domingo, 1 de septiembre de 2019

Benín. Capítulo 15. La danza Zangbeto.

Acudimos a Ouèdemé, un pueblo de Lokossa, para descubrir la cultura vudú y presenciar la danza zangbeto.

Ls zangbetos son considerados guardianes tradicionales de la noche del vudú, entre el pueblo Yoruba asentado en Benín y Togo. Son altamente venerados. Se dice que los zangbetos vagan por la noche para detectar ladrones y brujas y asegurar la ley y el orden.

Los zangbetos son disfraces hechos con una estructura metálica cubierta de paja y asemejan a un pequeño pajar. Según la tradición, estos disfraces permiten que los cuerpos sean habitados por espíritus que tienen un amplio conocimiento de las personas.

Parece evidente que durante la danza, hay un hombre en su interior, aunque el maestro que dirige la maniobra, voltea periódicamente el zangbeto para mostrar que no hay nadie en su interior. Eso sí, en su lugar, suele aparecer un amuleto o incluso ua serpiente.

Asistimos a una danza de varios zangbetos organizada exclusivamente para nosotros, pero a la luz del día. Fue un espectáculo lleno de ritmo, color, tradición y negritud, no exenta de misterio por la presencia o no de un cuerpo moviendo el zangbeto.

Ángeles y yo, danzamos con ellos de forma testimonial y Francisco, prefirió tocar los tambores. Los tres vimos de cerca los zangbetos y bebimos un fuerte aguardiente de palma de aceite, de un cántaro de cristal adornado en vudú con calaveras de monos y otros animales.

Posteriormente, nos adentramos en la choza del sacerdote vudú. La puesta en escena, era tan sencilla como sobrecogedora. Un negro de negra piel, dorso desnudo y pantalón blanco; calor extremo entre paredes de adobe con techumbre de paja, diversos útiles de magia y un historiado rito que podría subyugar las mentes proclives a esta práctica. Ángeles formuló un deseo muy personal y el sacerdote sacudió reiteradamente unos amuletos, tiró unas caracolas, sacó a pasear la historia de una cabra y contó con nuestro interés cultural y nuestro escepticismo.

Fue una jornada de gran interés etnográfico, para recordar desde la Europa de los campanarios, que llaman a un credo diferente 

 


















































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