Ríen a pesar de todo, soñando el sueño de un futuro incierto, que amenaza el norte de África y el sur del Mediterráneo.

Me cuentan de primas de tanga en la playa, que viajan al mundo y vuelven enveladas y nadan en burkini. Vientos de Arabia y del Yemen, trayendo rigor religioso a Occidente e inquietud de futuro.
Pueblo que lucha la vida inospita, reseca, dura y de quebrado horizonte.

Es mi mundo de ahora, en un paréntesis de vida y tal vez de largo recorrido. Me siento útil en la dureza del paisaje y de las expectativas nebulosas. Hay riesgos, pero no tengo miedo aquí, sino preocupación por el allá. Por la tierra de la cruz, al sur del norte, por la unidad de mi país. Por la fe perdida. Por los egoísmos de una sociedad que se desmorona. Por una rampante mediocridad. Por un conformismo peligroso.

Lo dicho. Noches estrelladas, pero noches blancas, de ojos y corazón cansados, pero ideas bulliciosas.


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